"El sistema mundial de poder ha utilizado
a Bin Laden y a los atentados como una suerte de salvoconducto"
"La solidaridad necesita de la soledad, aunque parezca
un contrasentido", dice despidiéndonos en la puerta
del Hotel Meliá Cohiba, vestido invariablemente de azul
y rematando una idea que lo obsesiona: el tiempo para escribir.
No le alcanza, y siempre tiene un discurso preparado para quienes
lo invitan a congresos y conferencias, el discurso del insustituible
aislamiento del escritor que necesita batallar a solas con las
palabras. Generalmente quienes lo llaman aceptan sus razones
y hasta lo compadecen, pero él termina yendo igual a
esos encuentros que lo persiguen por todo el mundo, aunque "lo
de este Festival en Cuba es distinto. Yo tengo una relación
especial con los organizadores".
El tiempo es también implacable capataz de esta entrevista.
Apenas una hora de conversación -"de todos modos,
tú no tienes mucho espacio", me consuela-, en la
que quedan muchas preguntas fuera, pero no el Eduardo Galeano
que una se ha imaginado después de leerlo en los libros
y perseguirlo en los periódicos. Habla como escribe,
le encanta que JR piratee todos sus artículos y hace
bromas tiernas, como el niño que es y que cualquiera
adivinaría en El libro de los abrazos. Mi compañero
de faena, Angelito, quiere enseñarle la fotografía
que le ha hecho y que aparece en la pantallita de la cámara
digital. "No, por favor, yo no me miro porque me da mala
suerte. A menos que ya hayan inventado la cámara que
le devuelve el pelo a la gente."
Galeano es, también, la sensibilidad. Para empezar es
él quien pregunta por las noticias del día: "¿qué
pasó en el juicio de los cubanos presos en Miami?"
"Dos cadenas perpetuas para Gerardo", le digo. "Eso
ya es demasiado, ¿no te parece?", y hay una pausa
larga, incrédula y dolorida, por la que se cuelan, irreverentes,
los acordes de un piano.
-Otra noticia de última hora es un vídeo en el
que Bin Laden se congratula de los ataques del 11 de septiembre.
Esto se presenta como la prueba de las pruebas, y el malo de
la película regresa en momentos muy oportunos ¿Qué
le parece?
-Las pruebas que se conocieron no son muy convincentes. A mí,
personalmente, me da la impresión de que a Bin Laden
le encanta atribuirse los atentados, o al menos dejar en el
aire la sospecha de que él fue el autor. No sé
si eso será verdad o no, quién sabe si alguien
sabe. Lo que sí se conoce, porque se puede deducir en
todo lo que está ocurriendo desde el 11 de septiembre,
es que se nos está invitando a caer en una trampa que
nos obliga a elegir entre un fanatismo y otro fanatismo, uno
religioso y otro militar, entre un señor que se cree
Mahoma y otro que se cree Buffalo Bill.
"De hecho el sistema mundial de poder ha utilizado a Bin
Laden y a los atentados como una suerte de salvoconducto para
hacer lo que se le ocurra. Te diría que habría
que citar a mi nieta Catalina, que tiene tres años y
que llegó de la escuela diciéndole a la madre
que estaban haciendo, junto con todos los chiquitos, un dibujo
sobre la paz. La madre le dijo: ¿pero tú qué
sabes lo que es la paz? La niña miró a su madre
con piedad, con lástima y perdonándole la vida
le respondió: `pero, mamá, cualquiera sabe: la
paz es vivir'. Yo creo que esa definición es perfecta
y podría servirnos de brújula en tiempos confusos
para no ceder a las tentaciones que nos ofrecen los enamorados
de la muerte."
-Muchísimo antes de que se desplomaran las Gemelas usted
denunció la dictadura de la imagen y la palabra únicas.
Si eso era entonces una realidad palpable, ¿ahora qué
estamos viviendo?
-Ahora solo empeoró mucho. Esto que no nació
el 11 de septiembre, que venía de antes, es la imposición
en la escala universal de un sistema que se disfraza de destino,
que dice: "Yo soy la eternidad", y la verdad sea dicha:
desde el 11 de septiembre para acá son muchas las puertas
que se han cerrado para los que intentan otras alternativas,
los que quieren ofrecer otras respuestas a los desafíos
del tiempo y del mundo. Esto ha asestado un golpe muy duro "por
supuesto, no un golpe de muerte" a las voces alternativas
y a las imágenes alternativas, porque sus posibilidades
de discusión se han tornado mucho más complicadas
y se han cerrado puertas y caminos. Habrá que atravesar
esta etapa difícil, partiendo de la certeza de que la
impunidad del sistema, de un sistema enemigo de la tierra y
de la gente, puede conducir a un desastre total. Una impunidad
que puede conducir -y yo no quiero hablar en términos
muy apocalípticos- a... a...
-...al futuro como recuerdo... Hay un proverbio quechua que
dice: "la historia es inventada, pero el futuro es recordado".
-Sí, a cosas muy terribles, a la imposición por
el miedo de una suerte de gran prisión universal, donde
en nombre de la democracia se imponga una única posibilidad
de vivir en el mundo, si es que podemos sobrevivir en él.
Una única posibilidad de vivir como si fuéramos
todos rehenes de un sistema que decide en lugar de nosotros.
La dictadura de la palabra única y de la imagen única,
impuestas a partir de esto que llaman globalización,
corresponde a lo que es la dictadura del poder en el mundo de
hoy, un mundo que dice ser democrático, pero que en realidad
está en manos de muy poquitos. No hay más que
leer las noticias en los diarios de cada día, o escucharlas
por radio, o verlas por televisión.
"Uno se pregunta, ¿quién gobierna realmente?,
¿quién gobierna en el mundo de hoy?, ¿habrá
un gobierno que gobierne? Salvo las excepciones que conocemos:
creo que eso es algo que a Cuba nadie le puede negar, con todo
y las discrepancias y contradicciones que puedan haber. Cuba
es la única que trata de salvar en el mundo de hoy eso
que se llama derecho a la autodeterminación, el derecho
a la dignidad.
"Pero la realidad universal es otra. Uno ve que el pueblo
elige un presidente en cualquier país, y después
gobierna el clon, no el presidente. El clon es otro señor
que es idéntico al presidente, pero que piensa todo lo
contrario, que empieza a decir todo lo contrario de lo que dijo;
alguien que, por supuesto, actúa al revés de aquel
candidato que pronunciaba discursos durante la campaña
electoral. Y el clon es un clon obediente. No toma ninguna medida
sin que sea aprobada por el gobierno que gobierna a los gobiernos.
¿Y cuál es el gobierno que gobierna a los gobiernos?
El que está todos los días en las noticias de
los periódicos: el Fondo Monetario, donde hay cinco países
que toman las decisiones y que tienen el 45 por ciento del capital
-allí el voto es el dólar, de acuerdo con el capital
aportado a esta institución financiera tan poderosa.
El Banco Mundial es un poquito más democrático:
son siete países que deciden. Y en la Organización
Mundial de Comercio no se vota jamás, aunque hay derecho
a votar, los votos no se usan. A esto podríamos agregar
el atentado cotidiano contra la libertad de expresión,
que es la concentración del derecho de informar y opinar
en muy poquitas manos, drama de nuestro tiempo. Nunca hubo una
concentración tan feroz de ese derecho, y este se corresponde
solo con el ejercicio del poder financiero, económico,
político y militar en el mundo contemporáneo."
-Quién no está con Estados Unidos, está
en su contra, y Dios no es neutral, dijo Bush. Ante esa disyuntiva,
¿con quién está Galeano?
-Con ninguno de los dos: Bush dice lo mismo que Bin Laden,
solo que este usa el nombre árabe de Dios, que es Alá.
Cada uno se escuda en esta suerte de permiso divino para decidir
la suerte del planeta, como si Dios hubiera decidido algo de
eso. John le Carré, ese autor de novelas espléndidas,
lo sintetizó hace ya algunos días en una frase
certera: "Dejen a Dios fuera de este asunto". Pero
esto no tiene nada de nuevo. Siempre las peores atrocidades
se han cometido en nombre de Dios. Yo, como tuve buena relación
con él cuando era chico, sé que es inocente de
las barbaridades que se le atribuyen.
La culpa no es del espejo
-Se ha tratado de culpar a la izquierda antiglobalizadora del
odio que inspiró el ataque del 11 de septiembre. ¿Por
qué?
-Siempre, siempre, la izquierda tiene la culpa, lo sabemos.
Pero la culpa de la cara no la tiene el espejo. Lamentablemente
ocurrió esta tragedia de las Torres, pero no hay que
perder de vista que es la primera vez que alguien le asesta
a los Estados Unidos, lo que estos propinan habitualmente al
resto del mundo. Claro, como nadie los había bombardeado
desde 1812, cuando los ingleses quemaron la Casa Blanca, pues
resulta que es la izquierda la que ha predicado el odio que
desembocó en este acto de locura del atentado contra
las Torres Gemelas. Si la izquierda ha denunciado los crímenes
que se han cometido -y ha sido en cantidades, por todas partes,
matando no 5 000 civiles como en las Torres, sino centenares
de miles, millones de civiles en todas partes del mundo-, el
problema está en esos actos criminales, y no en la voz
que los denunció. ¿O acaso el termómetro
tiene la culpa de la fiebre?
-Usted es un mago de las palabras, pero no tan bueno como los
jefes de la dictadura global. Estamos viendo sinónimos
delirantes: islamismo/terrorismo; libertad duradera/justicia
infinita; Estados Unidos/civilización; bombas de racimo/paquetes
de alimentos... ¿Qué está pasando con las
palabras en esta nueva cruzada?
-No solo se está matando inocentes, porque ¿qué
tienen que ver esos campesinos afganos que murieron en esta
guerra absurda?, ¿qué tiene que ver eso con el
atentado que pudo haber cometido Bin Laden, o quien sea el energúmeno?,
¿por qué tienen que pagar eso los pobres afganos
que han muerto? A ver, que alguien me lo explique. No solo tuvieron
que soportar la dictadura talibán, sino, encima, los
bombardeos que los castigaron, que castigaron a los castigados.
Esos fueron víctimas inocentes de esta suerte de locura
compartida en este mundo de hoy convertido en gran manicomio.
"Pero no son las únicas víctimas. También
el diccionario es una gran víctima, el lenguaje. Las
palabras están significando nada o poco más que
nada, y una de las palabras más sacrificadas es la palabra
justicia. ¡Pobre palabra justicia! Esto de justicia infinita
no es nuevo. Cuando aniquilaron el barrio más pobre de
Panamá, en un bombardeo que el mundo ha olvidado, lamentablemente,
y que ocurrió poco antes de la guerra de Iraq, cuando
la aviación norteamericana aniquiló al Chorrillo,
con sus habitantes adentro, aquel crimen se denominó
Causa Justa. O sea, esto de usar la justicia como coartada para
hacer injusticias no es una novedad.
"Lo mismo ocurre con las demás palabras, lo que
implica un desafío para todos los que trabajamos con
ellas, y en ellas creemos y amamos, y siempre sabemos que a
veces la mejor palabra es el silencio, y que muchas veces la
verdad se expresa callando. Pero también sabemos que
hay palabras que no pueden ser traicionadas y que es necesario
rescatarlas y cuidarlas para que puedan brotar limpiamente en
la boca de la gente que viene, de los tiempos que vienen. Este
es un desafío que hoy por hoy se multiplica, porque nunca
las palabras han sido tan ensuciadas, ellas también bombardeadas,
ellas también asesinadas."
Guardaespaldas de la verdad
-Tengo por aquí algo que dijo Winston Churchill, el
primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial:
"En tiempos de guerra, la verdad es tan valiosa, que siempre
debe ser custodiada por mentiras como guardaespaldas".
¿Qué está pasando con la verdad? ¿Dónde
la guardaron sus guardaespaldas?
-(sonríe) Mejor que la frase de Churchill, que era un
cínico inteligentísimo, un vocero realmente brillante
del pensamiento conservador británico, es la vieja frase
que se atribuye a muchos, y vaya usted a saber quién
la dijo porque son muchos los padres posibles: "en toda
guerra la primera víctima es la verdad".
"Es cierto, cuando estalla una guerra siempre es más
lo que se miente. Nada más hay que ver lo que pasó
con la guerra de Iraq. Al principio, las cifras oficiales norteamericanas
de bajas iraquíes fueron de 10 000. Luego los muertos
aumentaron a 15 000, después pasaron a 20 000, más
tarde reconocieron 100 000 -por cierto en el anuario de la revista
Time es esa la cifra que dan. Después pasaron a ser 186
000, según los datos del Departamento de Estadísticas.
A lo largo de unos meses, de dos o tres años, las cifras
crecieron de 10 000 a 186 000, en una batalla que al principio
se transmitió al mundo como una guerra inocua en la que
nadie moría. Solo veíamos la belleza perversa
de las máquinas de matar que iban y venían por
la pantalla chica. Muy rara vez se veían las víctimas
humanas, la gente que estaba pagando con sus vidas el precio
de esa guerra loca. Fíjate, los Estados Unidos bombardearon
a Iraq porque había invadido a Kuwait. Pero los EE.UU.
venían de invadir Panamá, entonces: ¿por
qué no se autobombardearon?"
-Hay otro hecho trágico, la opinión pública
en EE.UU. supuestamente está a favor de lo que ocurre.
Tengo unos datos: el 53 por ciento de los norteamericanos, ahora
mismo, dice que el gobierno tiene derecho a censurar las noticias.
Más del 82 por ciento cree que su administración
está dando a conocer todo lo que puede sobre la guerra
(Centro de Investigación Pew). ¿Cómo es
posible que en el país de la "libertad de prensa"
millones de personas estén a favor de la censura?
-El efecto rebote de la tragedia del 11 de septiembre ha generado
este tipo de cosas, que se corresponden solo con los ciclos
victoriosos de la guerra. Esta es la primera etapa de la guerra.
Después la gente razona un poquito mejor. Hay una primera
reacción que es esta, ¿no? Lamentable reacción
de la inmensa mayoría de una sociedad determinada, pidiendo
a grito pelado que le mientan: `miéntannos, miéntannos',
dicen. Yo creo que eso no es definitivo, que eso después
va cambiando. Tal reacción tiene su lógica: me
animaría a decir que la opinión pública
norteamericana, el ciudadano medio, es bastante ingenuo. Lamentablemente
este país que tiene el nivel tecnológico más
alto y que cuenta con la mayor capacidad tecnológica
para la comunicación y la información, es también
el país peor informado, donde la opinión pública
es la más ignorante de todo lo que ocurre más
allá de sus fronteras.
"Me impresiona muchísimo, cada vez que voy, que
los informativos no otorgan casi ningún espacio al mundo
exterior. El planeta fuera de sus fronteras es un gran abismo
oscuro, desconocido, donde acechan los demonios, una especie
de nebulosa de la cual no se sabe nada, pero que siempre es
peligrosa. De ahí pueden surgir los enemigos, movidos
por el odio, pero sobre todo por la envidia: `no soportan que
los norteamericanos seamos tan libres, tan felices."
El mapa termina en norteamerica
"Ellos ignoran casi completamente lo que ocurre fuera
de su propio mapa. Esto no lo digo por un delirio personal,
como algo que a uno le pasa por la cabeza en un mal momento.
Lo dicen los propios dueños de los medios de comunicación.
Ted Turner "yo se lo escuché" lo dice en esos
términos: la opinión pública norteamericana
es la más ignorante. Y eso es grave: ese es el país
que decide el destino de todos los demás pueblos. George
W. Bush es el presidente del planeta y gobierna en un país
que ignora a todos los demás, y que se entera muy rara
vez de algo que ocurre. Se entera, por ejemplo, cuando muere
algún norteamericano fuera. Solo en ese momento, súbitamente,
descubren que otra gente vive en ese otro lugar.
"Recuerdo que una vez estaba dando unas clases en la Universidad
de Stanford, y de repente alguien me preguntó por Guatemala,
porque un norteamericano había muerto por allá.
Ahí fue que se enteraron mis alumnos que había
una dictadura militar, y que no había sido una sino varias,
sucesivas las dictaduras organizadas, armadas y financiadas
por los norteamericanos, y que habían asesinado a 200
000 personas, la mayoría indígenas. Aquellos norteamericanos
comunes y corrientes no tenían ni la menor idea. Tengo
una anécdota que le he contado a mis amigos muchas veces.
Allí había un profesor de Ciencias, del cual yo
me había hecho compinche, un buen tipo. Un día
cenando con él y con su mujer, esta se quedó atónita
cuando empecé a hablar de Central America. Ella creía
que en el centro de América solo estaba Kansas. No sabía
que había una cosa que se llamaba América Central
fuera de su país. Si eso llegara hasta ahí estaría
bien, pero el problema es que ellos son los que van a decidir
qué va a pasar con los 6 000 millones de habitantes de
lo que queda del planeta."
-¿Por qué cree que en unos medios donde tanto
se ha fastidiado con la libertad de expresión, los periodistas
huyen de la explicación del contexto como si fuera de
la peste?
-Es una indiferencia política, también. La política
es una cosa que hace el gobierno, pero no es cosa mía,
dice el norteamericano medio. Eso es todo lo contrario a lo
que pasa en los países latinoamericanos. No importa el
contexto, el porqué. Esa cultura se está convirtiendo
en cultura universal a pasos agigantados, y se ha globalizado
-lo que significa que todos pensamos, sentimos de la misma manera,
o eso es lo que se intenta- aceptar como natural que la información
nos desinforme.
"Tú hablabas de la guerra. Dime, ¿por qué
nadie se pregunta quién vende las armas? Eso jamás
lo escucha uno. Ni en los informativos, ni en los artículos
de los periódicos, ni en los noticieros de la tele. Nunca
nadie me ha dicho ahí quién está vendiendo
las armas para esa guerra que está ocurriendo. Esos silencios
no son inocentes, porque ocurre que los pocos países
que manejan al mundo son también los proveedores de las
armas para las guerras. Los miembros del Consejo de Seguridad
que tienen derecho de veto, son los fabricantes de armas que
hacen el negocio de la guerra. O lo que es lo mismo, los que
velan por la paz son los que se ocupan de hacer las armas que
matan al prójimo. No tiene nada de inocente ese silencio.
Te lo pongo como ejemplo. Hay muchos más. A mí
siempre me llamó la atención: ¿en la guerra,
quién vende las armas? Nadie lo dice. Hay un negocio
del cual todos participan. La industria militar necesita guerra,
como los pulmones necesitan el aire, como los fabricantes de
abrigos necesitan el invierno. Si no, ¿qué sería
de ellos, pobrecitos?"
La esperanza no es invulnerable
-En medio de este contexto, ¿por dónde cree que
anda la izquierda?
-Ha cambiado bastante. El marco en el que se concentraban las
fuerzas alternativas ha sido desbordado por algunos fenómenos
muy interesantes, y que son la contracara de otros fenómenos
muy deprimentes, que desalentaban a cualquiera. Es asombroso
que en medio de todo esto se están abriendo espacios
para multiplicar la esperanza, en tiempos donde más que
nunca cobra vigencia aquel grafitti que vi una vez en la pared,
en Bogotá, creo, que decía: `Dejemos el pesimismo
para tiempos mejores'.
"Hay una multiplicación de movimientos, que no
están encuadrados en lo que serían las estructuras
tradicionales de los partidos y los sindicatos obreros -que
siguen en pie, y que a menudo dan respuestas estimulantes a
los desafíos de la realidad. Pero ahora hay otros movimientos
alternativos que han brotado como hongos por todas partes, y
que son una fuente de esperanza para los que creemos que mañana
no es otro nombre de hoy."
-Hablando de esperanza, hay una frase en su novela que a mí
me consterna: ¿siente de verdad que "la esperanza
es una puta estéril de tanto asesinarse personitas en
el vientre"?
-(se ríe) Estaría yo medio deprimido cuando escribí
eso. Es muy fuerte... Lo que pasa es que a veces uno se cae,
y eso es legítimo. No creo en esa especie de invulnerabilidad
de la esperanza. Ella es humana. Se parece a nosotros porque
de nosotros brota, y por eso a veces se cae, y a veces se levanta,
como nos levantamos nosotros; se lastima, y a veces se cura
y a veces no se cura...
-¿Por qué cree que la esperanza de Cuba no se
cayó?
-Eso tiene numerosas implicaciones. Tiene que ver con la capacidad
de resistencia del pueblo cubano, con la solidaridad internacional,
pero como suele ocurrir con la realidad, también tiene
sus misterios. ¿Por qué a Cuba no se la almorzaron
con cuchillo y tenedor, habiéndolo intentado tantas veces?
¿Por qué se atravesó este bocado en la
garganta del poder? ¿Y por qué sobrevivió
con todos los contras que la realidad cubana hoy puede tener?
Yo he tratado de ser siempre honesto, diciendo lo que me gusta
y lo que no de esta Revolución. Pero el hecho irrebatible
es que está viva, se diga lo que se diga, está
ahí, viva y coleando. Yo creo que es por eso que te decía
antes, y también por otros misterios que habrá
que consultar en la santería.
-Usted, que fundó o participó en revistas que
son paradigmas del periodismo de resistencia, se ha quejado
bastante de la incapacidad patética que tiene la izquierda
para comunicar sus ideas. ¿Sigue pensando lo mismo?
-Ha mejorado, es un poquito más flexible... La aparición
de fenómenos interesantísimos, como el movimiento
zapatista y de su vocero, el subcomandante Marcos, ha contribuido
a descongelar el lenguaje de la izquierda, y le ha incorporado
mucho humor al asunto. Esto ha venido a demostrar que tenía
razón aquel viejo amigo mío brasileño que
un día me dijo: "Eduardo, no te tomes en serio nada
que no te haga reír".
-¿Qué se siente cuando alguien, desde el oficio
de la palabra, no solo es leído y citado en los congresos,
sino querido? Buena parte de mi generación lo ve a usted
como al hablador de esas extrañas tribus del Amazonas,
un brujo capaz de entenderse perfectamente con los dioses y
con sus criaturas...
-Este elogio me deja mudo.
Rosa Elizalde, Juventud Rebelde
Título original: "Dejemos el pesimismo para tiempos
mejores"