Javier Ortolá: Presidente del Instituto de Teatro Clásico Grecolatino de Andalucía

 

Javier Ortolá Salas es Doctor en Filología Griega por la Universidad Complutense y Profesor Titular de Filología Griega en la Universidad de Cádiz. Además, desde el año 2015 es Presidente del Instituto de Teatro Clásico Grecolatino de Andalucía y coordinador de los festivales de Itálica (Sevilla) y Baelo Claudia (Cádiz).

 

 

El Festival de Teatro Grecolatino cumple su vigésimo segunda edición. En los años que lleva al frente del Instituto ¿qué balance hace de esta actividad?

Asumí la presidencia del Instituto de Teatro Clásico Grecolatino de Andalucía en el año 2015, si bien he pertenecido a su Junta directiva y a la organización desde el año 1998. Durante todos estos años el balance es muy positivo: más de ciento veinte mil espectadores en Itálica y más de cuarenta mil en Baelo Claudia. Esta trayectoria y la función de la actividad fue reconocida por la Junta de Andalucía en 2013 cuando nos concedió el Premio al Mérito Educativo.

Acercar los textos dramáticos grecolatinos, especialmente la tragedia, a los adolescentes en los tiempos que corren es todo un logro...

A menudo consideramos que la cultura, y más concretamente la clásica, no es apetecible para nuestros jóvenes. Los largos años de festival y la cantidad de público asistente desmienten esta creencia y revelan claramente que el interés no es algo puntual o testimonial. Los jóvenes tienen mayor juicio crítico de lo que creemos y están más deseosos de aprender de lo que podemos pensar. Por eso, cuando se les ofrece la posibilidad de conocer en profundidad la grandeza de los textos clásicos y visualizarlos en escena, son muy receptivos.

Una máxima dice que un clásico nunca envejece. ¿Cómo se le puede argumentar a los más jóvenes de la  actualidad de una tragedia de Sófocles por ejemplo?

Si se les llama clásicos es precisamente porque lo que representan y nos transmiten es algo eterno, universal. La lectura y representación de los textos clásicos pone a lectores y espectadores ante los grandes dilemas y encrucijadas de la vida. Sófocles, ya que lo menciona, es una buena muestra de ello: ¿qué leyes son superiores: las humanas o las divinas? ¿puede el hombre escapar a su destino? ¿cómo ha de reaccionar el hombre ante las difíciles pruebas de la vida? Estas y otras muchas preguntas se nos plantean con el drama clásico. Los jóvenes, ante dichas cuestiones, tienen oportunidad de reflexionar, de debatir, de discernir entre lo que es justo o no lo es, de comprender los estragos de la guerra o los beneficios de la paz entre otras cosas. Hoy, como en la Grecia antigua, la función del teatro es educativa, una escuela de formación de ciudadanos.

Y con respecto a las lenguas clásicas, ¿qué les diría a quienes argumentan que su aprendizaje no tiene sentido al tratarse de lenguas muertas?

La utilidad de las lenguas clásicas y el peligro que corren es un debate viejo de siglos. No obstante lo anterior, siguen mal que bien manteniéndose, aunque no con la suficiente firmeza, es cierto. Siempre estamos con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas, teniendo además que justificar nuestra propia razón de existir. En un mundo tan tecnológico como el actual, se nos considera, como diría Homero, un peso, una carga para la tierra. Pero no podemos, aun así, caer en el desánimo ni cesar en el empeño de impulsar el estudio del griego antiguo y el latín. Su estudio es altamente beneficioso: estimula la cognición, ayuda a aprender lenguas vivas, a conocer mejor la nuestra y sus formas de expresión. La cultura clásica, además, nos permite comprender mejor nuestra sociedad, sus fortalezas y debilidades, nos ayuda a saber interpretarla, y por tanto a intentar mejorarla.

Decía Oscar Wilde que todo lo moderno que hay en nuestra vida se lo debemos a los griegos...

Sí, es un viejo dicho, y sin duda somos lo que somos por lo que nos han legado nuestros antepasados, los griegos entre otros. Tenemos la enorme fortuna de que en nuestro país convergieron varias civilizaciones, por eso soy de la opinión que no podemos ser exclusivistas; muy al contrario, debemos sentirnos orgullosos de todas aquellas culturas que nos han conformado como pueblo y que nos han enriquecido con el devenir del tiempo.

 

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¿Qué podemos hacer para mantener viva una cultura que es la base de nuestra civilización?

Algo tan sencillo como no olvidarnos de ella. Centrándonos en el mundo grecolatino, lo ideal sería promover más el aprendizaje de la lengua y de la cultura grecolatina desde los Institutos y seguir dando la oportunidad de ampliar su estudio en las carreras universitarias. De hecho, es uno de nuestros objetivos como asociación: mejorar la formación cultural de los jóvenes introduciéndolos en los fundamentos de la civilización clásica grecolatina a través del teatro.

¿Qué obras son las que suelen tener más éxito en las representaciones?

Cada una de ellas tiene un encanto especial, un mensaje diferente, si bien es cierto que el alumnado por uno u otro motivo tiene sus preferencias. La Antígona de Sófocles o la Lisístrata de Aristófanes son de las más demandadas.

¿Cuáles son los criterios a la hora de seleccionar las obras que se van a representar?

El teatro grecolatino es finito: nos han llegado íntegras poco más de treinta tragedias griegas (bajo la firma de Esquilo, Sófocles y Eurípides), once comedias de Aristófanes, dos o tres de Menandro, una veintena de Plauto y once tragedias de Séneca. Así las cosas, a la hora de seleccionar las obras intentamos en la medida de lo posible no repetirlas de un año a otro, si bien dependemos en gran medida de los grupos de teatro y de las obras que tienen en catálogo.

El festival de teatro Grecolatino no solo fomenta el conocimiento de la cultura y el mundo  grecorromano, sino también el amor por el teatro a la vez que pone en valor el patrimonio histórico andaluz ...

Efectivamente son algunos de los objetivos que nos marcamos estatutariamente en nuestra Asociación. Valorizar el riquísimo patrimonio andaluz, fomentar la rehabilitación de recintos arqueológicos, especialmente de los teatros –algo que en parte se ha conseguido– a fin de que las piedras de los teatros cobren vida de nuevo a través de la tragedia y la comedia. Y es que no es lo mismo una lectura pasiva de los textos, que verlos puestos en escena ¿y dónde mejor que en un teatro romano para hacer esto realidad?

 

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¿Qué respuesta tienen por parte del profesorado implicado en la actividad?

El profesorado y su alumnado son la base del festival, pues sin ellos no sería posible, por mucho que nos empeñáramos desde la Organización o las instituciones. Saben comprender la importancia de la actividad como algo educativo y necesario para los jóvenes. De los profesores recibimos muchas voces de ánimo para que continuemos con nuestra labor y no pocas sugerencias, que atendemos siempre que estén en nuestra mano.

Y en cuanto al alumnado, imagino que no solo los que cursan la materia de Cultura Clásica son los que acuden al teatro. ¿Cuál es la respuesta de estos alumnos?

Los alumnos son mayoritariamente de Cultura Clásica, o todo lo más de Lengua y Literatura. Pero asociar el teatro a lo que comúnmente llamamos Letras creo que es un error; el teatro es un bien universal para cualquiera que pretenda tener una preparación Humanista en el sentido más tradicional del término. Sería de desear que todos los departamentos lo propusieran como actividad más allá de la especialización de los alumnos.

Los grupos de teatro aficionado que representan las obras se han formado en los Institutos de Enseñanza Secundaria, en su mayoría alumnado de Bachillerato, y en la Universidad. ¿Quién corre a cargo de la formación actoral de estos jóvenes?

Es el propio profesorado. Solo su pasión por el teatro clásico y su dedicación fuera de su jornada laboral hacen posible la creación y formación de estas compañías de aficionados. Me consta que los profesores restan parte de su tiempo libre para trabajar con sus alumnos por las tardes, fines de semana incluidos. No es solo enseñar a memorizar el texto, a trabajar la dicción o ampliar su vocabulario, sino también el diseño de la escena, el vestuario, y todo lo que conlleva un espectáculo teatral. Además el teatro fomenta entre los jóvenes que están en escena la tolerancia, el respeto a los demás, el trabajo en equipo; mejora su autocontrol y autoestima; les da responsabilidad.

¿Qué tipo de actividades lleva el profesorado implicado con el alumnado que asiste a las representaciones?

Los alumnos reciben el libro de la obra que van a ver mes y medio o dos meses antes de la representación –la Consejería de Educación colabora con nosotros enviando los libros a los centros–. De esa manera el profesor puede preparar al alumno para lo que va a ver; le ayuda a comprender en profundidad el texto, la estructura del drama antiguo; estudian la vida y la obra del poeta y su contexto histórico y literario. Así el alumno, cuando se enfrenta a un montaje escénico, puede asimilar de forma visual el mensaje que quisieron transmitir los autores dramáticos. Por otro lado, antes o después de la función, los centros aprovechan también para visitar los respectivos conjuntos arqueológicos y ver in situ cómo era y funcionaba una ciudad romana.

 

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Estos grupos de teatro ¿se crean expresamente para las representaciones del Festival o tienen otro recorrido?

Su naturaleza primera es la de teatro de aficionados para el Festival, pero muchos de sus integrantes, con el paso del tiempo, la experiencia acumulada y sus cualidades, han llegado a ser profesionales de la escena.

En lo que se refiere a los dos escenarios en los que se lleva a cabo el Festival, el Teatro Romano de Itálica (Santiponce-Sevilla) y el Teatro Romano de Baelo Claudia (Bolonia,Cádiz) ¿qué destacaría de ellos? Imagino que cada uno, por sus características, será más o menos idóneo para determinadas representaciones...

Los teatros, desde el punto de vista físico, están en la situación que están después de veinte siglos, bastante buena, todo hay que decirlo. Se han practicado en ellos mejoras por el bien de la seguridad y la comodidad de los asistentes. Así ha sido en los teatro de Itálica y Baelo Claudia. En el caso de Itálica, por ejemplo, se remodeló el graderío, y en el de Baelo se instaló una grada fija en la cavea hace cuatro años, que además de aumentar su aforo, ha dejado la instalación mucho más cómoda y segura.

¿Hay alguna obra concreta que aún no se haya representado y que le gustaría acercar a los jóvenes?

Se han representando la práctica mayoría de las obras grecolatinas. Queda pendiente alguna, como el Filoctetes de Sófocles: de sus siete tragedias conservadas, es la única que queda por representar. Por eso, quisiéramos que algún grupo de teatro se animara a montarla para el año que viene.

Imagino que la selección de cada obra conlleva trabajar, desde el punto de vista didáctico, determinados aspectos de la cultura grecolatina, así como de los grandes arquetipos del drama a través de los personajes. En este sentido, ¿Qué obras le parece que pueden ser más didácticas?

Como he dicho anteriormente, el profesor trabaja con el alumno el texto de la obra que va a ver. Centrándome en su pregunta, me resulta difícil decantarme por alguna en particular, pues podría caer en lo subjetivo. Hablando de la tragedia, Esquilo es un autor difícil de leer y entender, muy majestuoso en sus formas. Su teatro no se interesa tanto por las personas como por las ideas. Sófocles por su parte humaniza la tragedia. Se centra en el hombre, sujeto a las tribulaciones de la vida y al difícil peregrinaje de la elección. Eurípides explora los entresijos del alma humana, especialmente la femenina. Los hombres deciden su propio destino, sin tener en cuenta a los dioses. Se habla de su teatro como psicológico.

 

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La mitología cumple una función esencial en el teatro clásico grecolatino. ¿Para qué puede servirnos en la actualidad el conocimiento de los mitos?

Salvando el caso de Los Persas de Esquilo, cuyo argumento es histórico, las demás tragedias son de tema mitológico. Entrar ahora en los motivos sería extenderme demasiado. En cuanto al mito era la forma que tenían los griegos de explicar el mundo: desde el origen del cosmos y los dioses al origen de la raza humana o la de los héroes; explicaban también por mitos los ciclos de la naturaleza e incluso la imposición del patriarcado sobre las antiguas estructuras matriarcales. Los mitos son el argumento de la literatura griega y sin su conocimiento difícilmente podremos comprenderla en su profundidad. Pero transcendiendo la literatura clásica, también la de otras épocas está impregnada de mitología. Autores de todas las épocas recurrieron a imágenes míticas como argumento o motivo en sus obras. Y ni que decir tiene que para el conocimiento de otras manifestaciones artísticas es imprescindible el conocimiento de la mitología clásica. Sin ella, contemplar un cuadro barroco, por ejemplo, es mirar simplemente una escala de figuras y colores, un mero continente sin contenido.

A lo largo de todos estos años, el festival no solo se ha mantenido sino que se ha afianzado. ¿Dónde cree que radica el éxito?

El éxito radica en el profesorado que atiende generosamente la llamada del Festival; el éxito radica en el alumnado asistente, deseoso de aprender; igualmente en los grupos de teatro y sus directores, muy complacientes e ilusionados pese al desgaste que supone su labor; el éxito radica en la Consejería de Educación (que envía los libros a los centros) y en la de Cultura (que nos cede los teatros); y el éxito radica no menos en el equipo con el que organizo el festival, profesores a fin de cuentas comprometidos con la actividad. Pero aunque todo parece indicar que tanto el Festival de Itálica como el de Baelo Claudia están más que consolidados, no podemos bajar la guardia ni dejarnos llevar por la inercia. Precisamos de una mayor colaboración y complicidad de las instituciones. En este sentido, y a modo de ejemplo, es de señalar que el Conjunto arqueológico de Baelo Claudia incluye en su partida presupuestaria el festival de teatro como parte de su difusión cultural.

La asociación que preside también promueve intercambios y encuentros a nivel nacional e internacional con países de la Unión Europea. ¿Puede hablarnos de alguna de ellas?

Durante algunas ediciones tuvimos la oportunidad de poder contar con grupos extranjeros venidos de Grecia, Rumania, Alemania o Italia. Todos ellos representaron en español; incluso, el grupo de Tréveris (Alemania) llegó a poner en escena una comedia de Plauto íntegramente en latín. La representación se dirigió a un público más reducido constituido por profesores de Instituto y Universidad. También participamos en algún coloquio sobre teatro en aquellos países. Todo esto era posible cuando la Asociación disponía de mayores recursos que nos venían dados por el patronazgo de entidades públicas y privadas. Hoy en día, más allá de la colaboración que antes he indicado, dependemos exclusivamente de los ingresos que nos da el aforo y que nos permite con gran esfuerzo mantener tres días de festival en Itálica y dos en Baelo.

¿ Hay alguna nueva propuesta por parte de la asociación de cara al futuro?

Por el momento nuestro mayor reto es mantener el Festival Grecolatino, algo que no siempre es fácil. Las normativas y leyes vigentes para los espectáculos públicos son cada vez más exigentes, lo que incrementa proporcionalmente el gasto; de ahí la necesidad de ampliar el número de colaboradores en vistas a consolidar el Festival. Por otro lado, en dos años se cumplen los 15 años del Festival de Baelo Claudia, y en tres los 25 de Itálica. Estamos pensando en varias actividades para conmemorar unas fechas tan señaladas. También estamos valorando la posibilidad de abrir alguna sesión para niños a partir de 6º de Primaria (con adaptaciones adecuadas a su edad, naturalmente), ya que a fecha de hoy el festival está destinado a jóvenes a partir de 4º de ESO. Considero que cuanto antes se impliquen en el mundo del teatro, mejor, porque solo les reportará beneficios y hará de ellos mejores ciudadanos.