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El gesto de Córdoba con Pardo Bazán

 

 

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Septiembre 2021

"El gesto de Córdoba con Pardo Bazán"

 

 Madrid, 1913. Emilia Pardo Bazán agradece a Enrique Romero de Torres su propuesta y nombramiento de académica de Córdoba. FRT 118 79 Reverso.

Archivo Histórico Provincial de Córdoba
C/ Pompeyos, 6 14003 CÓRDOBA.
Telf: +34 957 106 083
e-mail: informacion.ahp.co.ccul@juntadeandalucia.es
  

 

El 12 de mayo de este año se cumplió el centenario del fallecimiento de Emilia Pardo Bazán (1851 - 1921), la eminente escritora gallega, tan de actualidad últimamente a causa de los vaivenes de la titularidad de la que fuera su casa, el hermoso Pazo de las Torres de Meirás. También porque recientemente saltó a los medios su romance con Galdós, que si bien era conocido, se vio reavivado por la publicación de las cartas ardientes que los enamorados se cruzaron.

Hay otra cuestión palpitante relacionada con su figura, su aspiración frustrada de ingresar en la Real Academia de la Lengua Española. Recientemente la institución en un intento de hacer justicia al respecto, le ha adjudicado el inexistente sillón n.º 47, lamentando que no se le permitiera ser académica por su condición de mujer. Pero la condesa fue desagraviada en vida por otra institución, la entonces Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba quien la acogió entre sus filas en 1912.

 

Conocemos las circunstancias en que se produjo gracias a algunos documentos del Archivo de la Familia Romero de Torres. Allí se conservan dos postales -una escena típicamente campesina desarrollada en Mondáriz y una vista desde una ventana de su pazo, que ella llama Torres de Meirás- y una carta firmadas por la escritora.

 

Forman parte de la correspondencia de Enrique Romero de Torres (1872 – 1956). Su figura no tan mediática como la de su hermano Julio, supone una presencia constante en los ambientes culturales y patrimoniales de Córdoba y aún de España. Desde su cargo de director del Museo de Bellas Artes, Comisario de Excavaciones Arqueológicas, académico e investigador, mantuvo relación con el entorno intelectual de su época.

 

Muchas fueron las barreras que nuestra protagonista consiguió derribar. Mujer pionera, se esforzó en vivir de su trabajo, aunque nació en una posición acomodada. Recibió una esmerada educación, era políglota y aficionada a los viajes. Dio sus pasos como escritora siendo muy joven, consiguió colocar sus escritos en revistas de tirada general, no en publicaciones destinadas solo al público femenino y su carrera literaria fue brillante en pie de igualdad con sus contemporáneos varones como Galdós, Valera, Pereda, Menédez Pelayo... También rompió moldes sociales en muchas ocasiones. Tuvo una vida privada liberal; se separó de su marido cuando este la hizo elegir entre las letras o el matrimonio y se le conocen varias relaciones con intelectuales del momento.

Su prestigio personal y las corrientes favorables a posturas más progresistas, le valen algunos reconocimientos como la concesión del título de condesa de Pardo Bazán por su importancia en el mundo literario. En 1910 es nombrada consejera de Instrucción Pública. Poco después se publicó un real decreto que autorizó por igual la matrícula de alumnos y alumnas permitiendo acceder a ambos sexos a la Enseñanza Superior en igualdad de condiciones.

 

Pero había un anhelo que se le escapaba: su ingreso en la Real Academia de la Lengua Española. Conocida es la beligerancia con que la condesa se postuló para obtener un sillón en la institución desde 1889, y la no menos beligerante negativa del sector académico más conservador, encabezado por el cordobés Juan Valera. La bibliografía sobre la autora recoge ampliamente este tema enmarcándolo en un contexto de debate entre posturas progresistas e inmovilistas.

 

Es ahora cuando entran en escena los documentos conservados por la familia Romero de Torres. Corría el mes de marzo de 1912 y había reverdecido la cuestión académica. La prensa cordobesa se hace eco publicando una nota que refiere cómo sus paisanos e ilustres literatos piden para ella el sillón vacante. Efectivamente la campaña mediática fue muy fuerte en tierras gallegas requiriendo incisivamente una plaza para su paisana. Y la polémica se extiende a los periódicos de tirada nacional. Pero todos los esfuerzos son inútiles y la academia responde a la condesa denegando su solicitud “… porque los acuerdos reglamentarios de 10 de febrero de 1853, de 28 de marzo de 1912 y 2 de abril del mismo año disponen terminantemente que las Señoras no pueden formar parte de este Instituto”.

 

La negativa no dejó indiferente a una sociedad que avanzaba decidida a la integración de las mujeres en la vida pública y que se hacía visible al apoyar la causa pardobazanista.

 

Buscando el desagravio a tan dolorosa cuestión, Enrique Romero de Torres propuso a Doña Emilia como socio correspondiente de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. En carta fechada en 1949, Enrique escribe al Conde de Romanones quien había publicado un artículo titulado “¿Y por qué no?” lamentando la exclusión de la mujer en la Real Academia. Enrique relata.

Soy tan de su parecer que ya en 1913 (sic), cuando la eximia escritora Condesa de Pardo Bazán pretendió ingresar por derecho propio en dicha Academia y esta le puso el veto … entonces yo, a pesar de mi modesta personalidad pero guiado por mi admiración … tuve el honor y el placer a un tiempo de presentarla … en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba…

 

El 24 de noviembre de 1912 el Diario de Córdoba recoge la noticia del nombramiento por aclamación de académica correspondiente por Madrid “a la ilustre literata, honra de las letras patrias”. El mismo rotativo, en su edición del 13 de enero de 1913 en la que Ricardo de Montis hace balance del pasado año literario, el periodista evoca el asunto diciendo: “Es digno de mención el hecho de que, apartándose de la tradición seguida por la mayoría de estas corporaciones, abriera sus puertas a la mujer para la que hasta ahora, en España, han estado cerradas las de casi todas las academias e incluyera en las listas de académicos correspondientes el nombre de la ilustre escritora doña Emilia Pardo Bazán”.

 

Hay que señalar la elección por aclamación, poniendo de manifiesto el talante progresista e incluso rompedor del elenco académico en ese momento. El periodista Montis se muestra orgulloso de ello y coloca a nuestra ciudad entre las más adelantadas socialmente del país.

 

A primeros de marzo de 1913 está fechada la carta que protagoniza nuestro documento del mes. La Condesa se dirige a Enrique Romero de Torres para mostrarle su gratitud por la iniciativa. La escritora no duda en ser franca con Enrique y mostrarle en una significativa frase, su sentimiento al respecto: “Esta academia ha dado una lección a la otra”. Y continúa exponiendo sus esperanzas pues parece que después del largo batallar, se ha dado por vencida y fía al futuro el que se haga justicia: “Esperemos que dentro de algunos años las ideas se habrán modificado, si quiera sea solamente al impulso de las que ya en Europa se extienden de un modo tan avasallador”.

 

Una pequeña postdata incluye un detalle jugoso, pues la condesa pregunta si la academia tiene medalla o distintivo “porque me sería grato poder usarla alguna vez”.

 

La institución no dudó en regalar la insignia a la nueva integrante. En la citada carta al Conde de Romanones, Enrique dice: “… cuando fui a visitarla en Madrid para tener el gusto de conocerla personalmente, me la mostró colocada en artística vitrina, y me dijo que la llevaba con verdadero orgullo en todas las recepciones oficiales”. Desconocemos cuándo se produjo este encuentro, que sin duda debió estar lleno de emoción y cordialidad.

 

El hermoso gesto de la Real Academia cordobesa cobra aún mayor relevancia si lo ponemos en el contexto en que tuvo lugar y si subrayamos que su nombramiento se produjo por unanimidad. Fue un acto de justicia por la calidad de su escritura y la relevancia de su figura, y de desagravio ante los desaires de la Real. Ahí queda el dato de la fecha de entrada de la primera mujer en la RAE. El sillón dejado vacante por Miguel Mihura fue ocupado por Carmen Conde nada menos que en 1979.

 

Para más información:

Ibáñez Camacho, M.ª del Mar. Emilia Pardo Bazán si fue académica. Andalucía en la historia, ISSN 1695-1956, Nº. 72, 2021. págs. 62-65.

 

Bibliografía:

 

Burdiel, Isabel. Emilia Pardo Bazán. Taurus, 2019.

 

Ibáñez Camacho, M.ª del Mar. Inventario del Archivo de la Familia Romero de Torres [Recurso electrónico]. Consejería de Cultura, 2010.

 

Porro Herrera, M.ª José. Primeras académicas de la Real Academia de Córdoba. Boletín de la Real Academia de Córdoba, 2007.

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