Si hay un momento del año donde la suerte y el azar ocupan un lugar en la vida de todo español, ese es la Navidad y el sorteo del 22 de diciembre.

Traída por Carlos III de la mano del marqués de Esquilache en 1763, éste encargó al napolitano José Peya, director del Juego de Loto en aquel reino, que la implantara en España, de forma que también aquí la monarquía contara con tan singular medio de recaudación que tan larga vida ha tenido. La idea era obtener mayores ingresos, pues si bien se estableció “a beneficio de Hospitales, Hospicios, y otras obras pías”, la experiencia en Nápoles dejaba claro que era una fuente de ingresos excepcional, quedando sólo en el nombre como también era conocida lo de Beneficiata.