Alejandro Víctor García

Granada

Alejandro Víctor. Granada, 16-XII-1957. Periodista, dramaturgo y narrador.

A pocos días de finalizar el año 1957 nace Alejandro V. García en el bajo Albayzín granadino, en concreto en esa Carrera del Darro que el célebre novelista y dramaturgo William Somerset Maugham tildara como el medio kilómetro más hermoso de la Tierra. Asiste a las clases de bachillerato por la noche: primero, en el colegio filial del Ave María sito en la carretera de Murcia; después, en el Instituto Padre Suárez. Compatibiliza sus estudios universitarios en Granada (licenciatura en Filosofía Pura) con sucesivos trabajos (desde un comercio de tejidos a una gestoría, pasando también por una autoescuela y una casa de seguros).

Sin embargo, la vida le viene guiñando el ojo en pos de otros menesteres distintos a los objetivos universitarios; sus dos grandes pasiones llevan otras direcciones –teatro y periodismo–, que desde un primer momento trata de compaginar. Su primer contacto con la prensa escrita llega pronto: colabora en el diario “Patria”. El propio Alejandro Víctor recuerda que en marzo de 1977 el responsable de la sección a la que está adscrito le encarga la información de los eventos programados en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias, uno de los escaparates escénicos más importantes del momento en la ciudad; acude para asistir a la representación del espectáculo Parábola –dirigido por Miguel Alarcón–, la más reciente apuesta que la compañía Aula-6 ofrece al público granadino. Cree estar ante su bautizo como crítico teatral, pero el destino le juega una mala pasada: el accidente –grave, aunque sin consecuencias irreparables– sufrido durante un ensayo por Miguel Ávila Cabezas, uno de los actores –cofundador del grupo–, obliga a la suspensión de la puesta en escena. El futuro dramaturgo –ahora en lides periodísticas– se queda sin crítica que llevar a la redacción; avispado, decide –sin duda, por su formación en el compromiso social– convertir la ausencia de crítica en alegato a favor de los derechos del accidentado. Las afiladas tijeras de los dirigentes del diario mutilan el texto y, cuando el joven periodista en ciernes exige una explicación por la censura a la que se han visto sometidas sus cuartillas, se encuentra con una tan inesperada como rotunda respuesta: la renuncia o el despido.

El primer éxito de su carrera como dramaturgo lo obtiene este mismo año (1977): su obra A nadie dijo su historia ni el barco de la alegría –título inspirado en una canción de la tonadillera Marifé de Triana– merece el premio Federico García Lorca, convocado por la Universidad granadina. Reparte su tiempo entre la actividad periodística y su dedicación a la narrativa y la dramaturgia, además de alguna incursión en el campo de la poesía. Jalonan su currículum, entre otras: la corresponsalía de “Ajoblanco”, cuyas hojas –en palabras del propio periodista– “se plegaban a mano”; la dirección de los “Cuadernos del Mediodía”, suplemento de las artes, ciencias y cultura del “Diario de Granada”, primer suplemento cultural en la historia del periodismo andaluz, cuya fundación se debe al escritor y periodista Francisco López Barrios, que también busca la inspiración en las musas del teatro; y la colaboración en prestigiosos diarios como “Granada 2000”, “El País” y “Granada Hoy”. Aunque no muy abundante, su producción dramática se cuenta por triunfos: al galardón ya mencionado hay que añadir el premio José Martín Recuerda (Granada, 1999), de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, concedido a El huevo de los mártires, y el premio Enrique Llovet (Málaga, 2001), de la Diputación Provincial, otorgado a Ensoniñada y los cinco.

La producción dramática de Alejandro V. García se enmarca en la línea surrealista emprendida por un importante sector de los dramaturgos actuales españoles, en donde una comicidad corrosiva, salpimentada con un lenguaje ácido y vivo, despierta al lector/espectador de un viejo letargo de “pensamiento ausente”. En este sentido, como bien ha apuntado la crítica teatral, la dramaturgia de Alejandro V. García tiene algo de “ejercicio catártico”. Buena muestra de ello es Ave Sosia, su última obra, estrenada en Cazorla durante 2005 por el Centro Andaluz de Teatro, y Los Ulen, dirigida por Pepe Quero y protagonizada por el popular Santi Rodríguez.

Obras de Teatro: A nadie dijo su historia ni el barco de la alegría, Granada, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Granada, 1978; El huevo de los mártires, Granada, Editorial Comares, 2000; Ensoniñada y los cinco, Málaga, Diputación Provincial de Málaga, 2003.

Obras de Narrativa: Crónica de un asesinato moderado, relato incluido en el volumen Los andaluces cuentan, Granada, Editorial Aljibe, 1981; Los lares urbanos, Granada, Caja General de Ahorros de Granada, 1990; Cabezas tocadas, Granada, Editorial Comares, 1997.

                  J.M.A.