| Para cualquier consulta sobre normativa dirígete a: http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/ | |
Aunque no nos conocemos, me he atrevido a
escribir esta carta y pediros, por favor que se la hagáis llegar a
mi madre, que ahora vive en el Coto del Rey. Hola mama: Soy yo, Arena. Un día que había llovido mucho y salí a un camino negro,
que era lo único que había seco y que el sol del invierno había
calentado un poco; llevaba ya dos días sin comer por que no encontraba
conejos, y me sentía muy débil. Pero no pude calentarme mucho
ya que vi llegar un coche y tuve que saltar al arcén cayendo junto
a una bolsa llena de basura.
He buscado mucho ese bonito lugar de rocas grandes y redondas, pero creo
que el camino de vegetación que utilizó el padre del abuelo
ya no existe. Me hubiera Aunque este sitio no estaba demasiado mal, no dejé de hacer pequeñas
excursiones por los alrededores buscando las montañas de piedras redondas,
esperando encontrar más conejos y algún otro lince. Olisqueé
todos los alrededores, y marque con mi olor todos los lugares donde estuve,
pero cuando volvía no encontraba respuesta de ningún lince que
hubiera pasado por allí.
Alguien les está haciendo pastos y cuevas para que se refugien y además
hay algunos sitios que desde que han puesto unas chapas verdes en los árboles
están muy, muy tranquilos. Cerca hay un camino negro por el que pasan
coches, pero no van demasiado rápido y alguno que me ha visto cruzando
se ha parado a mirarme. Si fueran más rápido, me hubiera tenido
que ir también de aquí.
En uno de estos tranquilos sitios, al poco de llegar, cuando el invierno
era más frío, creo que era Diciembre o Enero, escuché
los maullidos de un lince, que como yo, buscaba compañía desde
hace tiempo. Al poco tiempo del afortunado encuentro eché de menos de nuevo algo
de "La Vera". No había alcornoques o fresnos
grandes grandes, como en el que yo nací. Todo ocurrió mientras algo aturdida por el continuo recuerdo de aquel
hueco del árbol en el que nací, me escondí a descansar
en un montón de leña rodeada de matorral muy denso.
No sabía muy bien que me pasaba pero el recuerdo me había empujado
a encontrar montones grandes de leña con huecos en los que antes ni
siquiera me había fijado. Fue en uno de estos montones, en el borde
de la "Laguna Bonita" donde una mañana de esta
primavera llegaron mis dos cachorros. Entonces comprendí que mi instinto
me había llevado a buscar el sitio más seguro disponible para
ellos. Aunque tuve algunos problemas cuando cayeron las lluvias de la primavera,
conseguí sacar mis cachorros adelante. Después, durante unos días no nos movimos mucho, ya que había
mucho ruido en torno al camino. Han puesto unas montañitas en el camino
pintadas con rayas amarillas y ahora se está más tranquilo,
por que los coches van más despacio y nos ven cuando cruzamos.
Aquí cerca, he encontrado algunos sitios donde últimamente
hay más conejitos. Cuando sean un poco más grandes los cachorros
se lo enseñaré. Sería estupendo que se quedaran cerca
de mí. También les enseñaré esos alcornoques pequeñitos
que están rodeados por unas fundas de plástico para protegerlos
de los animales y las inclemencias del tiempo y que cada día están
más grandes y con más hojas. Espero que cuando sea muy viejecita, con más o menos 12 años,
todos los conductores que pasen cerca de aquí vayan despacio, porque
ya no seré tan rápida y no podré echarme a tiempo a la
cuneta.
También sueño que los cercados que están apareciendo
en mitad del monte por las cercanías de mi "Laguna Bonita"
inunden de conejos todo esto.
Hasta pronto mamá.
Me gustaría que nos conociéramos mejor para contaros personalmente
el motivo de escribir esta carta, ya que estoy muy contenta y me encantaría
compartirlo con todo el mundo.
Soy muy feliz mama, con cuatro años recién cumplidos ¡he
tenido dos preciosos cachorros por primera vez!. Sabes, no podía aguantar
más, tenía que contárselo a alguien... Por aquí
no hay muchos linces y a veces me siento algo sola.
En
ocasiones he pensado volver a "La Vera de la Marisma",
ese precioso lugar que me vio nacer, pero todavía recuerdo lo que me
dijiste con diez meses cuando me fui de allí: "debes
buscar un lugar donde puedas instalarte. Ya ves que esto es muy pequeño,
y no cabréis con nosotros tú y tus primos. Debes encontrar algún
sitio donde quede matorral que te proteja y conejos que puedas darle a tus
cachorros el día de mañana".
Pero
mamá, mi camino fue muy complicado, recordaba la historia que me contó
el abuelo un poco antes de morir - recuerdas que vino a "La
Vera" cuando eliminaron los lentiscos de donde él
vivía-. Contaba que su padre era un fuerte lince con un precioso pelo
de mota pequeña, de ese que ya no se ve en Doñana,
y que vino desde un lugar que tenía unas enormes rocas redondas, sobre
las que podía divisar todo el territorio de su madre. Tardó
dos meses en llegar hasta "La Vera", pero no tuvo
dificultad en el camino, ya que había mucha vegetación que le
protegía y que conectaban Sierra Morena con Doñana.
Mi camino,
aunque más corto en distancia, estuvo lleno de sustos. Esas máquinas
metálicas que pasaban cerca de casa por el camino que va a El
Rocío, las hay por todas partes, y van muy rápido. No
son como los caballos que vivían junto a "La Vera",
no se paran si estas allí sentada.
encantado
encontrar un macho guapo con un bonito pelaje moteadito, casi jaspeado. He
seguido el curso de arroyos pequeños, medianos y grandes, que son los
únicos sitios donde queda algo de matorral, pero todos terminan en
grandes zonas de cultivos, y no se ve monte en mucha distancia. En algunos
de los arroyos no había conejos y ni siquiera podía beber agua
por que sabía y olía muy mal y no era transparente.
Hasta
que llegué a la zona en la que me he quedado, he pasado por otros sitios.
Uno de ellos, que estaba bastante bien, era un lugar que se encontraba cerca
de un campo con muchos naranjos. Me gustó porque allí cerca
había una pequeña laguna. Había algunos conejos y me
quedé algún tiempo.
Sabes mamá, aquí los conejos utilizan el borde del cultivo como
lugar donde ir a comer, y sería un buen sitio para ir a cazar, si no
fuera porque no me camuflo bien porque no existe matorral, y los conejos me
ven acercarme de lejos.
En una
de mis excursiones encontré una gran laguna, esta sí que era
bonita: con hierba alta que me recordaba al borde de "La Vera"...
Creo que aquí hay alguien más que los linces interesados en
el conejo.
Durante varios atardeceres hemos correteado juntos por la "Laguna
Bonita". Bueno en realidad correteaba yo, por que él tenía
una mano un poco dolorida.
Unos
meses antes, cuando atravesaba una valla por un hueco donde olía a
conejo, se le quedó cogido un alambre en la mano que cuanto más
tiraba, más se apretaba. Ha perdido algunos dientes al morderlo para
poder liberarse, y cojea un poquito. Pero está fuerte y ha hecho también
un camino largo para encontrar un sitio como éste. Los dos tenemos
muchas ganas de vivir.
Ahora hace unos meses que no he podido acudir a los lugares en los cuales,
mediante olores, nos dejamos mensajes de dónde y cómo estamos.
No es que no quiera hacerlo, es que hace dos meses que tengo dos preciosos
cachorros que cuidar.
El otro día, en el primer paseo de los cachorros, cruzamos la carretera
y ¡vaya susto! se dieron los pequeños. No les ha gustado mucho
la experiencia, pero no he podido encontrar ningún sitio por el que
no pase un camino negro.
Quizás los hijos de mis hijos puedan utilizarlos para traer al mundo
a sus cachorros de forma segura, como hiciste tu conmigo, mamá.
Quizás
entonces, cuando esté segura de que mis hijos tendrán lo mismo
que tuve yo al nacer, vuelva a "La Vera de la Marisma"
para ver por última vez aquel lugar de monte mediterráneo que
no he logrado encontrar en ningún otro sitio...
Arena