José María Gómez Delgado. Director del CEIP Ntra. Sra. de los Dolores de Herrera (Sevilla).
 

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Un día cualquiera, de una escuela de aquí o de allá, y con más frecuencia de lo deseado, encontramos un oscuro miedo, que podríamos llamar el síndrome del “folio en blanco”.

Más paradójico aún resulta si la cultura audiovisual rodea nuestras vidas y la de nuestros escolares. El poder de la imagen y de la palabra está presente en cada situación que nos envuelve. Desde mi punto de vista, esta cuestión debería hacernos reflexionar. ¿Estamos potenciando verdaderamente la capacidad creativa y comunicativa de nuestros escolares?

El álbum ilustrado quizás sea un buen ejemplo de ese conjunto armónico de ilustración y texto. En algunos casos pesa más la imagen y, en otros, la palabra. Se trata, pues, de un género que busca una comunicación con los lectores a través de una doble vía: la de la ilustración y la del texto escrito. De esta forma, la propuesta resulta enriquecedora para un lector que debe interpretar dos códigos diferentes. El potencial imaginario del niño juega sobre esos dos registros.

Por todo ello, y por su potencial desde el punto de vista motivacional, el álbum ilustrado fue el elegido para desarrollar este proyecto de carácter literario con el alumnado de 5º de Educación Primaria.

La primera fase de trabajo se centró en la motivación de la propuesta. Para ello, se presentaron algunos álbumes ilustrados en clase, se narraron y se paladearon. “La vaca que se subió a un árbol”, “¿A qué sabe la Luna?”, “El cazo de Lorenzo”, etc.

Cuando el interés fue creciendo, se les incitó a que trajesen varios álbumes ilustrados al aula, de modo que pudiésemos saborearlos, analizarlos y, en definitiva, disfrutarlos -que es el verdadero propósito de este tipo de género discursivo-, para después reflexionar sobre su estructura, características, valores o enseñanzas que transmite. Téngase en cuenta que, para poder "producir", resulta clave ver cómo lo hacen los escritores y escritoras, las personas que saben hacerlo.

También visualizamos y analizamos diferentes álbumes ilustrados en formato audiovisual (narración en off, cuentacuentos, etc.).

Tras esta fase, se incidió especialmente en la producción guiada de diferentes textos narrativos, atendiendo a sus principales estructuras y recursos (estilo directo e indirecto, uso de los verbos en pasado, salvo en los diálogos, empleo de conectores espaciales y temporales para situar el tiempo y los espacios donde se desarrollan los acontecimientos, el empleo de diferentes recursos estilísticos (comparación, metáfora, hipérbole, etc.).

La secuencia didáctica evolucionó desde el modelado hacia tareas cada vez más abiertas, donde el grado de autonomía y de reflexión sobre las producciones era cada vez mayor, empleando además diferentes técnicas de fomento de la creatividad, como hipótesis fantásticas, el error creativo, el binomio fantástico, etc., todas ellas basadas en G. Rodari.

El dominio de la narración se iba haciendo patente a estas alturas del proceso, por lo que el alumnado estaba listo para enfocar tareas más complejas. Así, se iniciaba una tercera fase de producción autónoma de forma cooperativa, donde la consigna fue la de crear un álbum ilustrado para regalarlo y narrarlo al alumnado de Educación Infantil del centro, sin duda, el público más selecto y sincero.

Desde la percepción de que el álbum ilustrado persigue el entretenimiento, cautivar al lector/espectador, se pusieron manos a la obra, desarrollando las fases de planificación, textualización, ilustración y revisión, esta última de forma continua y reflexiva, empleando diferentes instrumentos de autoevaluación.

Aplicaron diferentes técnicas ya trabajadas para crear sus guiones, y otras ya observadas para ilustrar sus álbumes: el papel rasgado de Violeta Monreal, el collage de Anna Llenas, etc., De forma paralela también afloraron ideas creativas y formas de ilustrar muy interesantes. Se habían impregnado de la esencia literaria y ahora mimaban cada detalle para obtener un resultado atractivo, visual, sugerente... Esta tarea les llevó dos semanas de trabajo, que para ellos también fue de disfrute.

Los álbumes fueron tomando cuerpo, con estilos diferentes, aventuras diversas, pero con un elemento en común: el entusiasmo. Ya podían tocar su historia, su álbum, así que había llegado el momento de preparar el cómo darle vida a través de la oralidad. Esta fue la cuarta fase de trabajo.                        

Apoyados en modelos de cuentacuentos a través de la web y de una visita que tuvimos en el centro, que hizo las delicias de grandes y pequeños, fueron creando su propio estilo para narrar sus aventuras. Así, las palabras e imágenes que contenía el álbum se desprendían del mismo para disfrute del alumnado de infantil, que entusiasmado pidieron en no pocas ocasiones que se los contaran de nuevo.

Finalmente, los álbumes fueron regalados al alumnado de esta etapa para que pudieran tocarlos, olerlos y saborearlos cada vez que les apeteciera devorar una buena historia.

Después vinieron otras creaciones empleando herramientas TIC, como Storybird, y manejando distintas técnicas, como el kamishibai. Pero esto es otra historia.

Hay un gran potencial creativo en cada uno de nuestros alumnos o alumnas: solo hay que despertar la motivación necesaria para que busquen dentro de sí mismos y acercarles técnicas que rompan los esquemas y estereotipos existentes. Lo demás, es una dosis de metodología, facilitar tiempos, y, sobre todo, hacer que disfruten del proceso.

¡No estamos seguros de haber escrito un álbum ilustrado, pero sí de que disfrutamos haciéndolo!

 "La creatividad es contagiosa, pásala".  Albert Einstein.