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El documento del mes

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Marzo 2018

 Título Documes                                          

  Imagen: Iglesia de la Feria, Grabado de Genaro Pérez de Villa-Amil (1865)

 

Código de referencia: ES.41003.AHPSE/2.1.2//Piezas aisladas,28796

Título formal: “Tratado verdadero del Motín que huvo en la ciudad de Sevilla este año de 1652”

Fecha: 1652-07-18. Sevilla

Nivel de descripción: Unidad documental simple

Nombre del productor: [Autor] Maldonado Dávila y Saavedra, José

Reglas o convenciones: ISAD (G), NEDA

 

En los años centrales del siglo XVII la Monarquía española sufría una desastrosa situación exterior e interior. A las rebeliones de Cataluña y Portugal en 1640 se unían diversos movimientos secesionistas en Andalucía, Aragón y Sicilia, a los que se sumaron manifestaciones de malestar popular, los llamados motines. En 1647 se habían producido extensos disturbios en Alhama, Lucena y Ardales. En 1648 hubo un motín bastante grave en Granada, también se dieron en Córdoba y Sevilla. En esta última, la revuelta fue la más virulenta del siglo; recibió el nombre de Motín de la Feria, en la collación de la iglesia de Omnium Sanctorum, al ser el epicentro de la revuelta.

El Motín es comentado en varias fuentes narrativas. Este mes destacamos dos de ellas conservadas en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla que nos ayudan a conocer este acontecimiento. La más detallada se titula Tratado verdadero del Motín que huvo en la ciudad de Sevilla este año de 1652”, manuscrito original de 18 de julio de 1652, obra de José Maldonado Dávila y Saavedra, dedicada al Excmo. Sr. D. Ramón de Moncada, marqués de Aytona. La otra es una obra impresa, se titula Diario exacto de la sublevación de alguna plebe de la parroquia de Omnium Sanctorum vulgarmente llamado el barrio de la Feria de la M.N y M.L. ciudad de Sevilla: cometida el miércoles 22 de mayo de 1652, anónimo, con prólogo de Francisco Cárdenas, Imprenta Álvarez (1841). El primero expone mejor los hechos y los castigos a los sublevados, el impreso indica los nombres de los revolucionarios y parece estar escrito por un clérigo. También encontramos referencias a este suceso en otras fuentes como los “Anales eclesiásticos (…)” de Ortiz de Zúñiga (1677) o en las “Memorias de Sevilla (Noticias sobre el siglo XVII)” de Andrés de Vega que edita Francisco Morales Padrón. Sin embargo, es extraño que de este hecho apenas quedasen noticias en las Actas Capitulares, según A. Domínguez Ortiz, podría ser debido al papel tan poco lucido del municipio en la figura de su Asistente.

Según el Tratado de Maldonado el panorama era desalentador debido a los crecientes tributos, los abusos de las autoridades y la falta de víveres y las hambrunas consiguientes. También se unen otras causas particulares en Sevilla como el golpe demográfico sufrido tras la peste de 1649, los altos precios y las alteraciones monetarias que provocaron gran malestar. El resellado de las monedas era fácil de realizar por los particulares, al caldear y estampar el nuevo valor con un troquel. Para prevenir los daños y castigar abusos llegó comisionado el licenciado García de Porras y Silva, como fiscal de Castilla. Su actuación fue muy dura, provocando el descontento de la población.

En esa situación estaba Sevilla cuando llegaron noticias del motín de Córdoba que empezó el 6 de mayo de 1652. En la ciudad deponen al corregidor y registran las casas de los ricos, incautando el grano. El pan bajó de precio en pocas horas, sin derramamiento de sangre y sin que la autoridad real opusiera resistencia a los amotinados.

Cuenta Maldonado que el motín se desarrolla del 22 al 26 de mayo de 1652. Aunque el 19 de mayo ya hubo rumores de levantamiento por necesidad de pan, la revuelta comienza el miércoles 22 de mayo, a las 7 de la mañana, en la plaza de la Feria. El barrio de la Feria abarcaba desde la plaza donde se encuentra la Iglesia con la advocación de Omnium Sanctorum y el palacio de los marqueses de la Algaba, hasta el convento de Nuestra Señora de Montesión, junto con las calles ancha de la Feria, de las Boticas, la Cruz de Caravaca, Cruz Verde, y Correduría. Cercana a la plaza principal y a la iglesia, en portadillos se instalaban tiendas, tabernas, panaderos, verduleros y fruteros. El barrio toma su nombre del mercado que allí se organizaba todos los jueves ocupando las calles traperos, carpinteros, caldereros, etc. Este barrio tenía fama de inquieto desde el motín de la Feria o del Pendón Verde ocurrido en 1521 en otra época de hambre y carestía, que también comenta Maldonado.

Isidro de Torres y Francisco Hurtado, oficiales tejedores de sedas, se conforman como los caudillos de los amotinados. El primero comenzó una disputa con un panadero de Alcalá de Guadaíra al preguntarle el precio del pan, 6 reales que pedía por una hogaza (unos 6 reales era el salario de un trabajador), terminó tirando el pan al suelo y gritando ¡Viva el rey de España y muera el mal gobierno!, obligando a los que estaban allí a que les siguieran, sacando espadas y quitándose las capas. Acudió el Asistente, marqués de Aguilafuente, y su actuación no hizo otra cosa que envalentonar a la muchedumbre. Fue el inicio de la sublevación.

Lo más notable del motín fue la inexistencia de autoridad. Los amotinados organizados en cuadrillas, se apoderaron de las armas que la ciudad guardaba sin custodia adecuada en la Alhóndiga, también registran y requisan el grano almacenado en algunas casas. Los defensores de la ciudad, al mando de Martín de Ulloa, veinticuatro, junto con vecinos de San Marcos, se concentraron en el portal cubierto del Convento de Santa Paula, formando cuerpos de guardias. En estos momentos las autoridades intentan negociar con los sublevados bajando los precios y abasteciendo la ciudad. Sin embargo, no se evitan los registros domiciliarios e incluso robos. Los sublevados piden la abolición de los tributos más odiosos (alcabalas, millones y otros impuestos), la bajada de la moneda y del papel sellado. Aunque las autoridades acceden a las peticiones, los amotinados solicitan la libertad de los presos acusados de resellado. Al no recibir respuesta rápida los sublevados asaltan las cárceles poniendo en libertad a los presos el día 23 de mayo, como consecuencia del asalto se quemaron los archivos donde se conservaban las causas criminales, no las civiles ni tampoco las escrituras públicas.

Juan de Villasís, de la orden de Calatrava, es nombrado gobernador de la Feria, consigue que algunos depongan las armas y acepten el perdón dado por el arzobispo y publicado en la Plaza de San Francisco. El sábado 25 muchos se niegan a entregar las armas sin que viniese el perdón real, según decían “con letras gordas de oro”. El levantamiento finaliza el 26 de mayo, domingo, el bando de la ciudad más fortalecido decide acometer a los sublevados más comprometidos y disminuidos que se habían hecho fuertes en la Feria. Esa madrugada el ataque por sorpresa no encontró oposición y la mayoría de los amotinados optó por la huida, otros muchos perecieron ahogados al intentar cruzar el río, se calcula sobre 100 bajas.

Entre mayo y junio son ahorcados algunos de los sublevados, entre ellos Francisco Hurtado, uno de los cabecillas. Le cortan la cabeza y la colocan en la Feria, permaneciendo 20 días expuesta. Finalmente el 12 de junio llega el perdón real de Felipe IV, general y que sólo exceptuaba a quienes antes del motín tenían causas pendientes con la justicia y a los que habían inducido a la masa a cometer desmanes contra personas y bienes (57 hombres excluidos).

Al rey se le pidieron recompensas, principalmente hábitos de las Órdenes Militares, distinción muy codiciada al ser garantía de nobleza y limpieza de sangre y paso necesario para conseguir puestos o algún título, es por ello que las peticiones fueron numerosas. Otros pedían el descuento de la media anata o nombramientos de capitanes de Caballería. Finalmente el rey sólo recompensó a una selección.

Estas revueltas populares de mediados del siglo XVII respondían a unos comportamientos codificados: concepción idealizada de la Monarquía, deposición formal de los oficiales municipales, destrucción de documentos, agresiones contra recaudadores, excarcelación de presos, etc. Se desencadena con un chispazo, una pelea, la justicia no lo puede atajar y se forman cuadrillas. Hay una gran desorganización inicial, las autoridades se encuentran desbordadas por los acontecimientos. A continuación se mejora la organización de los amotinados ante el vacío de poder. El deslace se produce por medio de una negociación, perdón general y vuelta a la situación anterior.

Tras el Motín de la Feria el precio del pan, aunque todavía alto, llega a un valor intermedio. Los tributos y el valor de la moneda vuelven a la situación anterior. Para Domínguez Ortiz, las alteraciones andaluzas de mediados del XVII tuvieron principalmente un carácter urbano y espontáneo, caracterizándose por ser, ante todo, motines de hambre, “revueltas estériles” al carecer de resultados efectivos que mejorasen las condiciones de vida de las capas más humildes de la sociedad. Estos motines, según José Contreras, representan una de las formas colectivas más típicas del Antiguo Régimen. Los amotinados se conformaban con solucionar sus problemas más inmediatos sin plantearse el origen de los mismos o llegar a cuestionar el orden existente. Surgen por la ruptura del equilibrio social y político en una coyuntura de las crisis de subsistencias. En definitiva estallaban cuando los poderosos pasaban a ser vistos como enemigos de la comunidad en lugar de “padres del común”, anteponiendo el interés particular y de sus clientelas al de la comunidad que gobernaban ya que el pueblo llano entendía que eran los vecinos más ricos y poderosos los que debían ejercerlo.

 

El Tratado se estructura en 19 capítulos, destacamos:

 

Capítulo 1: “Las causas que ocasionaron a que algunos formaran conjuración para amotinar la ciudad”

Destacando la peste de 1649 y la carestía de alimento, los precios y la llegada de García de Porras, de la orden de Santiago, y fiscal del Consejo Supremo, para castigar el resello de la moneda.

 

Capítulo 2: “Descripción del sitio de la Feria y otras partes de la ciudad de Sevilla de que se hace mención en este suceso”

Capítulo con interés para la topografía de la ciudad.

 

Capítulo 3: “Comienza el tumulto miércoles 22 de mayo y lo que este día (se) obró”

Describe el asalto a la armería de la Alhóndiga por los sublevados

 

El resto de capítulos hasta 19 relatan el desarrollo del motín, vencimiento y castigo

 

Bibliografía:

CALVO POYATO, José. “Recesión y hambre en Sevilla: El Motín de la Feria”. La Aventura de la historia, Nº. 171, 2013, pp. 40-44

CARPIO ELÍAS, Juan. “Actitudes religiosas durante el levantamiento popular de la Feria: Sevilla, 1652”. Hespérides: Anuario de investigaciones, Nº 13-14, 2005-2006, pp. 27-42

CONTRERAS GAY, José. “Penuria, desorden y orden social en la Andalucía del siglo XVII”. María Desamparados Martínez San Pedro (coord.) Jornadas sobre los marginados en el mundo medieval y moderno. Almería, 5 a 7 de noviembre de 1998. Instituto de Estudios Almerienses. 2000

DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio. Alteraciones andaluzas. Madrid: Narcea, 1973

 

DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio. “Documentos sobre el motín de la Feria en 1652”. Archivo hispalense: Revista histórica, literaria y artística, Tomo 8, Nº 21-22, 1947, pp. 69-93

DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio. La Sevilla del siglo XVII. Sevilla: Universidad de Sevilla, 2006

 

MORALES PADRÓN, Francisco (ed.). Memorias de Sevilla (Noticias sobre el siglo XVII). Madrid: Confederación Española de Cajas de Ahorro, 1982

 

ORTIZ DE ZÚÑIGA, Diego. Anales seculares y eclesiásticos de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de la Andalucía, que contienen sus más principales memorias desde el año de 1246 hasta el de 1671... formados por Diego Ortiz de Zúñiga. Madrid: Imprenta Real, 1677 [en línea]. 

[Consulta: 22 de febrero de 2018]. Disponible en web: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000134564&page=1

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