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Discursos

Conferencia de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, sobre 'Políticas culturales en tiempo de crisis' en el Ateneo de Málaga

15/10/2014
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Málaga es una ciudad que ha sabido hacer de la Cultura un motor de desarrollo social y económico. El Museo Picasso es el mejor ejemplo del impulso que la cultura ha dado a otros sectores productivos y de cómo nuestro patrimonio puede generar riqueza si sabemos hacer bien las cosas.

Hoy podemos hablar de un antes y un después del Picasso, sobre todo en el turismo, y todo el tejido productivo y de empleo que gira en torno a este motor de la economía andaluza. No conozco otra ciudad que se identifique más con un artista que el caso de Málaga y Picasso.

Todo lo que contribuya a ensanchar esa apuesta por la Cultura y a profundizar más en el conocimiento sobre nuestro artista más universal contará con todo el apoyo del Gobierno andaluz.

Dicho esto, quiero agradecerle, querido presidente de esta notable institución que nos convoca, su amable invitación, y reconocerle el intenso e importante trabajo que desarrollan por la Cultura. En particular, por la programación de actividades que hoy tengo el honor de inaugurar y con la que se pretende alentar desde la reflexión y el debate nuevas propuestas para Andalucía.

La labor del Ateneo malagueño se ha visto refrendada esta misma tarde con la inauguración de su gran biblioteca, que es el fruto de la dedicación y el compromiso del doctor Alcalá López -con el que comparto la defensa de la justicia social- y de la generosidad de sus herederos, que han confiado en esta casa para tutelar y difundir este importantísimo legado y ponerlo a disposición de todos los malagueños y andaluces.

Y gracias, Fernando, por tus palabras, llenas de complicidad y cariño; y con las que demuestras que eres persona de una enorme generosidad.

Los Ateneos andaluces son espacios para el debate y el entendimiento. Son instituciones para repensar el presente y planificar el futuro. Principios que se encuentran en las entrañas de este Ateneo desde hace casi medio siglo. Un testigo, en este caso activo y nunca mudo, de todos los acontecimientos sociales, políticos y culturales que se han sucedido en Málaga y Andalucía en todo ese tiempo.

Por ello, no les oculto que es para mí una satisfacción y una gran responsabilidad estar hoy aquí.

La Cultura es el mejor refugio para estos tiempos convulsos. Imprescindible para salir de estos momentos de crisis; como modelo social y económico y, también, por qué no, ideológico y político.

Los andaluces reivindicamos la importancia de la Cultura y de nuestra cultura desde las primeras líneas del preámbulo de nuestro Estatuto de Autonomía, sabedores de que esta tierra ha ido forjando a lo largo de su historia una robusta y sólida identidad que nos otorga un carácter singular como pueblo, y en el que se reconoce un espacio de encuentro, de diálogo y de convivencia con otras culturas.

Es nuestra mejor embajadora en el necesario encuentro y diálogo con otras culturas. Pero, sobre todo, porque la Cultura tiene un enorme potencial para generar en estos momentos difíciles riqueza y puestos de trabajo.

Toda inversión en Cultura tiene un retorno social y económico que tenemos que ser capaces de canalizar para que los ciudadanos puedan acceder a la cultura y mejorar sus condiciones de vida.

Pero, sobre todo, el enorme peso de nuestra cultura y la excelencia de nuestro patrimonio son recursos con una gran capacidad para generar economía, para crear ese empleo que tanta falta nos hace, para atraer más turismo, para seguir despuntando ante el mundo ofreciéndole de la mejor manera posible el inmenso potencial que atesoramos.

Por eso hablamos de apostar y generar toda una industria cultural que nos eleve, como potencia, a lo que sé que podemos ser porque contamos, por fortuna, con algo que no todo el mundo tiene: una capacidad de ingenio, un talento creativo a prueba de siglos, de crisis y de toda suerte de amenazas.

Que la creatividad andaluza sea a prueba de crisis no significa, lamentablemente, que el sector cultural no se vea resentido seriamente por las decisiones que se toman para encarar las coyunturas.

En este sentido, la crisis y algunas medidas de ajustes adoptadas, no sin gran contestación y controversia, han golpeado durante al sector cultural español y, especialmente, al andaluz. Por su potencial creativo y por el amplio número de instituciones que reúne nuestra comunidad, estas decisiones han provocado un importante y preocupante freno para su pervivencia y sus posibilidades de crecimiento.

Desde el Gobierno andaluz hemos puesto toda nuestra capacidad y hemos buscado fórmulas que ayuden a contener la difícil situación que ha provocado la falta de recursos, los recortes, la presión fiscal a la que está sometido el consumo cultural.

Pero no podemos ocultar que la situación creada, con tanta escasez de recursos económicos, situación que se agrava cada año, nos ha arrastrado también a las comunidades autónomas a tomar decisiones difíciles para el sector cultural, al igual que ha sucedido en otros sectores productivos.

Seguro que lo entenderán. Si tenemos poco, lo poco que haya hay que orientarlo a lo verdaderamente importante, a propiciar que se genere empleo y a mantener los pilares esenciales que anudan nuestra sociedad: la educación, la sanidad y la dependencia.

En la cultura también hay paro. Mucho paro. Y lo lamento profundamente. Hay rostros de profesionales y creadores, de familias, que han sentido con más dureza que en otros sectores las embestidas de esta situación por la singularidad y fragilidad de su propia estructura.

Y tengo que reconocer en este punto el enorme esfuerzo que están haciendo los creadores, las industrias culturales y creativas, todo el sector de la cultura andaluza y de las instituciones por mantener la calidad de nuestro tejido y la excelencia de nuestros museos y conjuntos arqueológicos, archivos y bibliotecas, orquestas y teatros, de nuestro cine andaluz, que estos días se halla encumbrado gracias a películas como 'La isla mínima' de Alberto Rodríguez...

Soy consciente de cómo están afectando la crisis y las políticas de austeridad a este pilar fundamental de la sociedad y del Estado del bienestar. No entendemos la cultura como un objeto de lujo, sólo al alcance de unos cuantos. No creemos que un derecho como éste tenga el mismo gravamen que una joya o un reloj de lujo. Eso es inadmisible.

Por ello, desde Gobierno andaluz nos enfrentamos a esta situación con nuevas ideas para encontrar junto a los sectores culturales nuevas vías de colaboración, nuevas fórmulas de diálogo y modelos de gestión y de funcionamiento que garanticen la creación y, sobre todo, el derecho de acceso de la ciudadanía a la Cultura.

Queremos ver en este momento una oportunidad para cambiar las formas de gestión pública de la cultura, en una época en la que se está redefiniendo el modelo con el que la Administración cultural ha estado trabajando hasta ahora, y el doble papel que la Cultura ocupa en la sociedad contemporánea.

La cultura es un derecho y también un recurso económico, como he dicho antes. Un sector clave para la sociedad del conocimiento, a la que aporta innovación y creatividad.

Por tanto, no se trata solo de articular políticas para este largo periodo de crisis económica. La crisis, más pronto que tarde, tendrá que pasar. Hay que pensar la Cultura que queremos, que necesitamos, que sabemos que podremos explotar teniendo en cuenta el contexto. Y nuestro tiempo nos dice que el uso de las nuevas tecnologías está transformando los hábitos de consumo y poniendo en cuestión los modelos tradicionales que hasta ahora se aplicaban a la Administración cultural.

Y en este momento tan difícil como el que atravesamos, seguimos convencidos de que la educación, la cultura, el conocimiento y la innovación son factores fundamentales de esos que garantizan nuestro futuro. Y en ello debemos empeñarnos si queremos una sociedad mejor, más justa e igualitaria.

Por tanto, en el ámbito de la cultura andaluza hablamos de una cultura innovadora y vanguardista, cualidades que le dan un altísimo valor desde el punto de vista económico y empresarial como verdadera fuente de industrias creativas.

Y no sólo porque lo cultural sea un recurso económico de primera magnitud, sino porque nuestra cultura, heredera de una tradición milenaria y de enorme valor, ha de estar en el núcleo esencial de la nueva Andalucía que hemos de construir entre todos y todas.

Hemos apostado por situar la educación, la cultura y la innovación en el epicentro del cambio hacia un nuevo modelo social y económico andaluz, más sólido, sostenible y duradero, más justo sobre todo.

Si queremos crecer, si queremos más igualdad, si queremos que nuestras empresas sean mejores y más competitivas, necesitamos apoyarnos estos tres ámbitos con capacidad real para impulsar un verdadero cambio a mejor en nuestra sociedad. Por aquí va una parte sustancial del salto de modernidad que llevo tiempo pidiendo que demos en Andalucía.

Comparto lo que decía el profesor Francisco Ayala, que en política no se trata de seguir modas, sino de encararse con los problemas de la propia época. Y ésta es especialmente complicada, pero no por ello menos apasionante y comprometido. Y es justo lo que hemos hecho.

En un momento de cambio, de recorte de derechos y de una obligada austeridad, en Andalucía hemos blindado, y digo bien, blindado la Educación, la sanidad y las políticas sociales. Y hemos dado prioridad y estamos intentando rentabilizar al máximo los recursos de la cultura para que mitiguen la asfixia a la que están siendo sometidas las industrias, los profesionales y los sectores culturales.

La cultura, como la educación, representa las más clara garantía de igualdad y de progreso en un mundo global que se estructura en torno al conocimiento.

Y en Andalucía también hemos apostado por otra forma de gestionar la cultura. Nos hemos comprometido a impulsar la rentabilidad social y económica de la cultura. En propiciar la participación del mayor número de entidades. En fomentar la creación y asistencia de nuevos públicos. En favorecer el desarrollo de las industrias creativas y de las estructuras de producción públicas y privadas. En potenciar la formación técnica para mejorar la gestión y formación de los profesionales para favorecer el empleo...

Transparencia, compromiso y defensa de lo público. Sensibilidad y cercanía a las personas y a la realidad. Estos son los pilares sobre los que estamos construyendo un nuevo tiempo para nuestra Cultura. Una Cultura con escaso presupuesto pero con valores.

Como se indica en la Estrategia 2020 y en numerosos documentos de la Unión Europea, las políticas culturales son definitivas para reorientar los modelos de desarrollo por su capacidad de innovación y por equilibrar los procesos de mejora para que sean modelos inteligentes, integradores y sostenibles.

Para el Gobierno Andaluz, la Cultura no es un derroche que se debe castigar con el mayor IVA cultural de Europa, sino un sector de actividad económico y de empleo que hay que potenciar. Y, sobre todo, una potente herramienta para el desarrollo individual y colectivo, para la igualdad, que debe ser accesible a la ciudadanía.

Y una de las medidas que hemos propuesto es la futura Ley de Impulso y Fomento de la Cultura -conocida como Ley de mecenazgo-, que aportará nuevas oportunidades y vías de financiación al sector y fomentará el consumo cultural.

Una ley importante para el futuro de la Cultura, cuyo texto iniciará su tramitación parlamentaria antes de que acabe el año. Mientras, el Estado acaba de paralizar la creación de una nueva Ley del Mecenazgo que apoye, proteja e impulse a la industria cultural y los creadores.

También desde el Gobierno andaluz se está apoyando a los sectores profesionales y empresariales de la Cultura para que se doten de habilidades y competencias que les permitan aprovechar las oportunidades que las tecnologías de la comunicación ofrecen para la producción y consumo de productos culturales.

De hecho, la Escuela Pública de Formación Cultural de Andalucía inicia el nuevo curso con renovadas instalaciones y con un plan de acción que va a dotar a los profesionales de competencias y habilidades para adaptarse a estos retos.

Y se hará, además, priorizando acciones formativas que permitan la obtención de certificados de profesionalidad a muchos profesionales que los requieren para mejorar sus posibilidades de obtener un empleo.

También se ha creado la Unidad de Servicios Avanzados para Empresas y Profesionales, que ayuda y asesora en el impulso a nuevos proyectos y facilita los primeros pasos a los emprendedores.

Además, en el convencimiento de un modelo de apoyo a la cultura sustentado en la colaboración, se pondrá en marcha un Catálogo de Espacios y Recursos Culturales disponibles para los emprendedores, para que puedan acceder a equipamiento y material público para el desarrollo de determinadas actividades.

Un buen ejemplo del perfil económico del sector cultural y de su poder como trasmisor de conocimiento y cultura lo encontramos en el sector audiovisual. Un sector especialmente castigado por la crisis y el fenómeno de la piratería, pese a los buenos resultados que el talento de nuestro cine sigue cosechando en las más importantes citas cinematográficas.

En colaboración con el sector, se está trabajando en el Anteproyecto de una Ley autonómica del Cine, que reconocerá a la industria audiovisual como "de interés público", lo que explica la voluntad del Gobierno andaluz de asumir nuevas competencias en esta materia, como recoge nuestro Estatuto de Autonomía. Dicho Anteproyecto de Ley estará listo antes de 15 de noviembre.

También para el apoyo a este sector hemos suscrito un acuerdo que permitirá acceder a 10 millones de euros en avales a la industria audiovisual andaluza.

Destacar la importancia que tiene Andalucía como plató de cine y a los profesionales cualificados andaluces que responden a las expectativas que demandan las superproducciones internacionales. Una prueba es que estos días se están rodando en nuestra tierra la exitosa serie "Juego de Tronos" que se está filmando en Sevilla y la norteamericana "Clavius" en Almería. Producciones que contribuyen a prestigiar la marca Andalucía fuera de nuestra fronteras, y que además generan riqueza y empleo que nos ayudan a recuperar una parte de este sector de la Cultura.

En otras áreas, me gustaría destacar la modificación sustancial que se ha acometido en el modelo de gestión de las orquestas públicas andaluzas. Una modificación que permite que aumenten sus ingresos propios, incrementar su influencia territorial, mejorar la transparencia y la participación en la gestión y, sobre todo, que se cree un marco de colaboración que optimice los recursos públicos.

El teatro ha sido uno de los ejes centrales de las políticas culturales autonómicas como actividad generadora de identidad, empleo y reflexión. Son varias las políticas que actualmente se ejecutan y que en los últimos años han estrenado nuevas fórmulas de gestión para incrementar su eficacia y la participación de los agentes implicados en el ámbito de las artes escénicas.

Otra nueva apuesta ha sido el programa Teatros Romanos de Andalucía, una acción que pone en conexión nuestro patrimonio arqueológico romano con las compañías andaluzas. Una iniciativa que atrae a miles de espectadores, en concreto, casi 13.000 en 2014, y que ha recaudado casi 200.000 euros en esta última edición.

Por su parte, el Ballet Flamenco de Andalucía y el Centro Andaluz de Teatro siguen impulsando sus producciones propias a través de un modelo con mayor transparencia que permite a los artistas acceder en igualdad de condiciones a una plataforma que impulsa y potencia definitivamente sus carreras.

En este sentido, hay que recordar que el flamenco es un elemento singular de la cultura andaluza, reconocido al máximo nivel en nuestro Estatuto y como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Por ello, seguimos trabajando en la promoción de artistas y producciones andaluzas, con herramientas como el Catálogo de Espectáculos Flamencos o el II Congreso Internacional de Flamenco, dedicado a la internacionalización y apertura de nuevos mercados.

No se puede olvidar, cuando hablamos de cultura, el inmenso valor del patrimonio andaluz. En este sentido, Andalucía se está convirtiendo en punta de lanza en la gestión del patrimonio histórico, como lo demuestra el impulso general, para el reconocimiento como Patrimonio Mundial, de muchos bienes a lo largo de la geografía andaluza; y que conlleva la voluntad y coordinación de los distintos promotores andaluces del cumplimiento de unos requisitos y condiciones muy exigentes por parte de la Unesco a través de una Gestión de Excelencia del Patrimonio Histórico andaluz.

Además, se trabaja en proyectos y equipamientos culturales con capacidad también para generar impactos positivos en otros sectores como el turístico, ayudando a la demanda en todas las épocas del año y aumentando las pernoctaciones y el gasto medio, el comercio local, la hostelería o los transportes.

Algunos de los nuevos espacios culturales que van a dar un impulso decisivo a los territorios en los que se ubican son el Centro Lorca en Granada, cuyas obras estarán concluidas antes de que finalice el año; las Reales Atarazanas de Sevilla; o el Convento de la Trinidad de Málaga, lo que permitirá dotar de un excelente equipamiento a una zona de la ciudad que lo necesita, recuperar un importante bien patrimonial y dotar a Málaga de una buena Biblioteca Pública Provincial después de 30 años en una sede provisional.

Como decía al principio de mi intervención, no se trata sólo desarrollar políticas culturales para este tiempo de crisis, sino de un cambio de modelo, una nueva forma de entender en este nuevo tiempo la gestión de la Cultura desde la Administración. De distribuir y priorizar, a través de nuevas fórmulas, el dinero que los andaluces dedican a la Cultura.

La Cultura es, sin duda, nuestra seña de identidad. Pero, además, la innovación cultural, el intangible que aportan nuestros creadores y nuestras industrias creativas, nuestro patrimonio, nuestras instituciones pueden llegar a ser un motor económico que nos ayude a contener la pérdida de empleo y garantice la actividad y la estabilidad laboral más allá de su propio ámbito, tan castigado en estos momentos.

El otro día leía en un reportaje que Cultura es la palabra más buscada en el Diccionario de la Real Academia Española. Después de muchos argumentos sobre el interés que despierta en las búsquedas por Internet, me quedo con el del escritor argentino José Emilio Burucúa: "Porque vemos en ella una tabla de salvación".

Los ciudadanos, los jóvenes especialmente, están ávidos de Cultura. Las colas que vemos en los cines y la numerosa asistencia a los museos, exposiciones, conciertos son muy alentadoras, a pesar de la situación económica por la que atravesamos.

El futuro ha de venir de la creatividad, de la educación, de la investigación, del conocimiento y la innovación.

Sin Cultura no hay progreso. Por tanto, nuestro compromiso es apoyar, alentar, fortalecer y ayudar a crecer y expandir a todo un sector, a toda esa industria que, entre sus muchos valores, cuenta con un gran potencial de nuevas y buenas ideas.

Dicho de otro modo. No estamos dispuestos a dejar la Cultura en manos de los mercados ni a que se convierta en un objeto de lujo.

Vamos a seguir trabajando para que el peso de nuestra cultura, la grandiosidad de nuestro patrimonio, el genio y el talento de nuestros creadores tenga una presencia importante en el entorno global en el que nos desenvolvemos.

Tengo la ilusión y la esperanza de que si sabemos extraer todo el enorme potencial y universalidad que encierra nuestra Cultura, los andaluces y andaluzas podremos inaugurar un nuevo y mejor tiempo para Andalucía.

Sr. Presidente, les deseo que las actividades que van a desarrollar en los próximos meses sean productivas y satisfactorias, así como espero que los fondos de la nueva biblioteca se conviertan en la memoria viva del acontecer de esta institución y en instrumento de conocimiento que nos ayude a afrontar este nuevo ciclo de nuestra historia. Que el Ateneo nos siga acompañando como espacio de debate y siga contribuyendo a hacer ciudadanos libres.