Cuadro

La ontología cartesiana no rompe con el pasado, como hemos visto que hacia su teoría del conocimiento, sino que acude a él, y concretamente a Aristóteles, al definir lo real en términos sustancialistas. Lo real es la sustancia.

Sustancia -dice Descartes, es una “cosa” existente que no requiere más que de si misma para existir, o dicho de otro modo, la sustancia es lo que tiene existencia concreta y existencia independiente. En términos absolutos, sólo Dios es auto-subsistente, sólo Dios no necesita de nadie para existir. Sin embargo, Descartes no llegó a la misma conclusión a la que llegaría otro de los racionalistas, el filósofo Spinoza, que consideró que sólo existía una única sustancia, a la que él llamó Dios o la Naturaleza. Descartes , contrariamente, afirmó que el concepto de sustancia se afirma de dos maneras distintas cuando se refiere a Dios que cuando lo usamos para hablar de las otros dos sustancias. Es a Dios o a la sustancia infinita a quien conviene en términos absolutos la definición de sustancia, pero relativamente se puede emplear para referimos a la sustancia pensante y a la sustancia material, que no necesitan la una de la otra para existir y en ese sentido son independientes, aunque ambas necesiten de Dios, o dicho de otro modo, la sustancia es lo que tiene existencia concreta y existencia independiente. Lo real aparece, pues, dividido en tres dimensiones independientes y separadas, la sustancia infinita, la sustancia pensante y la sustancia material. Esta separación tajante entre las tres dimensiones del ser fue la causa de que Descartes tuviera después problemas para explicar las profundas interacciones, que observamos entre lo fisico y lo mental, entre el cuerpo y el alma. Es lo que se ha llamado el problema cartesiano de la incomunicación de las sustancias .

 

En cualquier caso, dice Descartes, a la sustancia como tal no la conocemos, sino que nuestro conocimiento se refiere siempre a los atributos, que son las cualidades y propiedades de la sustancia. Pero no todos los atributos están en píe de igualdad, porque hay siempre una propiedad principal de la sustancia que constituye la naturaleza o esencia de ésta y de la que dependen las demás. Es el caso de la infinitud para Dios, del pensamiento para el espíritu y de la extensión para el mundo.

Finalmente, las diversas manifestaciones o formas en que está dispuesta la sustancia extensa y la espiritual, aunque no la sustancia divina, se denominan modos . Así, por ejemplo, en el caso de la sustancia pensante, el pensamiento es el atributo de la misma, y son modos del pensamiento la variada multiplicidad de operaciones conscientes, capaz de realizar dicha sustancia. Así, por ejemplo, el sentir, el dudar, el querer, el pensar etc.

 

Como consecuencia de la separación -ya comentada- entre las tres sustancias, Descartes se ve obligado a explicar al hombre acudiendo a un planteamiento dualista . El considera que el hombre forma parte, en cuanto tiene cuerpo, del ámbito de la sustancia extensa y, en cuanto tiene mente, del ámbito de la sustancia pensante. Y la relación existente entre la mente y el cuerpo es similar a la que existe entre el piloto y su nave.

Nos encontramos, pues, con un planteamiento bien diferente al de filósofos como Aristóteles, que habían descrito al ser humano como una unidad, de manera que el alma no se vinculaba sólo a la actividad pensante, sino al principio de la vida biológica. La posición de Descartes es bien diferente, pues el yo es una sustancia cuya naturaleza se expresa en el pensar, de forma que el cuerpo en cuanto sustancia distinta no piensa, y ni siquiera puede decirse que podamos incluir al cuerpo en la esencia humana.

 

Pero al mismo tiempo Descartes era consciente de la interacción, que la experiencia ordinaria nos muestra, entre el cuerpo y la mente, de forma que intentó explicarla desde su teoría, buscando el punto de conexión entre las dos sustancias que conviven en el hombre y por tanto donde se conectan las actividades de ambas. Este punto de conexión cree encontrarlo en la glándula pineal y es la razón de la interdepedencia existente entre lo mental y lo corporal. Hay que decir, a propósito de esto , que dicha explicación no es satisfactoria, pues no aclara, en modo alguno, la interacción observable entre lo mental y lo corporal y especialmente la unidad del ser humano con todos sus actos, tanto los de naturaleza más intelectual, como los ligados a aquellas funciones, que nos asemejamos a los animales.

La doctrina de la separación de las sustancias y de la distinción entre ellas da píe también para justificar un planteamiento del Universo de tipo mecanicista, que fue el modelo dominante en Edad Moderna. Este planteamiento mecanicista de Descartes se configura en tomo a las siguientes afirmaciones:

1. No existen los átomos de materia, concebidos como partículas indivisibles, pues material se reduce a extensión y todo lo extenso puede ser dividido de forma indefinida.

2. No existe el vacío, pues todo está lleno de materia, de manera que la idea de un vacio extenso es contradictoria.

3.La máquina del Universo no se mueva por virtud de fuerzas internas o cualidades ocultas, sino que la materia ha sido ya creada con movimiento y reposo que conserva siempre en misma cantidad. El principio de inercia, que está formulando aquí Descartes tendría una base metafisica, a saber, la cantidad constante de movimiento con el que este Universo ha sido creado.

4. Puesto que el espacio está lleno de materia móvil, cualquier movimiento de un cuerpo desplaza a los demás. De ahí que, aunque los cuerpos parezcan moverse en línea recta, resultado sea un círculo de cuerpos que se mueven conjuntamente. El Universo se compone, pues de torbellinos de materia, que están en contacto entre sí, de forma que el sistema solar o los cometas, por ejemplo, serían porciones de materia que se ha escapado de un torbellino. Los organismos son también explicados por Descartes como máquinas complejas. La base empírica de esta afirmación es el descubrimiento de la circulación de la sangre de Harvey. Para Descartes este movimiento no viene causado por el bombeo del corazón, sino por el calor vital que reside él

Como conclusión , hay que afirmar que el sistema cartesiano constituyó la primera gran filosofía de la Edad Moderna, que junto con el empirismo, que luego estudiaremos, dominó en su época. Fue el cartesianismo un sistema filosófico total, que a partir de una confianza absoluta en el poder de razón, creyó posible elaborar de forma deductiva una imagen de la realidad global, caracterizada por la separación de lo real en tres ámbitos distintos.