Esta revolución
significó el triunfo de un pueblo pobre, oprimido
y cansado de las injusticias, sobre los privilegios de la nobleza
feudal y del estado absolutista.
Durante
el reinado de Luis XIV, Francia se hallaba bajo el
dominio de una monarquía absolutista, el poder de rey y de la
nobleza era la base de este régimen, pero en realidad el
estado se encontraba en una situación económica
bastante precaria, que se agravó por el mal gobierno de Luis
XV, y que tocó
fondo durante el reinado de Luis XVI, gobernante bien intencionado,
pero de carácter débil, por lo que se lo llamaba el
buen Luis.
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