Proyecto LIFE-Naturaleza "Recuperación de las poblaciones de Lince Ibérico en Andalucía", LIFEO2/NAT/E/8609

         
Para cualquier consulta sobre normativa dirígete a: http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/



Historias de linces

Aunque no nos conocemos, me he atrevido a escribir esta carta y pediros, por favor que se la hagáis llegar a mi madre, que ahora vive en el Coto del Rey.
Me gustaría que nos conociéramos mejor para contaros personalmente el motivo de escribir esta carta, ya que estoy muy contenta y me encantaría compartirlo con todo el mundo.


Hola mama:

Soy yo, Arena.

Soy muy feliz mama, con cuatro años recién cumplidos ¡he tenido dos preciosos cachorros por primera vez!. Sabes, no podía aguantar más, tenía que contárselo a alguien... Por aquí no hay muchos linces y a veces me siento algo sola. En ocasiones he pensado volver a "La Vera de la Marisma", ese precioso lugar que me vio nacer, pero todavía recuerdo lo que me dijiste con diez meses cuando me fui de allí: "debes buscar un lugar donde puedas instalarte. Ya ves que esto es muy pequeño, y no cabréis con nosotros tú y tus primos. Debes encontrar algún sitio donde quede matorral que te proteja y conejos que puedas darle a tus cachorros el día de mañana".


Pero mamá, mi camino fue muy complicado, recordaba la historia que me contó el abuelo un poco antes de morir - recuerdas que vino a "La Vera" cuando eliminaron los lentiscos de donde él vivía-. Contaba que su padre era un fuerte lince con un precioso pelo de mota pequeña, de ese que ya no se ve en Doñana, y que vino desde un lugar que tenía unas enormes rocas redondas, sobre las que podía divisar todo el territorio de su madre. Tardó dos meses en llegar hasta "La Vera", pero no tuvo dificultad en el camino, ya que había mucha vegetación que le protegía y que conectaban Sierra Morena con Doñana.


Mi camino, aunque más corto en distancia, estuvo lleno de sustos. Esas máquinas metálicas que pasaban cerca de casa por el camino que va a El Rocío, las hay por todas partes, y van muy rápido. No son como los caballos que vivían junto a "La Vera", no se paran si estas allí sentada.

 

Un día que había llovido mucho y salí a un camino negro, que era lo único que había seco y que el sol del invierno había calentado un poco; llevaba ya dos días sin comer por que no encontraba conejos, y me sentía muy débil. Pero no pude calentarme mucho ya que vi llegar un coche y tuve que saltar al arcén cayendo junto a una bolsa llena de basura.


He buscado mucho ese bonito lugar de rocas grandes y redondas, pero creo que el camino de vegetación que utilizó el padre del abuelo ya no existe. Me hubiera encantado encontrar un macho guapo con un bonito pelaje moteadito, casi jaspeado. He seguido el curso de arroyos pequeños, medianos y grandes, que son los únicos sitios donde queda algo de matorral, pero todos terminan en grandes zonas de cultivos, y no se ve monte en mucha distancia. En algunos de los arroyos no había conejos y ni siquiera podía beber agua por que sabía y olía muy mal y no era transparente.

Hasta que llegué a la zona en la que me he quedado, he pasado por otros sitios. Uno de ellos, que estaba bastante bien, era un lugar que se encontraba cerca de un campo con muchos naranjos. Me gustó porque allí cerca había una pequeña laguna. Había algunos conejos y me quedé algún tiempo.

Sabes mamá, aquí los conejos utilizan el borde del cultivo como lugar donde ir a comer, y sería un buen sitio para ir a cazar, si no fuera porque no me camuflo bien porque no existe matorral, y los conejos me ven acercarme de lejos.


Aunque este sitio no estaba demasiado mal, no dejé de hacer pequeñas excursiones por los alrededores buscando las montañas de piedras redondas, esperando encontrar más conejos y algún otro lince. Olisqueé todos los alrededores, y marque con mi olor todos los lugares donde estuve, pero cuando volvía no encontraba respuesta de ningún lince que hubiera pasado por allí.


En una de mis excursiones encontré una gran laguna, esta sí que era bonita: con hierba alta que me recordaba al borde de "La Vera"... Creo que aquí hay alguien más que los linces interesados en el conejo.


Alguien les está haciendo pastos y cuevas para que se refugien y además hay algunos sitios que desde que han puesto unas chapas verdes en los árboles están muy, muy tranquilos. Cerca hay un camino negro por el que pasan coches, pero no van demasiado rápido y alguno que me ha visto cruzando se ha parado a mirarme. Si fueran más rápido, me hubiera tenido que ir también de aquí.


En uno de estos tranquilos sitios, al poco de llegar, cuando el invierno era más frío, creo que era Diciembre o Enero, escuché los maullidos de un lince, que como yo, buscaba compañía desde hace tiempo.

Durante varios atardeceres hemos correteado juntos por la "Laguna Bonita". Bueno en realidad correteaba yo, por que él tenía una mano un poco dolorida. Unos meses antes, cuando atravesaba una valla por un hueco donde olía a conejo, se le quedó cogido un alambre en la mano que cuanto más tiraba, más se apretaba. Ha perdido algunos dientes al morderlo para poder liberarse, y cojea un poquito. Pero está fuerte y ha hecho también un camino largo para encontrar un sitio como éste. Los dos tenemos muchas ganas de vivir.


Al poco tiempo del afortunado encuentro eché de menos de nuevo algo de "La Vera". No había alcornoques o fresnos grandes grandes, como en el que yo nací.

Ahora hace unos meses que no he podido acudir a los lugares en los cuales, mediante olores, nos dejamos mensajes de dónde y cómo estamos. No es que no quiera hacerlo, es que hace dos meses que tengo dos preciosos cachorros que cuidar.


Todo ocurrió mientras algo aturdida por el continuo recuerdo de aquel hueco del árbol en el que nací, me escondí a descansar en un montón de leña rodeada de matorral muy denso.


No sabía muy bien que me pasaba pero el recuerdo me había empujado a encontrar montones grandes de leña con huecos en los que antes ni siquiera me había fijado. Fue en uno de estos montones, en el borde de la "Laguna Bonita" donde una mañana de esta primavera llegaron mis dos cachorros. Entonces comprendí que mi instinto me había llevado a buscar el sitio más seguro disponible para ellos. Aunque tuve algunos problemas cuando cayeron las lluvias de la primavera, conseguí sacar mis cachorros adelante.

El otro día, en el primer paseo de los cachorros, cruzamos la carretera y ¡vaya susto! se dieron los pequeños. No les ha gustado mucho la experiencia, pero no he podido encontrar ningún sitio por el que no pase un camino negro.


Después, durante unos días no nos movimos mucho, ya que había mucho ruido en torno al camino. Han puesto unas montañitas en el camino pintadas con rayas amarillas y ahora se está más tranquilo, por que los coches van más despacio y nos ven cuando cruzamos.


Aquí cerca, he encontrado algunos sitios donde últimamente hay más conejitos. Cuando sean un poco más grandes los cachorros se lo enseñaré. Sería estupendo que se quedaran cerca de mí. También les enseñaré esos alcornoques pequeñitos que están rodeados por unas fundas de plástico para protegerlos de los animales y las inclemencias del tiempo y que cada día están más grandes y con más hojas.

Quizás los hijos de mis hijos puedan utilizarlos para traer al mundo a sus cachorros de forma segura, como hiciste tu conmigo, mamá.


Espero que cuando sea muy viejecita, con más o menos 12 años, todos los conductores que pasen cerca de aquí vayan despacio, porque ya no seré tan rápida y no podré echarme a tiempo a la cuneta.


También sueño que los cercados que están apareciendo en mitad del monte por las cercanías de mi "Laguna Bonita" inunden de conejos todo esto.

Quizás entonces, cuando esté segura de que mis hijos tendrán lo mismo que tuve yo al nacer, vuelva a "La Vera de la Marisma" para ver por última vez aquel lugar de monte mediterráneo que no he logrado encontrar en ningún otro sitio...


Hasta pronto mamá.
Arena 




Logo de la Unión Europea
Privacidad de datos
Condiciones de uso