El lugar elegido para celebrarse el taller este año fue la región francesa de Aix en Provence.

Con la idea firme de que el conocimiento de otras culturas y el contacto directo con ellas es la base que lleva al respeto, la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo desarrolló, por tercer año consecutivo, el taller de pintura 'Plein Air'. Esta iniciativa tiene como objetivo fundamental potenciar la convivencia y el encuentro entre personas de varias nacionalidades a las que une el amor por las bellas artes.

El taller, cuyo nombre hace alusión a la pintura al aire libre que comenzaron a practicar los impresionistas, ha contado este año con 38 alumnos llegados desde España, Marruecos, Portugal y Francia. Los participantes han compartido experiencias, al tiempo que han recibido clases de pintura y desarrollado sus capacidades plásticas. De ellos, dieciocho procedían de Andalucía, concretamente de Sevilla y Granada, donde realizan sus estudios artísticos.

El lugar elegido para celebrarse el taller este año fue la región francesa de Aix en Provence, después de que las ediciones anteriores tuvieran lugar en Tetuán (Marruecos) y Coimbra (Portugal). En tierras galas, los artistas han podido descubrir los encantos de los barrios de Marsella, apreciar los detalles de los pueblos pesqueros de la zona o deleitarse con los colores del festival de teatro de Avignon, dando así lugar a una serie de obras de arte que se han recopilado al finalizar el curso.

El taller ha contado este año con 38 alumnos

Para guiar sus pinceles, los alumnos contaron con maestros de excepción, como el ilustrador español Enrique Flores Anaya; el doctor en Artes Plásticas de la Universidad de Provenza (Francia), Franck Doriac; el profesor en el Instituto de Bellas Artes de Tetuán (Marruecos), Mustapha Yesfi, y el artista portugués, Paulo Frade.

Tres Culturas espera que este intercambio haya podido ser el germen de futuras exposiciones o iniciativas para trabajos más amplios y complejos, sin olvidar la repercusión personal que esta experiencia haya tenido en cada participante. En definitiva, una ocasión única en la que valores como la tolerancia, el conocimiento de otras culturas y el respecto a los otros se han inculcado a golpe de pincel.