El arrecife artificial cuenta con elementos antiarrastre y cuatro núcleos de concentración, formando un conjunto que proporciona, por una parte, una vigilancia pasiva de la zona protegida, evitando la pesca ilegal en esos fondos, y por otra, una protección adicional a numerosas especies marinas que encuentran cobijo en estas estructuras, que constituyen un roquedo naturalizado sobre un fondo blando original.
Durante 2010 se han llevado a cabo dos campañas para el censo, una en primavera-verano y otra en otoño-invierno. Se ha observado que los bloques que conforman los cuatro núcleos de concentración del arrecife se mantienen en el mismo lugar que en 2005, no apreciándose desplazamiento de los mismos por artes de pesca, como sí se detectó en el censo anterior. Tampoco se han enterrado en el fondo sedimentario de la zona, lo que indica que siguen actuando a pleno rendimiento.
La ictiofauna encuentra en estos núcleos del arrecife un punto de sustrato rocoso para asentarse, alimentarse o buscar refugio. Desde el inicio del seguimiento en 1994, se ha detectado una sustitución progresiva de especies propias de fondos blandos como el pez araña por otras típicas de sustratos duros como la doncella. Los núcleos, además, sirven de elemento de referencia en los fondos blandos para distintas especies formadoras de bancos de peces, como la boga y la salpa.
Las diez especies observadas por primera vez en el censo de 2010 son: el burro listado, el espetón, la babosa, la sama de pluma, la urta, el águila marina, la corvina, el pez de tres colas, el pez obispo y el listado.
Respecto a los grandes bancos de peces que se sitúan sobre los núcleos, estos han sido objeto de un significativo cambio. Entre 1994 y 1995 la especie dominante, con bancos de miles de individuos, era el besugo; pero en 2005, su presencia fue testimonial y no se ha observado en 2010. Por el contrario, la mojarra ha estado presente en todos los censos realizados, aumentando su presencia progresivamente. Otra especie presente en todos los censos es el serrano.
La explicación de muchos de estos cambios se encuentra en el asentamiento en la zona de grandes depredadores más o menos sedentarios, en concreto el falso abadejo y el mero, cuyo número ha ido incrementando en los últimos años. Estas especies no entraron al arrecife en 1994/ 1995, o se detectaron solo individuos aislados y pequeños. Pero a partir de 2005 se han instalado de forma continua y estable en los núcleos de concentración y, actualmente, alcanzan un gran tamaño. En este sentido, el arrecife, como ya se ha observado en otras zonas del Mediterráneo y del mundo, no genera una gran producción, pero sí facilita el reclutamiento y ofrece un nuevo espacio disponible para especies de fondos rocosos tan emblemáticas como los grandes meros y otros serránidos.