El propuesto borrador de la declaración
Ministerial es un ejemplo de la clase de tácticas clandestinas
a las que recurren las grandes potencias
Desesperación es la única palabra
que describe las payasadas de las superpotencias del comercio
en la víspera de la Cuarta Reunión Ministerial de
la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Doha, Qatar.
Existe una tremenda presión sobre los países en
desarrollo para que endosen una nueva ronda de negociaciones comerciales,
y las armas incluyen la manipulación del antidemocrático
sistema de toma de decisiones de la OMC y formas más directas
de chantaje.
Una Intensa Seguridad
La reunión en el Hotel Sheraton se está
realizando en medio de fuertes medidas de seguridad que han convertido
a esta ciudad de más de 600,000 habitantes en una zona
de alta seguridad, ante la consternación de los Qataris
promedios, muchos de quienes declaran que EE.UU. está exagerando
los peligros de realizar la conferencia en esta ciudad del Golfo.
Las medidas de seguridad han aislado el sitio de la conferencia,
y hacen que el transporte de ida y vuelta a los hoteles sea un
ejercicio de ingenio para muchos delegados.
Un ataque armado el miércoles 9 de noviembre,
realizado por un supuestamente perturbado pistolero Qatari en
una base de municiones usada por EE.UU. en las afueras de Doha,
ha elevado la tensión. Aún antes de ese acontecimiento
la oficina del Representante Comercial de EE.UU ya había
decidido trasladar a los representantes de ONGs estadounidenses
de sus diversos alojamientos y unirles a la delegación
oficial en el hotel Ritz Carlton, que se convirtió en un
campamento armado, con conexiones logísticas a buques de
guerra estadounidenses esperando en el Golfo una posible evacuación
de los delegados de ese país. Había más que
suficiente espacio en el hotel puesto que el número de
personas en la comisión oficial de EE.UU. se redujo de
aproximadamente 300 a 40. En las negociaciones comerciales globales
quizás más importantes en una década, no
están presentes ni la Secretaria de Comercio de EE.UU ni
la Secretaria de Agricultura, ni hay un representante del Congreso.
Semejante dramática reducción en los
números no se limita a la delegación estadounidense.
La canadiense, normalmente una de las más grandes, se redujo
a menos de 50. Dice Maude Barlow, una destacada crítica
de las políticas comerciales de su gobierno: "de repente
todos enfermaron o tuvieron alguna dificultad en el último
minuto, y en un intento por cubrir el costo del avión gubernamental,
hasta me invitaron a mí para viajar a Qatar."
Prioridades diferentes
Es poco probable, sin embargo, que el número
reducido de actores claves de EE.UU y los otros miembros del llamado
"Quad" (La Unión Europea, Canadá, y Japón)
cambie la dinámica de la conferencia.
La mayoría de países en desarrollo quiere que la
reunión Ministerial enfoque aspectos relacionados con la
implementación de los compromisos resultantes de la Ronda
Uruguay. Esta posición fue manifiestada en una reciente
declaración del Grupo de los 77 que identificó "104
aspectos de implementación" que necesitaban ser "significativamente
resueltos, con urgencia antes de la Cuarta Reunión Ministerial
y sin ningún vínculo externo".
Los países en desarrollo han estado quejándose
del peso de implementar los 28 acuerdos diferentes que constituyen
la Ronda Uruguay, mientras las grandes potencias comerciales han
rechazado o han sido lentas en cumplir sus compromisos de proveer
un mayor acceso en sus mercados de los productos agrícolas
y textiles de los países en desarrollo, o de recortar los
enormes subsidios a sus intereses agrícolas.
Por otro lado, la Unión Europea y EE. UU.
han puesto de lado algunas de sus diferencias - temporalmente
- presentando un frente unido a favor de una nueva ronda de negociaciones
comerciales que enfocaría en extender el mandato de la
OMC e incluir los llamados "nuevos temas": inversión,
política de competencia, contratación gubernamental,
y facilitación del comercio. En esencia, son los mismos
temas que conformaron su agenda común antes de la desastrosa
reunión Ministerial de diciembre 1999. Aprendiendo de Seattle,
la U.E. y EE.UU. han bajado el tono de su desacuerdo sobre asuntos
de comercio agrícola, y aparentemente EE.UU. no piensa
insistir, en Doha, en el vinculo entre comercio y las normas laborales,
un punto clave de conflicto con los países en desarrollo
en Seattle.
El Controvertido Borrador de la Declaración
Ministerial
El propuesto borrador de la declaración Ministerial
es un ejemplo de la clase de tácticas clandestinas a las
que recurren las grandes potencias comerciales. Según Aileen
Kwa, analista con base en Ginebra que monitorea a la OMC para
Focus on the Global South, el borrador no da énfasis a
las prioridades presentadas por los países en desarrollo:
los aspectos de implementación, el " Trato Especial
y Diferenciado" a los países en desarrollo, mayor
acceso a los mercados de los países desarrollados, y revisión
de los acuerdos sobre Medidas de Inversión Relacionadas
al Comercio (TRIMS), los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados
al Comercio (TRIPS), y Servicios (GATS).
En vez de ello, el borrador proyecta un alegado
consenso en las negociaciones sobre los temas de competencia,
política de inversión, contratación gubernamental,
y facilitación de comercio, y que son las prioridades de
una minoría compuesta por los países comerciales
ricos y poderosos.
"A pesar de la posición claramente declarada por los
países en desarrollo de que no están dispuestos
a entrar en una nueva ronda hasta que se resuelvan los aspectos
de implementación y de toma de decisiones", dice Kwa,
"la declaración borrador pone en una posición
favorable al lanzamiento de una nueva ronda con una agenda abierta."
El borrador ha sido denunciado abiertamente por
Nigeria como "parcializado" y de "mostrar poca
consideración por nuestros países". Los amargos
reclamos de los países pobres provocaron que Stuart Harbinson
de Hong Kong, presidente del Consejo General de la OMC, abandonara
una sesión informativa en Ginebra la semana pasada. Muchos
gobiernos están furiosos porque el borrador no reconoce
la posición fuerte que tomaron respecto al Principio de
que nada en el acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual
Relacionados con el Comercio (TRIPS) les impedirá tomar
medidas de protección de la salud pública, subordinando
las patentes.
El borrador fue producto de consultas realizadas
en un círculo cerrado de aproximadamente 20-25 participantes
--el proceso del llamado Salón Verde -que eficazmente excluye
a la mayoría de los miembros de la OMC. En los preparativos
para Qatar, este proceso excluyente realizó dos "mini-Ministeriales",
una en México a finales de agosto, y otra en Singapur el
13-14 de octubre. Cómo uno logra ser invitado a estas reuniones
es poco claro. Kwa cita el caso del embajador de un país
con una economía en transición al que la Secretaría
de la OMC le prometió una invitación a un Salón
Verde pero nunca la recibió.
También hubo el caso de un embajador africano
que quiso asistir a la mini-ministerial de Singapur: cuando él
se acercó a la Secretaría de la OMC para pedir una
invitación, le dijeron que no eran los responsables de
la reunión. Cuando intentó ante la misión
de Singapur en Ginebra, la contestación fue que ellos simplemente
coordinaban la reunión y no estaban en posición
de enviar invitaciones.
La desilusión de los países en desarrollo
con el proceso del Salón Verde fue una de las razones para
el colapso de la Tercera Reunión Ministerial en 1999. En
ese momento, Charlene Barshefsky, entonces Representante Comercial
de EE.UU, admitió que el proceso de toma de decisiones
de la OMC era poco transparente e injusto y tenía que ser
cambiado. Stephen Byers, Secretario de Estado para el Comercio
e Industria del Reino Unido, fue aún más enfático,
diciendo que la "OMC no podrá continuar en su forma
actual. Se necesita un cambio fundamental y radical para que cumpla
con las necesidades y aspiraciones de todos los 134 miembros."
Ese momento de candor, sin embargo, fue olvidado
rápidamente, pues los países desarrollados se percataron
de que en una organización como la OMC, donde los países
en desarrollo son la mayoría, las grandes potencias sólo
pueden dominar a través de mecanismos no-democráticos
como el Salón Verde y el llamado "Sistema de Consenso".
Apenas dos meses después de Seattle, Mike Moore, Director
General de la OMC, dijo a los países en desarrollo en la
décima conferencia de la UNCTAD, en Bangkok en febrero
del 2000, que el sistema del Salón Verde/Consenso era "no-negociable".
Y allí quedó ese asunto.
Capitalizando la Tragedia
Las superpotencias comerciales no han desperdiciado
ninguna oportunidad de promover una nueva ronda comercial. Todavía
salía el humo de las ruinas del Centro de Comercio Mundial
en Nueva York cuando el Representante Comercial de EE.UU., Robert
Zoellick, aprovechó la tragedia para instar por una liberalización
comercial aún mayor a través de la OMC y otros mecanismos,
afirmando que el libre comercio es una de las mejores maneras
de contraatacar al terrorismo. Otros han sido más atrevidos:
en una reciente conferencia en Budapest, David Hartridge, un influyente
alto funcionario de la Secretaría de la OMC, declaró
abiertamente que los terroristas del 11 de septiembre y los activistas
anti globalización corporativa, comparten una propensión
hacia una "conducta violenta" y advirtió a la
gente no ir a Ginebra a participar en las manifestaciones contra
la OMC a mediados de noviembre, porque "habrá violencia".
Mientras los países en desarrollo mantuvieron
su posición durante los meses siguientes al fracaso de
la Ministerial de Seattle en diciembre de 1999, muchos observadores
temen que su determinación se debilite ahora, ante la presión
en bloque de los países desarrollados. Además de
estar sujetos al excluyente proceso de toma de decisiones de la
OMC, algunos países están sometidos a una presión
más directa. Según Shefali Sharma del Instituto
para la Política Agrícola y Comercial (IATP), EE.UU.
envió cartas a Haití, la República Dominicana,
y varios otros países, amenazando con revocar la situación
comercial preferencial de estos países en algunos acuerdos
comerciales, debido a que se oponen a la liberalización
de las contrataciones gubernamentales, una prioridad en la agenda
estadounidense en la Ministerial de Doha.
¿Último Hurra?
Es posible que los países comerciales poderosos
se salgan con la suya y logren en Doha una declaración
que incluya una nueva ronda de negociaciones comerciales . Pero
el obstáculo más grande a la liberalización
del comercio quizás ya no serán los países
en desarrollo sino la propia economía global que se está
contrayendo de manera muy rápida, precisamente por la interconexión
de las economías provocada por la globalización
y la liberalización. Tanto en los países desarrollados
como en los países en desarrollo, la presión para
salvaguardar a las industrias domésticas, priorizar el
crecimiento impulsado por la demanda doméstica, y neutralizar
las vulnerabilidades de las economías orientadas hacia
las exportaciones, en un momento de recesión global profunda
probablemente inhibirá cualquier movimiento significativo
hacia una mayor liberalización. Más bien, la Cuarta
Ministerial puede ser el último "hurra" de la
OMC y del proyecto de globalización económica en
que aquella fue la joya de la corona.
Walden Bello, Focus on the Global South
Walden Bello es el Director Ejecutivo de Focus on the Global
South, un programa de investigación, análisis y
promoción, con base en Bangkok, Tailandia; y es profesor
de sociología y administración pública en
la Universidad de Filipinas.
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