El Foro Social (FS) que tuvo lugar en Porto Alegre entre el
1 y el 5 de febrero de 2002 atrajo casi 70.000 participantes,
incluyendo a más de 15.000 delegados de casi 5.000 organizaciones.
Los delegados vinieron de 150 países para participar
en 28 conferencias, 100 seminarios y 700 talleres. Más
de 3.000 periodistas de radio, televisión, periódicos
y revistas cubrieron el evento. Siendo el primer evento de envergadura
desde el 11 de septiembre/7 de octubre, el FS refutó
la línea de propaganda de Bush-Rumsfeld de que los pueblos
del mundo habían escogido entre el imperialismo de los
EE.UU. y el terrorismo islámico. Porto Alegre demostró
que el movimiento mundial "antiglobalización"
está vivo y crece: en 2002 participó el doble
de gente que el año anterior, hubo una mayor cobertura
de los medios de comunicación (excepto en los EE.UU.),
el espectro de grupos y participantes fue más amplio
de lo que ha sido en cualquiera de los foros previos; finalmente,
la manifestación de clausura con 50.000 participantes
anti-ALCA fue la mayor hasta el momento en América del
Norte o del Sur.
Probablemente, tan importante como la presencia física
de grandes cantidades de gente y movimientos lo fue el espíritu
del foro: la fe y el optimismo ascendentes se reflejaron en
la consigna central, "Aquí? otro mundo es posible."
Había pocos rastros del derrotismo y la desmoralización
evidentes en los círculos intelectuales de los EE.UU.
y Europa después del 11 de septiembre. Las esperanzas
en un mundo alternativo fueron atemperadas por el reconocimiento
de que la ofensiva militar de los EE.UU. y su postura unilateralista
pondrían más altos los obstáculos para
el cambio socioeconómico y medioambiental.
En gran parte, la cobertura más amplia de los medios
de comunicación y los reportajes más objetivos
(excepto en los EE.UU.) se debieron a la presencia de celebridades
políticas que sostienen posiciones centristas (miembros
de la diligencia del Partido Socialista Francés, representantes
de las Naciones Unidas, Banco Mundial, dirigentes del sector
moderado/socialdemócrata del Partido de los Trabajadores
del Brasil, etcétera). Los avances políticos y
los logros del FS2002 notados por los medios Europeos Occidentales
fueron acompañados por un particular prejuicio en los
reportajes: la mayoría de los periodistas y redactores
citaron y presentaron favorablemente las "ideas serias"
de las personalidades y los líderes políticos
más moderados que se reunieron en la Universidad Católica.
Muy pocas veces se citó o se mostraron fotografías
de los dirigentes de masas y de los activistas de los movimientos
populares. Por ejemplo, el Financial Times (5 de febrero de
2002, p.28) caricaturizó las diferencias entre los radicales
y los reformistas de la siguiente manera: "Tras las teatrales
expresiones de protesta, el Foro se caracterizó por un
serio intercambio de ideas y propuestas, tales como reformas
de los acuerdos sobre los derechos de propiedad intelectual
de la OMC. La mayoría (sic) de los participantes dijeron
que no estaban en contra de la globalización, sino por
una forma equitativa de la misma, con una participación
internacional más amplia en la toma de decisiones."
Los medios de comunicación, en su mayoría, ignoraron
los cientos de reuniones paralelas organizadas en los campamentos
por grupos de activistas y las discusiones formales e informales
de las organizaciones radicales y revolucionarias de mujeres,
jóvenes, campesinos, indígenas. Mientras los medios
de comunicación calificaron la presencia del Banco Mundial,
de las Naciones Unidas y de otros funcionarios como que "agregaban
legitimidad al Foro," para la mayoría de los activistas
del Tercer Mundo lo fueron la presencia de fuertes contingentes
de militantes de Argentina, recién venidos de echar abajo
el régimen neoliberal, quienes le dieron al Foro su legitimidad.
Mientras que muchos de los líderes mencionaron la "diversidad"
del FS, noventa por ciento de los participantes eran: brasileños
(67%), italianos, españoles, franceses y argentinos (23%).
Más significativo que la diversidad de las nacionalidades
(que como lo demuestran los porcentajes indicados arriba, fue
bastante limitada), fueron las diferencias sociopolíticas
entre los participantes brasileños y europeos.
Una historia de dos Foros
Si la declaración final unitaria emitida por numerosos
movimientos sociales expresó un nivel de consenso contra
el pago de la deuda externa, oposición a la guerra de
los EE.UU. en Afganistán y solidaridad con los palestinos,
las demandas programáticas reflejaron las exigencias
de las ONGs más reformistas y de las personalidades más
ilustres, mientras que el calendario de las movilizaciones para
2002 reflejó la influencia de los activistas.
En realidad, el FS2002 se dividió entre reformistas
y radicales, una división que encontró su expresión
al interior de las diferentes organizaciones e individuos presentes.
Esta división fue evidente hasta en la ubicación
física de las discusiones, así como en el estilo
de la presentación y composición de la audiencia.
La mayor parte de lo que se ha escrito acerca del FS está
basado en lo que tuvo lugar en la Universidad Católica
(PUC). Los eventos del PUC no fueron representativos del FS,
al menos a los ojos de muchos activistas del movimiento. Los
organizadores señalaron que aproximadamente una quinta
parte (10.000) de los participantes del FS estuvieron en el
PUC -por lo general, aquellos de más de 40 años
de edad y en su mayoría profesionales de clase media.
Fuera del PUC, aproximadamente 50.000 personas participaron
en un espacio más politizado, que incluyó debates
y discusiones acerca de la lucha por el socialismo.
En la Universidad Católica (PUC) por lo general académicos,
intelectuales y 'oenegeros' discutieron entre ellos mismos.
Sólo hubo un número muy limitado de dirigentes
campesinos, activistas urbanos y sindicalistas. Más aún,
los académicos hicieron muy poco por comunicarse efectivamente
con los pocos activistas de base presentes, y sus presentaciones
en su mayoría no lograron articularse con las preocupaciones
actuales de los militantes. En las reuniones y talleres paralelos
en los campamentos hubo mayor debate entre activistas y oradores,
un intercambio más fluido de ideas y un mayor esfuerzo
para articular experiencias entre los militantes de base.
El Foro estuvo fuertemente politizado. Por un lado estaban
los reformistas -los oenegeros, los académicos y la mayoría
de los organizadores del Foro: ATTAC -los partidarios de la
Tasa Tobín de Francia- y dirigentes del ala social-liberal
del Partido de los Trabajadores del Brasil. Por el otro, estaban
los radicales del Movimiento Sin Tierra del Brasil, intelectuales
activistas, piqueteros de Argentina, representantes de partidos
de izquierda, sindicatos, movimientos urbanos y grupos de solidaridad.
Hubieron diferencias significativas en la composición
social de las reuniones y de las manifestaciones.
En la marcha inaugural, dirigida por los funcionarios reformistas,
los manifestantes pertenecían a un conjunto diverso de
grupos. La marcha no-oficial de 50.000 participantes contra
el ALCA fue organizada por grupos radicales y concluyó
con un amplio contingente de trabajadores brasileños,
campesinos y gente sin vivienda, así como militantes
internacionalistas de las luchas que están teniendo lugar
en Argentina, Bolivia y otros países.
Lo que resultó más llamativo de ambas manifestaciones
fue la preponderancia de contingentes, pancartas y banderas
que representaban a los movimientos de izquierda y radicales,
y la mínima visibilidad de los contingentes reformistas/ONGs.
Hubo pocas pancartas del Partido de los Trabajadores, de la
CUT de Brasil, de los grupos globales de ATTAC, etcétera.
Las diferencias en cuanto a poder de 'convocatoria' eran evidentes.
Sin embargo, los oradores centrales en ambos eventos fueron
políticos del Partido de los Trabajadores del Brasil,
que este año se encuentran de campaña electoral.
El Foro también estuvo dividido en cuanto a la dirección
a seguir. Los reformistas, citando cláusulas de la constitución
de Foro Social, justificaron la exclusión de los zapatistas,
de las FARC y de otros movimientos populares insurgentes calificándolos
de "movimientos políticos," mientras que por
otro lado presentaban figuras dirigentes del Partido de los
Trabajadores del Brasil, el Partido Socialista francés,
etcétera. Más aún, las exclusión
por parte de los funcionarios del FS2002 de las Madres de Plaza
de Mayo, un movimiento social argentino muy prominente, fue
protestada por el Movimiento Sin Tierra del Brasil, que envió
una invitación a las Madres y un pasaje de avión
a Hebe Bonafini. La división entre reformistas y radicales
fue más evidente aún en sus definiciones de lo
central de la lucha y en las propuestas. Los reformistas todavía
hablaban el lenguaje de oponerse a la globalización,
sumando a esto la oposición al militarismo yanqui. Los
radicales, vinculaban cada vez más la expansión
de las corporaciones multinacionales a los estados imperiales
y hablaban cada vez más el lenguaje del antiimperialismo.
Esta no es una distinción retórica, está
profundamente enraizada en la orientación y las perspectivas
estratégicas de los alineamientos en pugna.
Mientras que los reformistas hablaban el lenguaje de continuar
con las movilizaciones, su impulso principal es el del cabildeo
y las negociaciones entre elites con el Banco Mundial y otros
Organismos Financieros Internacionales para asegurarse promesas
de "globalización humanitaria." Muchos de los
reformistas hablan y escriben de "otra globalización,"
una globalización que implica agregar cláusulas
de derechos humanos, y un lugar en la mesa junto a los poderes
imperiales y sus banqueros y directores ejecutivos. Los radicales
ven la movilización como tendiente a la creación
de nuevas organizaciones de poder popular, basadas en la organización
de masas de movimientos de pobladores urbanos, trabajadores,
indios y negros. Su orientación es la de crear nuevos
movimientos internacionales basados en la clase, como la Vía
Campesina, que busca implementar transformaciones radicales
de los derechos de propiedad y las relaciones sociales de producción.
Los reformistas, al referirse a la "sociedad civil,"
no muestra interés en el "poder estatal;" se
contentan con presionar a los poderes imperialistas existentes
para asegurarse mayor regulación, limitaciones sobre
los capitales especulativos (la Tasa Tobín) y una mayor
liberalización del comercio para ayudar a las elites
agroexportadoras en el Tercer Mundo a asegurarse nichos de mercado
en el Norte. Los radicales se refieren concretamente a organizaciones
de clase que combinan género, raza y ecología,
y reconocen que, aunque las reformas son esenciales, éstas
no han sido duraderas y ni siquiera han sido implementadas por
los estados imperialistas o por sus lacayos locales. Señalan
la necesidad de un nuevo poder estatal, basado en asambleas
de base y movimientos sociales capaces de socializar los medios
de producción y democratizar las relaciones sociales
-desplazando totalmente a las actuales elites corporativas y
sus benefactores de las Instituciones Financieras Internacionales.
Rechazan las políticas de compartir espacios en la mesa
del Banco Mundial como estrategia de cooptación, en la
que el control de los lazos financieros y estructurales a los
estados imperiales y a las Corporaciones Multinacionales, hacen
de la coparticipación una estrategia sin salida que sólo
enriquece a los 'oenegeros' a expensas del pueblo.
En su búsqueda del máximo (en realidad, mínimo)
común denominador para la "unidad antiglobalización,"
los reformistas incluyen personalidades y representantes políticos
cuyos partidos apoyan la masacre de Afganistán y que
dan apoyo ("con reservas") a la ofensiva militar de
Bush a escala mundial. Los radicales describieron la presencia
de éstos como incompatible con los principios básicos
del Foro y algunos anarquistas estuvieron involucrados en un
incidente de tarta-en-la-cara para dar a conocer su opinión
en ese sentido. Dentro del bando radical, los disciplinados
movimientos sociales, particularmente el MST, fueron la fuerza
predominante para prevenir que provocadores y anarquistas se
lanzasen al vandalismo y para movilizar a miles de militantes
en una masiva pero pacífica demostración de fuerza
política.
Mientras muchos comentaristas notaron la diversidad de los
grupos y sus demandas, pocos cuestionaron la representatividad
de los presentes. Muchas de las ONGs de Europa y los EE.UU.
que estuvieron presentes son organizaciones en el papel, y la
mayoría de las ONGs del Tercer Mundo son miembros de
pequeños grupos de profesionales con pocos (si acaso)
simpatizantes organizados y poseen poco poder de convocatoria.
Por otro lado, hubo un pequeño número de representantes
de movimientos de masas africanos, particularmente de Sudáfrica
y Asia, que representaron a cientos de miles de activistas de
base. Sin embargo, fueron las conocidísimas personalidades
intelectuales de las ONGs las que llenaron las tarimas e informaron
al público acerca de los movimientos en sus regiones.
La sobre-representación de grupitos de personalidades
a expensas de los militantes ciertamente que atrajo a los medios,
pero no aumentó el intercambio de ideas y la transmisión
de experiencias a aquellos que se encuentran en la primera línea
de la lucha. Las sesiones plenarias oficiales y los "testimonios"
estuvieron fuertemente sesgados a favor de los 'oenegeros' y
los intelectuales, mientras que los talleres paralelos y los
seminarios fueron el lugar de ocasionales intercambios fructíferos
entre activistas de movimientos sustantivos trenzados en batallas
significativas contra el imperialismo ("globalización").
En la discusión de "alternativas," los organizadores
oficiales enfatizaron el imperialismo "reformado"
y el capitalismo "regulado," mientras que los movimientos
sociales radicales abrieron un debate y pusieron sobre la mesa
la discusión acerca del socialismo. La declaración
final de los movimientos sociales reflejó un compromiso
entre los reformistas y los radicales. Por un lado, hubo un
diagnóstico radical de los problemas del mundo y un calendario
repleto de movilizaciones para todo el 2002, y por otro lado,
las demandas finales reflejaron en su mayoría la inclinación
de los reformistas por los intercambios de migajas, dejando
de lado cualquier demanda estratégica por un socialismo
participativo y la derrota del imperialismo.
Conclusión
Con nubarrones de guerra imperialista sobre el horizonte, una
recesión mundial que se profundiza y Washington activamente
dedicado a construir su imperio neomercantilista desde América
Latina hasta los campos petrolíferos del Asia del Sur
y Central, hay poco espacio y lugar para la política
reformista. Como lo ha declarado el Presidente Bush, se trata
de adaptarse al imperio o perecer. El giro a la derecha de los
organizadores del Foro Social 2002, su programa minimalista
y su énfasis en presentar personalidades moderadas, no
es probable que logre construir una resistencia contra la ofensiva
imperial de los EE.UU. El nuevo imperialismo está polarizando
el mundo de una manera que se ajusta a los análisis de
los radicales. La amplitud y la profundidad de la militarización
de los EE.UU. no puede ser confrontada con protestas esporádicas
de redes de ONGs sin un apoyo popular organizado. Los movimientos
sociales radicales que construyen poderosos movimientos anticapitalistas
locales, regionales e internacionales son mucho más efectivos
que las ONGs internacionales trotamundos.
El FS2003 tendrá un año para reflexionar acerca
de las nuevas realidades, y esperemos que pueda capitalizar
el vasto apoyo presente en el FS2002 para profundizar y radicalizar
su agenda, en línea con las realidades históricas
emergentes. Hacer otra cosa llevará a una nueva consigna,
"Otro Foro Social es Posible."
18 de febrero 2002
James Petras
James Petras es profesor de Etica Política de la Universidad
de Binghamton en el estado de Nueva York