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El Cristo del Calvario. 125 años de su primera participación en el Santo Entierro Grande de Sevilla

 

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Abril 2023

Título documés abril 2023

El Archivo Histórico Provincial de Sevilla, quiere sumarse a la celebración del Santo Entierro Grande, que este año conmemora el 775 aniversario de la restitución del culto cristiano de la ciudad de Sevilla, dedicando la actividad del documento del mes de abril al Cristo del Calvario, que este año formará parte del Cortejo del Santo Entierro Magno por segunda vez. Este año tenemos una ocasión irrepetible por las escasas ocasiones en que tiene lugar y para ver reunidos en una misma procesión pasos de distintas hermandades, algunas de las cuales lo hacen por primera vez.

Al mismo tiempo, con el documento del mes queremos ofrecer un pequeño homenaje a la Hermandad del Santo Entierro, organizadora de este solemne acto en el que participan diferentes hermandades que narran la pasión y muerte de Cristo siguiendo el orden de los evangelios.  En esta ocasión se han seleccionado los siguientes documentos: 
El primero es la escritura de concierto entre Francisco de Ocampo y Gaspar de Torquemada, para la talla de un crucifijo de madera de cedro, fechada el 5 de noviembre de 1611. En segundo lugar, se exponen dos fotografías del paso del Señor Yacente de la Hermandad del Santo Entierro por las calles de Sevilla, procedentes de la colección del fotógrafo sevillano Joaquín González Moreno.

Devoción y religiosidad en la Sevilla del siglo XVII. La Santa Humanidad de Dios.

En la Sevilla del setecientos, mientras parten barcos cargados de vino, aceite, y harina para Flandes y otros puertos de Europa y de manufacturas, pinturas, cuadros e imágenes devocionales con destino a América; arriban los barcos con las riquezas del Nuevo Mundo. La ciudad se convierte en centro neurálgico del comercio y punto de confluencia de gentes y conocimientos. Gracias a este trasvase y circulación de corrientes artísticas, filosóficas y culturales, se asiste a un enriquecimiento artístico soportado por la difusión imprenta. La urbe se convierte en centro de destino de artistas que buscan oportunidades y mecenazgo y patrocinio de hermandades, órdenes religiosas y particulares. En Sevilla se dan cita personajes como Rodrigo Caro, Francisco Guerrero, el pintor Pablo Céspedes, y aparecen círculos culturales en torno a los principales artistas como Francisco Pacheco.

Desde el punto de vista religioso, el espíritu de la Contrarreforma fomentará la creación de cofradías de penitencia y sacramentales, así como la fundación de instituciones de caridad, y el culto a los santos y a las imágenes, provocará el incremento de encargos de imágenes sacras.

Por otra parte, la ciudad  protagonizará la eclosión del movimiento concepcionista iniciado en 1613 encabezando la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Felipe III obtuvo licencia para seguir defendiendo esta piadosa creencia en una ciudad de clara raigambre  mariana. Famosas fueron las coplillas de Miguel Cid “Todo el mundo en general, a voces reina escogida, diga que sois concebida, sin pecado original” y el  voto de sangre que la Hermandad del Silencio realizó para defender la Concepción Inmaculada de María.

En estas muestras de devoción popular, se reconoce una dicotomía entre fe profunda y moral relajada, de forma que encuentran su vía de expresión en los desfiles procesionales y se  manifiesta una relajación de las costumbres, de la que tenemos testimonios en la literatura de la época.

En un intento por frenar esta tendencia, el cardenal arzobispo don Fernando Niño de Guevara  emitirá el Sinodal de 1604, ordenando que todas las cofradías hagan estación de penitencia a la Catedral, en sustitución del anterior Vía Crucis de la Cruz del Campo, dando origen a la actual estación penitencial. Así, el “De celebratione missarum, de divinis officis y processionibus”, en el Capítulo XXIII titulado: “lo que se ha de guardar en las procesiones de disciplinantes”, hace mención a la austeridad debida para hacer frente a los excesos y falta de seriedad en las procesiones, quedando reducidos los horarios, puesto que las salidas se restringen desde el miércoles al viernes para evitar altercados. 

“...que vayan en ellas con mucha devoción, silencio y compostura, de suerte que en el hábito y progreso exterior, eche de ver el dolor interior y arrepentimiento, de sus pecados, que nan menefter, no pierdan por alguna vanidad, o demostración exterior, el premio eterno que por eilo se les dará”.

Que los que fe discíplinarén, ni rigieren la Procesíon,ni los que llevaren los pendones, insígnias con tunicas, no lleven lechugillas en los cuellos, ni çapatos blancos, ni medias dé color.”

Consecuencia de este ambiente religioso, se produce un  incremento de los encargos de “hechuras” para las Hermandades. El artista tratará de representar a través de su obra la pasión de Cristo, como  Dios y Hombre, puesto que Cristo es “varón de dolores” y al mismo tiempo Dios, en un intento de lograr el equilibrio entre el sufrimiento físico y moral humano y la divinidad. En este aspecto debe destacarser la influencia de la la mística española y la defensas de la veneración de la Humanidad de Cristo por místicos como Santa Teresa o Fray Luis de Granada.

“ Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no le dejaban descansar las ruines costumbres que tenía. Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle”. Santa Teresa. Libro de la Vida. Capítulo 9 p. 92-95

Desde los púlpitos, también se fomentaban los sentimientos de compasión por el dolor de Cristo a través de los sermones, siendo frecuente el uso de una prosa compleja, como podemos observar en el Iesuchristo desagraviado  de Fray Hortensio Paravicino, religioso calzado de la Orden de la Santísima Trinidad: “O crueldad nunca imaginada, o dureza nunca jamás vista, o fiereza nunca encarecida o más fieros que vosotros mismos. Que tengáis un Cristo delante de los ojos, que le veáis verter sangre, que le oigáis articular razones, y que ni la sangre os ablande, ni la vista os mueua, ni las palabras os conviertan: más crueles sois que las fieras.”p. 8

Las Hermandades gremiales y de carácter étnico. El origen de la hermandad de los Mulatos.

La vida económica y doméstica de las gentes quedaba circunscrita y vinculada al barrio de pertenencia y a la parroquia donde se celebraban los principales y cultos y marcaban el ritmo de la vida:  bautizos, matrimonios...

El oficio principal de los vecinos del barrio venía marcado tanto por las circunstancias como por su localización. Así, en el barrio del arenal, la cercanía al puerto y las necesidades surgidas de dar abasto a la flota de indias influyen en el nacimiento de fábricas de toneles para almacenar los productos destinados al nuevo mundo de la cual surge la Hermandad de de los Toneleros.

La actividad laboral se organizaba en gremios que aglutinaban a los individuos dedicados a un mismo oficio y solían constituirse bajo la protección de sus santos patrones, dando origen a hermandades gremiales. Desde el punto de vista interno, contaban con una Junta de Gobierno y se regían por las ordenanzas que determinaba todo lo relativo al oficio y atendía al auxilio material y espiritual del trabajador en caso de enfermedad, accidente o vejez.

A este tipo de hermandad gremial pertenecieron gran parte de las cofradías sevillanas: la Hermandad de la Estrella, fundada por marineros y personas dedicadas a las labores de mantenimiento de los barcos en el puerto, los pergamineros y pellejeros formaron la hermandad y el hospital de la Nuestra Señora de la O en Triana; los medidores de la Alhóndiga se agrupaban en la Hermandad de Sagrada Entrada en Jerusalén, los plateros y orfebres formaban la hermandad de San Eloy, a la de Montserrat, pertenecían los tejedores de lienzo, a la de San Isidoro, los cocheros, etc.

En la cosmopolita ciudad de Sevilla, centro neurálgico del comercio y de trafico de esclavos, se asentó desde el siglo XVI un importante sector de población originaria de África. Estos grupos heterogéneos, en cuanto a su etnia, origen y cultura, llegaron a constituir hermandades, como la de los Ángeles, que tiene su origen en la fundación de un hospital hacia 1393 por el cardenal Gonzalo de Mena y Roela. La primitiva Hermandad de la Presentación de Nuestra Señora, vulgo de los Mulatos, constituye otro ejemplo de hermandad de origen étnico. 

En la relación de hermandades de penitencia y sangre que detalla Francisco de Siguenza en su manuscrito sobre el Traslado de San Fernando y Nuestra Señora de los Reyes a la Catedral de Sevilla el día 14 de junio de 1579, ya aparece a hermandad de la Presentación, del Hospital del mismo nombre, con estandarte de color blanco con cruz verde.

En 1731 la hermandad deja de hacer estación de penitencia y se extingue en 1794. Algunos autores apuntan como motivo de su declive el descenso de población mulata en Sevilla y la epidemia que sufrió la ciudad en 1649. En 1886 se organiza la nueva hermandad queriendo vincularse a su pasado histórico, y vuelve a hacer estación de penitencia  en la madrugada del Jueves Santo, en 1889. Se trasladó a San Gregorio, para establecerse finalmente, en 1916, en la parroquia de la Magdalena.

Escritura de concierto entre Francisco de Ocampo y Gaspar Pérez de Torquemada para la talla de un crucifijo en madera de cedr

Francisco de Ocampo y Felguera, natural Villacarrillo, Jaén, nace en 1579, hijo de Fernán González y Felguera y de Mª Inés de Tablada. A los catorce años se traslada a Sevilla y entra a formar parte del taller de su tío Andrés de Ocampo, donde permanece como aprendiz durante siete años. Posteriormente, formó parte del taller de Juan de Oviedo (el joven). Contrae matrimonio en 1602 con Lorenza Ponce, de la que tendrá dos hijos, Fernando y Salvador. En 1632 contraerá segundas nupcias con Ana María. Estableció su vivienda en el barrio de la Magdalena, San Lorenzo y San Martín. Sus restos fueron sepultados en la iglesia de San Martín, junto a los de Juan de Mesa y Juan de Remesal. 

En la escritura de concierto, fechada el 5 de noviembre de 1615, el escultor se compromete con Gaspar de Torquemada,vecino del barrio de Santa Catalina, a entregarle perfectamente acabado y con el compromiso de que la obra sea examinada por maestros imagineros, un Cristo de 2 baras de alto, en madera de cedro, con la cruz de cuatro baras en ciprés, a semejanza del que tenía, el arcediano Mateo Vázquez. Ocampo recibiría por el encargo 1600 reales de plata en moneda de vellón.

 “...yo me obligo de hacer una hechura de de un Xristo al natural de dos baras de largo, enclabado de madera de sedro, y la cruz de siprés, de 4 baras de largo o lo que mexor estuviere para la parte donde se a de poner, con sus clabos de fiero pabonados bien fecho y acabado como el Xristo que tiene el rasçonero [tachado] arsediano don Matteo Básques, el cual me obligo de dar fecho y acabado a buestro contento y satisfación e con y a bista y pareser de maestros que lo entiendan y tal y tan bueno  como el del dicho don Mateo Básquez…”

Hasta en dos ocasiones se recoge en el documento el deseo de Torquemada de que la imagen fuera “tan buena” como la del Cristo de los Cálices. El imaginero, consciente de que con este encargo se juega su prestigio, y en parte el de su tío Andrés, de quien fue aprendiz cuando llegó a la ciudad con catorce años, no se conformaría con hacer una copia o reinterpretación de la obra motañesina, sino que realizó una creación propia, dotada de gran personalidad, en la que puede verse la huella de su tío. De este modo, aunque mantiene rasgos propios de Montañés, como el tallado de pelo, la serenidad en el rostro, y la armonía en las facciones, crea una obra maestra, en la que Ocampo demuestra sus conocimientos de anatomía, caracterizada por una anatomía acusada y de líneas duras que le otorgan la austeridad que corresponde a la representación de Cristo ya muerto. Otra de las diferencias con respecto al Cristo de los Cálices es que el de Ocampo está sujeto con 3 clavos, (usando uno para ambos pies), a diferencia de los cuatro que utiliza Montañés para el Cristo de la Clemencia. 

En el taller del artista no faltarían libros, grabados, dibujos y estampas devocionales, a través de las cuales se difundieron, gracias a la imprenta, las nuevas tendencias escultóricas. Los maestros imagineros, además de tener profundos conocimientos teológicos debían demostrar habilidades en el moldeado del cuerpo usando como materia la madera. En el marco de la evolución de la imaginería procesional, debemos valorar la importancia que tuvo la impresión y difusión del libro de anatomía de Juan Valverde de Hamusco.

La autoría del Cristo del Calvario se desveló en el año 1941, durante el proceso de restauración de la talla efectuado por Agustín Sánchez Cid en 1941. En su interior se descubrió un pergamino que lo identificaba como obra de Ocampo. Este Sábado Santo podremos contemplar el discurrir del Cristo del Calvario formando parte por segunda vez, desde 1898, de este evento magno.

El investigador e historiador Joaquín Rodríguez Mateos, encontró en diciembre del pasado año en el Archivo Histórico Provincial, la escritura de venta de la imagen por los herederos de Pérez de Torquemada a la Hermandad de la Presentación de Nuestra Señora en 1636. Gracias a este documento se demuestra que el Crucificado titular de esta hermandad perteneció a la cofradía desde la muerte de su primer propietario.

Procesión con la imagen del  Señor Yacente de la Hermandad del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo en la Semana Santa sevillana. Colección Joaquín González Moreno

El origen de la Hermandad Sacramental del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo,Triunfo de la Santa Cruz y María Santísima De Villaviciosa, está vinculado al hallazgo de una imagen del Señor Yacente en una casa del barrio de los Humeros. En este enclave se edificó la primitiva capilla a la que posteriormente se anexionó parte de la casa-palacio de Hernando Colón. 

En 1610 la hermandad cede a la Orden de la Merced, que funda el Colegio de San Laureano en el sitio que ocupaba la capilla de la Hermandad, el patronato sobre la nueva iglesia. La devoción a Nuestra Señora de Villaviciosa es transmitida por los genoveses afincados en Sevilla quines fundan una cofradía en el Hospital del Espíritu Santo, en la calle Colcheros (actual Tetuán). Según Morgado, posteriormente se trasladan a una capilla de la Puerta Real incorporándose a la Orden de la Merced de San Laureano.  Ambas hermandades se unen en 1573.

La destrucción del templo de San Laureano por los franceses en 1811 causó graves daños a la Cofradía. En 1881, se estableció definitivamente en la capilla del Santo Sepulcro y San Gregorio Magno, donde en la actualidad se encuentra canónicamente erigida.

El primer Santo Entierro Magno se celebró en 1850 bajo el impulso de los duques de Montpensier, grandes protectores y mecenas de la Semana Santa y muy vinculados a algunas de ellas como la de Montserrat.  La iniciativa fue acogida con tal entusiasmo que motivó la celebración de una Segunda Procesión Magna en 1854,  1890 y 1898, esta vez desde San Gregorio, con la participación del Cristo del Calvario que procesionó en un paso de estilo Neogótico, actualmente en el Santo Entierro de Alcalá del Guadaira en el Paso alegórico del Triunfo de la Santa Cruz sobre la Muerte.

El evento se repitió durante los años 1910, 1920, cuando salió el Cristo de la Clemencia de la Catedral, conocido como “el de los Cálices”, a pesar de que no tenía cofradía, pero es a partir de 1948, durante la conmemoración del VII centenario de la Reconquista de Sevilla, cuando la organización intenta buscar una efeméride simbólica para celebrarlo. Así, en 1965, año de las Misiones Generales, se celebra el 25 aniversario de la reorganización del Santo Entierro, saliendo por primera vez un Sábado Santo. En el año 1992, se organiza de nuevo con motivo con motivo del quinto centenario del descubrimiento y evangelización de América, y en el año 2004 para conmemorar el 400 aniversario del decreto del cardenal Niño de Guevara, que obligaba a todas las cofradías a ir a la Catedral, dando origen a la Carrera Oficial de la Semana Santa.

José Velázquez y Sánchez- Molina hace mención del aparato simbólico y alegórico que caracterizaba el cortejo de esta Hermandad: “Se hizo procesión  en honor del monarca con legión de soldados romanos y coros de ángeles, doctores de la iglesia, arcángeles y sibilas”. Anales de Sevilla 1800-1850 José Velázquez y Sánchez-Molina pp. 363, 364, 386. Libro 4. 

En las fotos seleccionadas para esta ocasión, procedentes del fondo de Joaquín González Moreno, se aprecia el discurrir del paso de la urna del Señor de la Hermandad del Santo Entierro por la plaza del Salvador, apreciándose el tradicional establecimiento de la “Cerería” al fondo.

 

 Anexo documental

Bibliografía consultada:

ÁLVAREZ FERNÁNDEZ,Tomás: Santa Teresa. Obras Completas. Editorial: Monte Carmelo, 2017

BERNALES BALLESTEROS, Jorge, GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, Federico. Imagineros andaluces de los siglos de oro. Córdoba : Biblioteca de la cultura andaluza, D.L. 1986.

LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino, Notas para la Historia del Arte: Desde Jerónimo Hernández hasta Martínez Montañés, Sevilla, Imprenta de Rodríguez, Jiménez y Cª, 1929.

RODA PEÑA, José, “La escultura sevillana a finales del Renacimiento y en los umbrales del naturalismo” en GILA MEDINA, Lázaro (coord.), La Escultura del primer naturalismo en Andalucía e Hispanoamérica (1580-1625), Sevilla, Arco Libros, 2010.

SIGÜENZA Francisco de: Traslación de la imagen de Nuestra Señora de los Reyes (...)  Estudio, transcripción, edición y notas, Federico García de la Concha Delgado. Editorial: Sevilla : Fundación El Monte, 1996.

SÁNCHEZ HERRERO, José, RODA PEÑA, GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, Federico.(dir). Crucificados de Sevilla. Editorial: Sevilla : Tartessos, 1997-1998

Para saber más:

GESTOSO Y PÉREZ, José. Ensayo de un diccionario de los artífices que florecieron en Sevilla : desde el siglo XIII al XVIII inclusive (1899-1909) [recurso digital], en https://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/es/consulta/registro.do?id=1014480

SÁNCHEZ GORDILLO, Alonso. Memorial de religiosas estaciones 1561-1644. 1737 [recurso digital], en https://fama.us.es/discovery/fulldisplay/alma991009064919704987/34CBUA_US:VU1

PARAVICINO, Hortensio Felis: Iesuchristo desagraviado o Oracion evangelica de los ultrages de Iesucristo (...) (1580-1633) [recurso en línea], en https://acortar.link/2m6jeb

Pontificia y Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo. Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Presentación, en https://hermandaddelcalvario.org/

Hermandad del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, Triunfo de la Santa Cruz y María Santísima de Villaviciosa., en https://www.santoentierro.org/ 

Francisco de Ocampo y el Cristo del Calvario: 400 años, en https://youtu.be/wIhJJNGcFAI

 

 

        

 

 

 

 

 

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