IMA 2017. Informe de Medio Ambiente en Andalucía
371 De forma natural la erosión actúa modelando nuestro entorno a lo largo del milenio, de tal manera que la delgada capa de material que conforma el suelo, producto de la meteorización de las rocas subyacentes y de la acumulación de restos de la actividad vegetal y animal, mantiene un cierto equilibrio que permite que la vida y, especialmente, que la vegetación, a la que sirve de soporte, se desarrolle sobre él. Cuando este equilibrio se rompe, generalmente por un mal manejo humano de este recurso, las tasas de remoción son superiores a su capacidad de regeneración produciéndose una pérdida del mismo. Ésta se materializa mediante una disminución, tanto de su calidad como de su espesor, al desaparecer los horizontes superficiales ricos en nutrientes y materia orgánica, degradándose su capacidad de producir biomasa y, por tanto, conduciendo a un empobrecimiento de los ecosistemas naturales y a la consiguiente reducción de su capacidad productiva de alimentos. Este problema alcanza especial significación en las áreas de clima mediterráneo, donde la alta frecuencia de periodos de sequía dificultan la recuperación de uno de los factores protectores del suelo más importante, como es la cubierta vegetal. A este factor se une un cierto régimen de torrencialidad de las lluvias y una alta sequía estival, que hace que sean zonas especialmente sensibles, siendo una de las principales causas que conducen a la desertificación. Desde el punto de vista de la preocupación ciudadana, el avance de la erosión y la desertificación han quedado recogidos como problemas ambientales de importancia mundial y local en el Ecobarómetro publicado por la CMAOT. La CMAOT, a través de la REDIAM, y gracias al empleo de modernos métodos de reconocimiento territorial (ortofotos, imágenes de satélite, tecnología SIG, etc.) que permiten un seguimiento continuado de los factores climáticos y de las coberturas vegetales y usos del suelo, realiza un seguimiento anual de la evolución de este fenómeno en la comunidad autónoma con objeto de elaborar un indicador ambiental de carácter cualitativo para realizar comparaciones territoriales y multitemporales de la evolución de este proceso. Igualmente su relación con otras capas de información territorial permite generar indicadores más complejos, capaces de reflejar el estado del medio ambiente regional.
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