Por el Foro Mundial de Educación
El objetivo de este texto es presentar los análisis,
conclusiones y principales propuestas del Foro Mundial de Educación
(FME), realizado en Porto Alegre, del 24 al 27 de octubre del
2001. El FME se colocó explicitamente en la dinámica
del primer Foro Social Mundial (FSM), de enero del 2001, y en
la perspectiva del segundo FSM. Participaron cerca de 15 000 personas
venidas de 60 países: profesores y educadores, profesores
universitarios y pesquisadores, directores y responsables de escuelas
o de instituciones educativas, y también estudiantes, representantes
sindicales o de movimientos sociales comprometidos con la lucha
por una sociedad y un mundo más democrático, más
solidario, más justo.
Los temas de las conferencias y de los debates permiten percibir
las orientaciones del FME. Cuatro conferencias plenarias abordaron
los siguientes temas: "educación como derecho",
"educación, trabajo y tecnología", "educación
y culturas", "educación, transformación
y utopias". Hubo también cuatro debates "especiales"
sobre la educación en relación a los órganos
internacionales, la sociedad de la información, la educación
popular, los movimientos de resistencia y las alternativas a las
políticas neoliberales. Fueron organizados también
12 debates temáticos. Además de eso, 772 trabajos
exponiendo políticas, experiencias y pesquisas fueron presentados
y 29 foros, encuentros o seminarios "paralelos" fueron
realizados. Nunca un encuentro internacional de tan amplia magnitud
había sido organizado antes, encuentro marcado por la diversidad
de participantes de temas y al mismo tiempo por la convergencia
de las esperanzas y de las luchas.
Es obviamente imposible resumir la totalidad de las ideas intercambiadas
durante esos cuatro días. Se presentaron aquí los
análisis de la situación actual de la educación
en un mundo víctima de la globalización neoliberal,
y los principios fundamentales afirmados por el FME, principios
de los cuales resultan algunas propuestas.
1. La educación víctima de la globalización
neoliberal
El principio afirmado por el FME es aquél que concluye
la Carta escrita durante el Foro: " la educación pública
para todos como derecho social inalienable, garantizada y financiada
por el Estado, que no se puede reducir a la condición de
mercadería y servicio, en la perspectiva de una sociedad
solidaria, radicalmente democrática, igual y justa".
Ese principio se opone a la lógica de la globalización
neoliberal, y más especificamente, al Banco Mundial, cuya
visión se volvió predominante en las políticas
internacionales sobre la educación a lo largo de los años
80. Esa visión puede ser resumida en los siguientes puntos
:
· La educación debe ser pensada y organizada con
prioridad en una lógica económica y como preparación
al mercado del trabajo. Ella es la acumulación de un capital
humano que debe ser pensado en términos de costos y beneficios.
Ella forma parte, así como cualquier otro capital y cualquier
otra mercancía, de un mercado.
· Consecuentemente, las inversiones en la educación
y los currículos deben ser pensados de acuerdo con las
exigencias del mercado. Por un lado, es preciso formar trabajadores
"empleables", "flexibles" y "adaptables",
"competitivos". Eso se traduce por una presión
de los sectores económicos sobre los currículos.
Por otro lado, es preciso desarrollar una educación de
base para todos (con una duración de cerca de cuatro años)
y al mismo tiempo organizar la enseñanza secundaria y superior
en relación a las exigencias del mercado y sobre la forma
de un mercado educativo sin reglamento. Ese esfuerzo para someter
la educación a las exigencias de mercado capitalista ocurre
en todos los niveles, inclusive en la enseñanza superior
y en el área de pesquisa, cada vez más dependiente
de los intereses y de los recursos del gran capital.
Esa visión de la educación, impuesta por algunos
órganos internacionales, tuvo un efecto muy concreto de
colocar un número creciente de países delante de
un dilema: deben escoger entre pagar la deuda externa (aumentada
en intereses estupendos) o dar educación para todos.
Esa visión trae una serie de consecuencias:
· Fundamentalmente la dimensión cultural y humana
de la educación siendo oculta, el derecho a la identidad
cultural y a la diferencia cultural, mal respetada antes de la
globalización, ya ni es más reconocida. La dimensión
universalista, referida a la que es común a todos los hombres
más allá de cualquier diferencia cultural también
no está siendo considerada. La cuestión de la diferencia
cultural y del universalismo, del derecho a ser diferente culturalmente
y al mismo tiempo semejante (e igual) en términos de dignidad
y reconocimiento, ya ni está más escrita: de la
educación, son reconocidos apenas sus aspectos económicos
y profesionales. Dentro de esa lógica de desvalorización
de la cultura y, por lo tanto, de los universos simbólicos
(lógica que se observa también en el sector del
arte o de la comunicación), lo que está amenazado
son las propias referencias que permiten al sujeto construirse.
¿Cómo quedar sorpreso, entonces, con las explosiones
de violencia y, de forma más general, de la violencia difusa
y omnipresente en las sociedades contemporáneas? Así,
la reducción neoliberal de la educación al estatuto
de mercadería amenaza al hombre en su universalidad humana,
en su diferencia cultural y en su construcción como sujeto.
· El papel del Estado en materia de educación está
siendo respondido y, de hecho, retrocede. Ése papel está
aún más respondido en la medida en que el neoliberalismo
combate todas las formas de reglamentación, por lo tanto,
contra todos los espacios públicos y contra la propia cultura
del servicio público. La intervención del Estado
está considerada legítima apenas para hacer la gestión
y limitar los perjuicios sociales y, por lo tanto, los riesgos
de explosión social ligados a esas políticas educativas
neoliberales : se espera de él apenas que desarrolle políticas
puntuales y que compensen junto algunas poblaciones (que pueden
también constituir la mayoría de la población
de un país...). La educación pasa entonces a ser
concebida como auxilio social y deja de ser un derecho humano
y un proyecto de dimensión universal y ciudadana.
· En esa situación, se observa un aumento de la
enseñanza particular, en todos os niveles y principalmente
a nivel universitario. Se ve también la introducción
de la lógica del mercado en las propias instituciones públicas,
cada vez más colocadas en situación de concurrencia
no solamente con las instituciones particulares, mas también
con ellas mismas. En el área universitaria, se busca imponer
la idea que las universidades, inclusive las públicas,
deben auto-sustentarse. Alias, a veces, y de forma cada vez más
clara, no es apenas la lógica del mercado que se apodera
de la escuela, mas las propias empresas (los bancos, las grandes
multinacionales) que se introducen cinicamente en la escuela para
vender o valorizar sus productos o servicios.
· Los niveles de escolarización de base aumentan
más las desigualdades sociales el acceso al saber se agraba.
Se agraba porque se pide a la escuela pública de base incluir
poblaciones que la lógica neoliberal lleva, paralelamente,
a la exclusión o a la marginalización. Se agraba
porque la escuela pública debe enfrentar esa contradicción
sin recibir, las inversiones debidas, sea en términos financieros,
sea en términos de formación, sea en términos
de pesquisas e innovaciones pedagógicas. Se agraba porque
los jóvenes están cada vez más escolarizados
en instituciones diferentes, dependiendo del estatuto socio-económico
de sus países. Se constata así el desarrollo de
redes educativas cada vez más diferentes y jerarquicas.
En esas redes, la escuela pública debe recibir las poblaciones
más frágiles, en las condiciones más difíciles.
Por lo tanto, se percibe que la educación de base (que
aún ni está providenciada en muchos países),
seguida por los alumnos durante mucho tiempo, está acompañada
por un fracaso macizo con analfabetismo, fugas, atraso, etc. Mas,
es preciso observar que la escuela pública resista y, en
muchos lugares, lucha, innova, se renueva a si misma.
· Las primeras víctimas de esa situación
son las poblaciones más frágiles: pobres, niños
de emigrantes, comunidades indígenas, jóvenes perteneciendo
a minorias étnicas, religiosas o culturales dominadas,
famílias marginalizadas por una serie de motivos. Son víctimas
también los educadores, no solamente porque sus condiciones
de trabajo son peores, mas también porque, en muchos lugares,
es su propia identidad que está frágil. Está
frágil principalmente cuando se intenta redefinirlos como
técnicos de la educación, olvidándose que,
mismo que deban aumentar su calificación, ésta es
eficiente apenas cuando es acompañada de un comprometimiento
ético.
· Paralelamente, se observa tentativas de desarrollo de
un mercado educativo a partir de las nuevas tecnologías
de la información y de la comunicación. Ese mercado,
que funciona según las leyes de la rentabilidad, que escapa
a cualquier forma de reglamentación, que no es accesible
igualmente para todos, anuncia una nueva forma de exclusión,
"la exclusión digital". Esas nuevas tecnologías
sirven de justificativa a la falta de comprometimiento del Estado,
creando la ilusión de que a solución de los problemas
estaría no en el refuerzo de la escuela pública,
mas en el equipamiento general en computadores y en la creación
de una educación a distancia. La verdad, es que la técnica,
por más útil que pueda ser, no puede resolver los
problemas sola. Es muy raro cuando la presencia de computadores
en la enseñanza de base y la conexión a la Internet
engendran prácticas innovadoras permitiendo resolver los
problemas colocados por la exclusión social y escolar.
· El pensamiento neoliberal destaca valores entre los cuales
algunos siempre fueron y aún son los valores de los educadores
progresistas: la libertad, la autonomía, y sobre todo la
descentralización. En esas palabras, el pensamiento neoliberal
y el pensamiento progresista no colocan el mismo sentido. Es preciso
prestar mucha atención en la ambiguedad delas palabras
e intentar redefinir esos valores ligados al proyecto progresista
de sociedad y de mundo y a las luchas sociales.
2. Principios de base y propuestas por la educación en
una sociedad y un mundo más solidario, más democrático,
más igual, más justos
Dos principios, ligados uno al otro, deben orientar la reflexión
y las propuestas.
En primer lugar, la educación es un derecho y no una mercadería.
Es un derecho universal, ligado a la propia condición humana
y es sin embargo derecho que ella debe ser defendida. No es con
prioridad un instrumento de desarrollo económico y social,
apesar de que pueda ser considerada como tal, secundariamente.
No es una preparación para el mercado de trabajo tal como
está, a pesar de que pueda tambien ser un proceso de calificación
profesional - que debe ser ligada a las luchas para transformar
las relaciones de producción y las relaciones sociales.
Ella es fundamentalmente un triplo proceso a través del
cual, de forma indisociable, el pequeño hombre se vuelve
un ser humano, el miembro de una sociedad y de una cultura en
un momento y un lugar particular, un sujeto con su historia personal.
Es movimiento de, socialización, subjetivación.
Es cultura como entrada en universos simbólicos, como acceso
a una cultura específica, como movimiento de construcción
de sí. Es derecho al sentido, derecho a las raices, derecho
a un futuro. Es derecho universal, derecho a la diferencia cultural,
derecho a la originalidad personal. Esos tres derechos deben ser
considerados.
Mientras, no se puede esconder que, a veces, están en
contradicción. Ciertas formas de diversidad cultural pueden
contradecir derechos humanos fundamentales, principalmente en
el tratamiento reservado a las mujeres o a los niños. Es
preciso afirmar claramente que defender el pluralismo no es admitir
el relativismo: el derecho a la diferencia cultural no puede abrir
un derecho que niega el acceso a la vida pública a las
mujeeres, que imponen a los niñoss un trabajo precoz no
educativo, que mutila niños. El derecho de la diferencia
tiene su legitimidad en la igual dignidad de todos los seres humanos
y no pueden ser invocado contra esa dignidad y contra la igualdad.
Por otro lado, la dimensión universal de un proyecto educativo
progresista no debe servir para ocultar formas actuales dominantes,
abusivamente presentadas como universales. De la misma forma,
si cada uno tiene derecho a un pertenecer, se trata de un derecho
y no de una obligación: ningún sujeto debe ser obligado
a permanecer en la cultura o religión de sus antepasados.
La conciliación entre esos tres derechos (el universal,
a la diferencia cultural, a la historia personal) no es siempre
fácil, inclusive en el campo de la educación. Todavía,
ella se vuelve más fácil cuando la educación
está ligada a movimientos de lucha progresistas por más
solidariedad, igualdad y justicia.
Em segundo lugar, la globalización, en su forma actual,
neoliberal, no es la única posible. El acto de luchar contra
esa globalización no implica un aislamiento voluntario,
en su grupo de origen, su sociedad, su país. Al contrario,
las luchas progresistas siempre fueron luchas por más solidariedad,
dentro del país y entre los países. Contra las redes
de dinero y de poder que están globalizando el mundo, es
preciso oponer las luchas para construir un mundo abierto más
solidario: una otra forma de globalización (o de mundialización).
La educación es un instrumento y una área importante
para esas luchas en la medida en que, por definición, ella
presenta una dimensión universal: apesar de las diferencias
entre culturas, todas son culturas construídas por seres
humanos. La educación siendo un derecho universal y en
la medida en que el proyecto progresista visa un mundo solidario,
la educación es un instrumento de lucha importante para
la paz, contra todas las formas de violencia, discriminación,
exploración, degradación del ser humano.
El hecho de la educación ser un derecho universal hace
con que la educación pública debe ella también
ser considerada como un derecho universal. Con efecto, por un
lado, la educación pública, y más especificamente
aún la escuela pública, es el único medio
para los pobres y los más débiles tener acceso a
la educación. De esa forma, el derecho a la educación
lleva al derecho a la escuela pública. Por otro lado, la
educación pública es, o debería ser y debe
volverr a ser, portadora de un proyecto de educación como
bien común, de educación abierta a todos, de educación
como derecho universal.
Esa definición de la educación pública como
derecho universal trae ciertas consecuencias:
· La educación de base debe ser obligatoria, condición
necesaria para que sea universal.
· La escuela pública debe ser gratuita en todos
los niveles (inclusive universitario) y debe ser de calidad (para
que no sean confundidos acceso a la escuela y acceso al saber).
Por lo tanto, debe recibir los financiamientos de que precisa
y los educadores deben recibir la formación académica
y profesional indispensable a una escuela de calidad.
· La escuela pública debe ser accesible a todos,
sin distinción de sexo o de pertenencia (étnica,
religiosoa, cultural,...). La igualdad de tratamiento entre todos
debe ser garantizada dentro de la escuela pública. Si medidas
particulares están tomadas a favor de los alumnos oriundos
de las camadas de la poblaciones más pobres o más
frágiles socialmente, deben juntarse a las medidas destinadas
a todos y no sustituirlas. La educación pública,
en la escuela pública u otros dispositivos públicos,
debe ser accessible a todas las edades: pequeña infancia,
infancia, adolescencia, edad adulta, vejez.
· La escuela pública debe ser defendida como un
derecho. La falta de respeto a ese derecho debe ser denunciado
publicamente como falta de respeto de los derechos del hombre.
Es preciso sobre todo denunciar publicamente, con amplia divulgación
(inclusive internacional), las exigencias de reducción
de los créditos fornecidos a la escuela pública,
impuestos por el FMI con sus programas dichos de ajuste (con el
apoyo de países dominantes, y particularmente de un país
hegemónico, que hacen bellos discursos sobre los derechos
del hombre para los países dominados en los cuales, no
se respeta el derecho universal a la educación). Las reformas
educativas deben ser el acto de una soberanía nacional
a la cual no se puede renunciar, y el efecto de las innovaciones
de los educadores, y no una adaptación al mercado globalizante.
· El hecho de la escuela pública ser un derecho
trae para ella obligaciones. El derecho no es simplemente el acceso
a la escuela pública, es el acceso al saber y a la educación.
Por lo tanto, debe ser definido un currículo común
de base para todos, que constituye una obligación para
la escuela y el Estado.
Por lo tanto, deben también ser respetados los principios
de base de una educación democrática en la sociedad
contemporánea:
· una educación al respeto de los derechos del
hombre y de la dignidad de si mismo y de los otros: contra la
violencia, la opresión, la droga...; luego, una educación
a los valores universales: libertad, igualdad, solidariedad, paz,
saber
· una educación que reconoce las diferencias culturales
y que las respeta y las lleva en cuenta (si estas no se oponen
al derecho a la dignidad ni a los derechos del sujeto)
· una educación que respeta los derechos del niño
(definidos en cartas internacionales), principalmente su derecho
a la expresión
· una educación que se inscribe en la perspectiva
del desrrollo sustentable y solidario, por lo tanto, una educación
ambiental y una educacón al conocimiento y al respeto del
patrimonio
· una educación que garantice la alfabetización
de todos (inclusive de los adultos analfabetas)
· una educación al pensamiento crítico y
racional, que protege contra todas las formas de fundamentalismo,
integrasionismo, populismo demagógico
· una educación que lleva en consideración
las evoluciones científicas y tecnológicas; luego,
una educación que, junto con el acceso a los libros (que
permanecen insustituibles), garantice el acceso al computador
y a las redes telemáticas (Internet) - pero, sin caer en
ilusiones como las referidas encima, ni confundir acceso a la
información y acceso al saberuna educación que lleva
en cuenta todas las dimensiones del ser humano, por lo tanto,
también el cuerpo (educación a la salud, educación
sexual), la sensibilidad y lo imaginario (educación al
arte)
· una educación a la ciudadanía y a la paz,
que desarrolle la conciencia de los derechos y deberes del ciudadano,
que construye sentimientos de pertenencia, que abre al niño
a su cultura, mas también sobre otras culturas, que educa
la tolerancia y a la gestión de los desacuerdos y de los
antagonismos a través de la palabra y del debate y no a
través de la violencia, que permite superar el abandono,
la pulverización relacional y la violencia difusa engendrados
por una urbanización desorientada y sin acompañamiento
educativo; la enseñanza de las lenguas extranjeras debe
contribuir a esa educación a la paz (algunos, durante el
FME, insistieron sobre la enseñanza del esperanto como
instrumento de educación para el encuentro de otro y de
la paz).
Tal educación supone repensar y muchas veces transformar
muchas prácticas pedagógicas actuales. No se trata
apenas de defender la escuela pública, mas también
de transformarla, a veces profundamente, para que ella no sea
más un lugar de fracaso para los niños pertenciendo
a las camadas sociales, comunidades y culturas más frágiles.
El derecho a la educación no es meramente el derecho de
ir a la escuela, es el derecho a la apropiación efectiva
de los saberes, saberes que hacen sentido y no simples informaciones
dadas por el maestro o encontradas en la Internet, es el derecho
a la actividad intelectual, a la expresión, a lo imaginario
y al arte, al dominio de su cuerpo, a la comprensión de
su ambiente natural y social, es el derecho a una orientación
que permite construir sus relaciones al mundo, a los otros y a
si mismo. Es preciso reconocer que las prácticas pedagógicas
actualmente dominante están lejos de garantizar siempre
el respeto de esos derechos y provocar una transformación
profunda de la escuela pública. Una transformación
que muestra su capacidad en transmitir un patrimonio, responder
a los desafios del presente y del futuro y se renovar a si misma.
Esa transformación debe ser acompañada por una
formación de los educadores ella misma profundamente transformada
y por la pesquisa. Implica el respeto de principios de organización
democráticos: organización del currículo
con ciclos pluri-anuales y no con clases de duración de
un año (teniendo cuidado para que prácticas correspondientes
a esa organización por ciclos sean desarrolladas); gestión
democrática y participativa de los establecimientos (con
participación de los propios alumnos, de representantes
de padres, de representantes de la comunidad); reuniones regulares
entre educadores y desarrollo de prácticas pedagógicas
en equipo e interdisciplinares.
Algunos otros principios y propuestas, más especificos
en tal nivel de enseñanza o con tal público, fueron
formulados durante el FME:
· Importancia de las políticas de educación
visando la pequeña infancia (guarderías, escuelas
maternales), de las cuales se sabe hoy que contribuyen mucho a
la reducción de las desigualdades delante de la escuela
· Principio de exclusión / integración de
los alumnos portadores de deficiencia (sordos, ciegos, etc.),
que deben ser incluidos en la red común de enseñanza;
sin embargo, se debe insistir sobre el hecho de que eso implica
una formación de los educadores para esa integración
(si no, esta puede engendrar nuevos efectos de discriminación)
· Derecho a la educación de los jóvenes (y
adultos) en situación de exclusión social o de conflicto
con la ley: personas presas, jóvenes en instituciones,
jóvenes en las calles y, más generalmente, jóvenes
y adultos viviendo en situación de vulnerabilidad o marginalización
sociales - lo que implica muchas veces la construcción
de abordages y pedagogías llevando en consideración
las especificidades de esas poblaciones (mas en una perspectiva
universal y no en la perspectiva discriminante de la "compensación"
y del auxílio social)
· Necesidad, en la enseñanza superior, de una ligación
estrecha entre la enseñanza, la pesquisa y las actividades
de profesionalización (o "extensión").
Ese principio debe ser aplicado igualmente a las universidades
particulares, cuya actividad no debe ser autorizada (inclusive
en materia de formación de los profesores) si ellas no
desarrollasen también pesquisa. Se trata aquí de
una protección del propio principio universitario (y de
los estudiantes y de los profesores). Por otro lado, la descentralización
y la autonomía universitaria no debe ser álibis
para el abandono de las universidades públicas por el Estado,
para desprender esas universidades de un proyecto nacional, para
obrigarlas a se financiar ellas mismas, mas deben ser formas de
respeto de la función crítica de la universidad
y de la pesquisa, y de su independencia en relación a los
poderes públicos y a las potencias económicas.
· La certificación profesional no debe ser entregada
a las fuerzas del mercado, mas debe ser garantizada por el Estado
(con sistemas de reconocimiento recíproco de esa certificación
entre los Estados).
3. La educación y las luchas sociales
El derecho a la educación, a la educación pública,
a la escuela pública, con todas las consecuencias que de
él decorren, no será instaurado por los poderes
actualmente dominantes. Al contrario, la globalización
neoliberal actual impone principios en contradicción total
con ese derecho. Ese derecho sólo puede ser conquistado
a través de luchas, y esas luchas podrán ser bien
sucedidas apenas si participaran de un movimiento más amplio
de luchas por una sociedad y un mundo solidario, igual, justo,
libre de los procesos de dominación y de exclusión.
Las luchas por la educación deben unirse a las grandes
corrientes de luchas sociales (representadas en el Foro Social
Mundial).
No es por acaso que, historicamente, hay una relación
entre el crecimiento de las luchas populares y el crecimiento
de la escuela pública, y, al revés, entre el reflujo
del movimiento popular y el crecimiento de la escuela particular
y de la mercantilización de la educación. Las luchas
populares son necesarias para imponer el derecho universal a la
educación y a la escuela pública. Por otro lado,
la educación popular es una herramienta de base fundamental
para la organización de las luchas de los sectores populares
contra la exclusión y para la construcción de alternativas
al modelo liberal globalizante. Esa relación tiene también
un valor pedagógico: por un lado, quien lucha se educa
y aprende; por otro lado, la memoria de los movimientos populares
y de sus luchas hace parte del patrimonio que la educación
debe transmitir de generación en generación.
Es fundamental resaltar que los excluidos (pobres, minorias,
comunidades, indígenas...) no deben ser apenas beneficiarios
de la educación, mas deben participar activamente, a través
del debate público y de la discusión de las opiniones
y de los intereses, de la formulación, de la ejecución
y del control de las políticas educativas. Estas no deben
ser la preocupación apenas de los dirigentes (con el riesgo
de una sumisión de la educación a intereses particulares),
ni de los educadores (con el riesgo de corporativismo), ni de
las comunidades (con el riesgo de un aislamiento comunitario que
perjudiquen al propio joven), mas debe pertencer al campo del
debate público contradictorio, participativo, democrático.
|