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Educación para el siglo XXI
Nadie duda de la “Función Social de la Educación”
en la formación de individuos y en la transmisión del patrimonio cultural a las
nuevas generaciones.
El problema surge cuando el referente principal de su función
social es la selección de individuos por su capacidad para cursar estudios
superiores, es decir cuando la finalidad del sistema educativo sólo adquiere carácter
propedéutico. El modelo no ha funcionado mal puesto que los individuos no
seleccionados ocupaban un papel que no exigía grandes cambios a lo largo de su
vida: trabajos con poca cualificación y que no implicaban aprender nuevas
destrezas, escasa movilidad del individuo que no generaba problemas de
interacción e interdependencia social.
Entonces, ¿Dónde quedan los demás referentes sociales del sistema
educativo?
En mayor o menor medida todos los trabajamos en clase, pero cuando llega
la hora de evaluar nuestro único referente son instrumentos que hacen
referencia a conocimientos.
Pero,¿Seguimos viviendo en el mismo tipo de sociedad que hace cien años? ¿Se plantean nuevos retos para el individuo?
Tomando como referente el libro “Sorpresas Inevitables” de Peter Schwartz, podríamos establecer algunos de los cambios que le esperan al individuo en el siglo XXI:
Podríamos plantearnos
que este señor es un iluminado, que es un analista influenciado por un lobby
progresista. Pero, realmente, si hacemos una reflexión seria de estos cambios,
¿en cuántos de ellos no te sientes ya involucrado? ¿Si tienes o tuvieras un
hijo tomarías estos cambios como referente para su formación?
Entonces, ¿por qué
surgen las competencias?
Las competencias
proporcionarán unas destrezas globales a los alumnos para adaptarse a una
sociedad en constante cambio.