Con esta exposición se pretendía aportar una reflexión sobre la arquitectura desde la mirada de diferentes artistas que comunican su particular vivencia arquitectónica a través de la fotografía. Así pues, nos encontramos ante una muestra en el límite del diálogo entre dos artes visuales: una de naturaleza más abstracta (arquitectura) representada por otra más concreta (fotografía). Es un diálogo complejo y, en cierto, modo, condenado al fracaso desde sus premisas iniciales, puesto que la esencia de la arquitectura, el espacio, no puede reproducirse. El resultado, no obstante, fue una complicada mezcla de dimensiones en la que intervenían la propia motricidad, el oído e incluso el olfato. ¿Cómo transmitir esa experiencia en un solo plano? Como afirma Hirushi Sugimoto: "los edificios tienden a tener el aspecto de espacios muertos cuando se los representa en el tradicional estilo resuelto, seco, lineal, propio de la mayoría de las fotografías de arquitectura." Esta intuición manifiesta la imposibilidad, al tiempo que el reto, que supone transmitir la complejidad del espacio arquitectónico mediante la utilización de un método de representación bidimensional.