El ex funcionario de Nixon arremete contra
lo que denomina un movimiento sin precedentes
El fenómeno de la justicia global abre polémicas.
La más reciente se disparó en la publicación
sobre relaciones internacionales, Foreign Affairs, entre el ex
secretario de Estado, Henry Kissinger, y los exponentes de grupos
defensores de derechos humanos.
Las rígidas críticas de Kissinger
contra la justicia global motivaron la polémica. En su
artículo en Foreign Affairs de agosto, "Las trampas
de la jurisdicción universal", el ex funcionario de
Nixon arremete contra lo que denomina un movimiento sin precedentes,
"que sin pasar por un debate sistemático, pone a jefes
de estado y altos funcionarios en el mismo nivel que piratas,
secuestradores y otros marginales".
El artículo repercutió en Chile, donde el ex dictador
Augusto Pinochet es -sino el primero- el más claro ejemplo
del accionar de la justicia global, con su detención, dos
años atrás, en Gran Bretaña a pedido del
juez español, Baltasar Garzón, por crímenes
cometidos en la nación trasandina, durante su dictadura.
La prensa en Santiago se hizo eco rápidamente
del pensamiento del ex secretario de Estado.
En su artículo Kissinger descarga una batería
de críticas contra las cortes nacionales que apelan a la
justicia global. Y describe al pedido de extradición de
Garzón contra Pinochet como la individualización
de "un hombre de la derecha al que está de moda denigrar".
Sus críticos subrayaron que Kissinger omitió que
el ex dictador chileno fue buscado porque las fuerzas de seguridad
a su cargo asesinaron e hicieron "desaparecer" a por
lo menos 3.000 personas.
Para Kissinger, "la doctrina de jurisdicción
universal asegura que algunos crímenes son tan horrendos
que sus perpetradores no deberían escaparse de la justicia
invocando doctrinas de inmunidad soberana o la sacrosanta naturaleza
de las fronteras nacionales". Y sostiene que "el peligro
radica en presionar los esfuerzos hasta el extremo de correr el
riesgo de sustituir la tiranía de los jueces por la de
los gobiernos; históricamente, las dictaduras de los virtuosos
frecuentemente han llevado a la inquisición e incluso a
la casa de brujas".
La posición desde la cual Kissinger escribe
estas líneas es la de potencial víctima de la justicia
global. En mayo pasado, el juez parisino, Roger Le Loir, lo citó
en calidad de testigo para que declare en cortes francesas sobre
la desaparición de cinco ciudadanas galas, en el marco
de la "Operación Cóndor", en América
latina.
El viernes, el gobierno de Ricardo Lagos, pidió
al Consejo de Defensa del Estado que investigue el asesinato del
periodista norteamericano, Charles Hofman, que originó
la película "Missing" de Costa Gavras, en pleno
golpe de Estado contra Salvador Allende, en 1973.
El juez que sigue el caso Hofman, Juan Guzmán,
ya envió a Washington un exhorto con 30 preguntas para
que sean respondidas por Kissinger.
Desde esta posición, el ex funcionario descalifica
a la jurisdicción universal: "un concepto de cosecha
reciente", -dice-, que "no figura en el diccionario
(legal), Black''s Law". Incluso destaca la decisión
del ex presidente Bill Clinton de no enviar al Senado el Tratado
sobre la Corte Penal Internacional, ni recomendar a su sucesor
que lo haga.
Kissinger fustiga entonces "el extraordinario
intento de la CPI de hacer valer su jurisdicción en las
Américas aún con la ausencia de Estados Unidos en
el tratado". Sus detractores dan por tierra con este punto,
al indicar que EE.UU. hace valer esa misma jurisdicción
cuando persigue a terroristas o narcotraficantes.
Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights
Watch, publicó en Foreign Affairs de este mes, su réplica
bajo el título de "El caso de la jurisdicción
universal".
Roth dice que Kissinger cataloga una lista de motivos
para quejarse contra el concepto de justicia global. Y opina:
"Sus objeciones están fuera de lugar, y la alter nativa
que él propone es apenas un poco mejor que la vuelta a
la impunidad".
Alejandra Pataro, Clarín
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