IMA 2017. Informe de Medio Ambiente en Andalucía

370 Como datos significativos que deben de ilustrar los procesos de desertificación en nuestro territorio, hay que destacar que, frente a unos porcentajes del 4,1% de Andalucía que corresponderían a lo que hemos definido como desertificación heredada o debida a procesos naturales, concentrada en la provincia de Almería (un 32% de la provincia), la desertificación afecta al 10,8% de la región, sumándose a la misma territorios muy extensos de las provincias orientales, como el 60% de Almería, el 19,3% de Granada, o el 13,3% de Málaga. La preocupación se incrementa por el hecho de que la sensibilidad a la degradación de las tierras por fenómenos relacionados con la desertificación llega a alcanzar al 51,5% de Andalucía, extendiéndose por todas las provincias y amenazando el equilibrio que durante milenios han venido presentando los ecosistemas mediterráneos de nuestro territorio. Hay que añadir finalmente que sobre un 58% de las tierras de Andalucía, aún no desertificadas pero sensibles a la degradación, se extienden procesos activos que dan lugar a un fuerte riesgo de desertificación en un futuro inmediato. Esta amenaza no se sitúa en las proximidades de las zonas naturalmente áridas, sino que abarca toda la región e incide, de manera especial, sobre las tierras más productivas. Si unimos al 28% de territorio desertificado el 58% en situación de alto riesgo, nos podemos encontrar con un escenario verdaderamente difícil dependiendo, no ya sólo directamente de la actividad humana, sino de la futura evolución del clima en el ámbito mediterráneo. De ahí que éste haya sido otro de los retos que el gobierno andaluz está acometiendo mediante el establecimiento de estrategias de adaptación al cambio climático El seguimiento de las pérdidas de suelo La erosión hídrica de los suelos es un problema ambiental de primera magnitud, pues en una primera fase conduce a un empobrecimiento y pérdida de potencialidad biológica y productiva del medio, pero cuando confluyen unas condiciones climáticas áridas y semiáridas, este proceso desemboca en la desertificación.

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