Se está configurando un sujeto político
internacional, popular, democrático y anticapitalista
Se veía venir. Después de Gotemburgo,
el movimiento de resistencia a la globalización capitalista
estaba siendo criminalizado y reducido en toda su complejidad
cultural, social y política a la existencia de grupos violentos
de procedencias dudosas y de un carácter provocador evidente.
Barcelona dio ya pistas de lo que podía ocurrir en Génova:
policías disfrazados de manifestantes que realizaban impunemente
el trabajo sucio de destruirlo todo para así justificar
el ataque "salvador" de los abundantísimos medios
de represión policial.
Génova fue, de hecho, una ciudad sitiada y en estado de
sitio donde fueron suspendidos los derechos fundamentales. El
gobierno Berlusconi preparó, sistemáticamente, las
condiciones psicológicas, políticas y policiales
que hicieran posible este estado de emergencia sin atreverse a
recurrir a declararlo constitucionalmente.
Primero, la población genovesa fue sometida a un tratamiento
psicológico profundo siendo advertida una y otra vez de
la llegada masiva de unos manifestantes y activistas extranjeros
especialmente violentos, especialistas en guerrilla urbana ante
los cuales había que protegerse en coordinación
con el gobierno y su policía. Una de las consecuencias
de todo esto fue la salida masiva de genoveses y genovesas, "invitados"
a un "largo puente" por el gobierno Berlusconi.
Segundo, la enorme concentración policial y militar tuvo
como primer objetivo disuadir, activa y pasivamente a los miles
de posibles manifestantes para que no llegaran a la ciudad. El
cierre del aeropuerto y las estaciones de tren y autobuses, dejó
prácticamente incomunicada a la ciudad durante seis días.
Todo ello en el contexto de supresión de los acuerdos de
Schengen y de una eficaz coordinación policial europea
que filtró la circulación de las personas.
En tercer lugar, la ciudad fue dividida en dos zonas. Una roja,
perímetro de máxima seguridad, encerrada tras un
enorme muro construido al efecto y a la que sólo se podía
acceder con acreditación. La otra, amarilla, delimitada
internamente -éste fue el gran descubrimiento táctico
de la policía genovesa- por espacios formadas por grandes
contenedores de transporte que, a su vez, podían ser clausurados
en cualquier momento; en realidad, después del jueves,
el estado de suspensión de derechos llegó también
a esta zona. La policía podía detener y detuvo a
la gente por la calle, en los pocos bares que quedaban abiertos
o en los establecimientos que el ayuntamiento de Génova
había dispuesto para los otros invitados, los resistentes
a la globalización capitalista. Hay que decir que el gobierno
de centro izquierda de la ciudad dedicó fondos públicos,
recursos humanos y materiales, para que aquellos que llegaban
a la ciudad, estuvieran en ciertas condiciones de dignidad, habilitando
albergues, polideportivos y situando decenas de carpas en los
lugares de reunión previstos.
Lo que hay que decir de inmediato y como conclusión general
es que estos recursos policiales y esta estrategia represiva no
sirvieron para impedir la mayor concentración de masas
realizada por los movimientos que cuestionan este modelo de mundialización
capitalista. Es más, el asesinato de Carlo Giuliani y la
enorme cantidad de heridos en la represión del viernes
21 fue un acicate para la gran manifestación del sábado
que, según periódicos nada sospechosos de izquierdistas
como Il Corriere de la Sera, cifraban el número de manifestantes
en más de trescientos mil. Esta concentración de
masas supuso una crítica de fondo a las Cumbres del G -
8 y el primer batacazo serio del gobierno de la derecha extrema
de Berlusconi, Fini y Bossi.
2.Violencia, desobediencia civil y movilización social
La estrategia de criminalización del movimiento está
unida a él desde Seattle, confundiendo conscientemente
la violencia conocida y distinguible de una minoría, con
formas legítimas y pacíficas de desobediencia civil
y resistencia a la arbitrariedad del poder. Los violentos fueron
siempre diferenciables del resto del movimiento, iban por delante,
expulsados, muchas veces, por el servicio de orden de los propios
manifestantes. Lo sorprendente era que la policía les dejó
campar por sus respetos por toda la ciudad y cuando aparecían
con los manifestantes pacíficos, la policía actuaba
no contra ellos sino contra estos.
El día 21, viernes, fue declarado por los componentes
del Foro Social de Génova como día de desobediencia
civil. Se trataba de denunciar los ilegítimos y arbitrarios
métodos del gobierno Berlusconi para ocupar militar y policialmente
una ciudad e impedir el derecho de manifestación. Hubo
distintos cortejos, el más numeroso (unas 18.000 personas)
fue el de los Monos Blancos, donde la presencia de las Juventudes
de Refundación Comunista fue de enormes dimensiones. Este
cortejo, se preparó para resistir de forma pacífica
a las fuerzas de orden público, apenas protegidos con rudimentarias
máscaras antigás y, por supuesto, sin ningún
tipo de armas ofensivas.
La durísima represión policial fue preparada por
el llamado Bloque Negro que atacó a miembros de los COBAS
(organización sindical de base) y destruyó cuanto
encontró a su paso sin que la policía interviniese.
Cuando la cabeza del cortejo avanzó, la policía
pasó resueltamente a la ofensiva iniciándose una
confrontación que duró más de cuatro horas,
donde lo más significativo fue la capacidad de resistencia
del Movimiento; en ese contexto se dio el asesinato de Carlo Giuliani.
Ahora bien, donde se probó con claridad que el objetivo
real de la policía nunca fueron los violentos sino el Movimiento,
fue justamente en la gran manifestación del sábado.
La presencia de varios centenares de miles de manifestantes no
solamente no disuadió a las fuerzas represivas sino que
sólo a la eficaz reacción del servicio de orden
y a la madurez de los manifestantes se evitó una tragedia
de grandes dimensiones. Cuando la cabeza de la manifestación
estaba llegando a la Plaza Kennedy y el final de la misma aún
no había salido se dieron las mismas condiciones de los
días anteriores. El Bloque Negro, que nunca superó
las 2.000 personas lo destrozaban todo impunemente frente a una
policía que aprovechó la situación para lanzar
todos sus efectivos contra el grueso de la manifestación
pacífica, en una provocación perfectamente consciente
para convertir el enorme éxito de la manifestación
en un debate sobre heridos, destrucción y violencia. En
ese momento, el servicio de orden, donde sobresalía la
presencia eficaz de Refundación Comunista, cuyo cortejo
andaba en torno a las 100.000 personas, desvió la manifestación
del recorrido previsto evitando la provocación de la policía,
aún así, ésta persiguió a los manifestantes
durante todo el recorrido. De nuevo hay que señalar el
enorme sacrificio de tantos y tantos jóvenes italianos,
los muchos Carlo Giuliani existentes en el Movimiento, que se
enfrentaron abiertamente a la policía para proteger a los
manifestantes. En este contexto no fue nada extraño que
el centro de prensa y acogida del GSF, insistimos, puesto a disposición
del Movimiento por el Ayuntamiento de Génova, fuese tomado
militarmente, sin orden judicial alguna y destruyéndolo
todo, especialmente los ordenadores presumiblemente para hacer
desaparecer pruebas que inculpaban a la policía y machacar
literalmente a toda la gente que allí dormía. Sólo
la presencia masiva de periodistas impidió que las mentiras
del gobierno prosperasen. Hoy sabemos que los detenidos fueron
torturados física y síquicamente, obligados muchos
de ellos a gritar vivas al Duce y sometidos a vejaciones propias
de una dictadura y no de una democracia que se considera a sí
misma avanzada y civilizada.
3.¿Alguien va a recordar los acuerdos del G - 8 en Génova?
Como es sabido, el tipo de reuniones que se han venido conociendo
como G-7 o G-8, responden al intento, por parte de los siete países
más ricos del mundo más Rusia, de gobernar de hecho,
y no de derecho, cosa que se olvida con bastante frecuencia, los
complejos procesos que la globalización capitalista ha
puesto en marcha en todo el mundo. Señala una contradicción
de hondo calado: el predominio actual del capital se ha fundamentado,
en gran medida, limitando el poder de los estados nación,
lo que a su vez ha provocado una pérdida apreciable de
control sobre el propio proceso de globalización, ya que
no se ha creado ningún instrumento de regulación
a escala internacional. Para decirlo de otra manera, el capital
ha logrado un predominio real a costa de acentuar su tendencia
a la crisis y al caos.
Lo que se pretendía con este tipo de reuniones era: a)
consensuar la hegemonía norteamericana; b) coordinar, en
la medida de lo posible, las políticas monetarias y cambiarias;
c) asegurar el funcionamiento global del sistema imponiendo políticas
neoliberales y de ajuste estructural, sobre todo para el tercer
Mundo; d) dirigir, de modo consensuado, los organismos económicos
internacionales, fundamentalmente el FMI y el BM. Las cumbres
no sólo han tratado cuestiones económicas sino que
han intervenido y los siguen haciendo en el diseño de las
políticas de seguridad y defensa, en cuestiones medioambientales
y en problemas de tanta actualidad como los migratorios. Así,
han estado discutiendo el tipo de reforma que habría que
realizar en las Naciones Unidas. No se equivocan aquellos que
piensan que el G-7 es, de facto, un intento más de asegurar
un gobierno mundial bajo la hegemonía norteamericana.
Lo que se acordó en la Cumbre de Génova, que dicho
sea de paso no pasará a la historia, fue un gran descubrimiento,
un milagro, tal como lo definió Berlusconi: que sólo
la libertad de mercado genera prosperidad económica y democracia
política. Partiendo de un aserto tan innovador y tan históricamente
comprobado, lo que vino después era de esperar; una enésima
promesa para reducir la deuda externa de los veintitrés
países pobres altamente endeudados, un fondo para luchar
contra el SIDA y unas vacuas promesas sobre el grave asunto de
la crisis medioambiental.
Con respecto a la cuestión de la deuda, para entender
de qué se habla, como ha señalado Pepín Vidal,
se trata de una promesa reiterada ya desde 1996 (cumbre de Lyon
del G-7), anunciada de nuevo en la reunión de Colonia del
99 y ahora vuelto de nuevo a anunciar. Berlusconi dijo que se
iba a condonar el 70% de la deuda de estos países, pero
"olvidó" aclarar que esta reducción será
sobre los intereses de la deuda y no sobre el principal. Para
entender esta cuestión conviene conocer algunos datos:
a) la deuda global del Tercer Mundo supera los dos billones de
dólares; b) estos países aportan anualmente más
de doscientos mil millones de dólares por servicios de
la deuda; c) entre 1982 y 1998 éstos pagaron casi cuatro
veces el monto total de su deuda y la deuda actual es tres veces
superior a la que tenían en 1982; d) en concreto los PPAE
(los cuarenta y un países pobres altamente endeudados)
según Eric Toussaint, tienen una deuda global de más
de doscientos mil millones de dólares, pues bien, dichos
países aportaron en 1999 mil seiscientos ochenta millones
de dólares más de lo que recibieron en calidad de
nuevos préstamos.
En lo referente al fondo sobre el sida, aportar un fondo en torno
a los mil setecientos millones de dólares que apenas si
representa la séptima parte de lo que las Naciones Unidas
consideran un mínimo para afrontar la lucha contra el sida.
Por lo que respecta al medioambiente casi mejor no hablar, ahí
están el rechazo a Kioto por parte de Estados Unidos, y
el acuerdo de Bonn que a pesar de rebajar las condiciones de aquél
tiene ya el rechazo de la administración Bush.
El problema de fondo de estas cumbres tiene que ver con lo que
se señaló anteriormente, las dificultades para aceptar
una hegemonía norteamericana poco o nada interesada en
consensos con sus "inferiores". La llamada tentación
unilateral de EE.UU, lo que viene a decir es que no están
dispuestos a aceptar ningún límite a su predominio,
por eso, sin grandes dificultades se lanzan a una nueva carrera
militar, rechazan las débiles limitaciones al deterioro
ecológico, no aceptan la liquidación de los paraísos
fiscales, se oponen al Tribunal Penal Internacional y por último
se niegan a firmar el tratado que limita el uso y desarrollo de
armas bacteriológicas y químicas.
4.Nuevos sujetos y emergencia de figuras sociales complejas
Se ha discutido, también en los distintos foros de Génova,
sobre los objetivos, naturaleza y características de lo
que Fausto Bertinotti llamó el movimiento crítico
de nuestra época. Como casi siempre, se buscan referencias
en el pasado que, de una u otra forma, ayudan para entender, entre
similitudes y diferencias, las características de un movimiento
que sorprende hasta a sus propios miembros. Se ha hablado, hemos
hablado, del 68 en el sentido de la emergencia de una cultura
o sensibilidad unida a un movimiento generacional y sus relaciones
con las izquierdas tradicionales realmente existentes. En este
sentido, hay similitudes, pero pesan más las diferencias.
Si bien se trata de la presencia de una nueva generación
como la del 68, su composición social es muy diferente;
no se trata ya de estudiantes que actúan como tales o que
buscan su proletarización yendo a la fábrica, sino
de figuras sociales centradas en un nuevo tipo de proletario en
su sentido etimológico, de trabajador precarizado sin redes
de protección social públicas y que se organizan
mediante un asociacionismo difuso muy denso subjetivamente. Carlo
Giuliani representaba esta figura social emergente: joven, hijo
de militante comunista y dirigente de la CGIL de Génova,
con estudios superiores sin terminar (dejó la carrera de
Historia), emancipado tardíamente de sus padres, viviendo
de trabajos precarios y conectado a los centros sociales y a los
círculos de base de la Juventud Comunista.
Estas figuras emergentes fueron uno de los varios ejes de la
masiva movilización. Lo más significativo es que
también lo fueron en la última lucha en Italia de
los metal-mecánicos. Los nuevos proletarios precarizados
empiezan a ser sujetos determinantes de la lucha social y parte
fundamental del Movimiento Antiglobalización. No es de
extrañar que los sectores más ortodoxos y tradicionales
de la izquierda comunista, y no sólo de ella, demuestren
una escasa capacidad de análisis al contraponer la lucha
antiglobalización con la lucha social y sindical, olvidando
que la contradicción entre el capital global y los trabajadores
se engarza desde formas diversas que reflejan sujetos sociales
diferenciados, producto de la desintegración de las relaciones
laborales puesta en práctica por las políticas neoliberales.
Los que han hablado de "metafísica de lo nuevo"
o de "turismo político" no sólo demuestran
ignorancia sino un aislamiento preocupante de la cambiante realidad
social además de suponer un obstáculo real a la
intervención política en el tipo y formas de luchas
de clases que se dan, de modo nuevo y diferenciado, en la actual
fase del imperialismo globalizador.
Más allá de la plural composición del Movimiento,
lo que realmente se está configurando desde Seattle a Porto
Alegre y de Praga a Barcelona es un sujeto político internacional,
popular, democrático y anticapitalista. Éste es
otro de los aspectos diferenciadores del 68; sin bien, hasta ahora
el 68 tuvo una mayor participación en las movilizaciones,
el actual Movimiento crítico tiene una mayor conciencia
política y se articula explícitamente en redes internacionales
que intentan intervenir desde supuestos también internacionales.
5.Las lecciones de Génova
La gran concentración de masas en la capital de la Liguria
italiana obliga a una reflexión de fondo sobre el contenido,
formas de intervención y propuestas del movimiento de resistencia
a la globalización capitalista. La primera cosa que habría
que señalar es que el movimiento de resistencia se configura
cada vez más como un sujeto político y social no
coyuntural ni episódico, que se organiza, actúa
e interviene políticamente a escala internacional. Segundo,
la centralidad de este movimiento para la izquierda, deviene de
sus dimensiones, de su composición y de la propuesta anticapitalista
que defiende. Tercero, que se trata de un movimiento que se autoalimenta,
que crece y va acumulando efectivos, más allá de
los confines tradicionales de la izquierda y que organiza fuerzas
sociales y culturales existentes difusamente hasta el presente.
En cuarto lugar, el futuro del Movimiento en un contexto de criminalización
cada vez más evidente, tendrá que ver con su capacidad
para equilibrar los elementos de espontaneidad, flexibilidad y
apertura, tan típicos de todos los movimientos reales,
con los elementos conscientes unidos al programa, a la organización
y a la capacidad de intervención política y a sus
conflictivas relaciones con las instituciones tradicionales. Por
último, por su capacidad para buscar puentes y alianzas
concretas con las organizaciones tradicionales de la izquierda.
Manuel Monereo es de la Presidencia Federal de IU
Manuel Monereo
Titulo Original: Génova: resistencias, nuevos sujetos y
reconstrucción de un movimiento anticapitalista
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