DECLARADA BIEN DE INTERÉS CULTURAL LA COLECCIÓN HISTÓRICA DE LA ANTIGUA FÁBRICA DE LOZA DE LA CARTUJA

 

La medida incluye los archivos, las planchas de grabado y el conjunto de cerámicas y utensilios de los antiguos talleres

 

 

La colección histórica del Museo Pickman, la antigua fábrica de loza de la Cartuja de Sevilla, ha sido declarada bien de interés cultural por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, a propuesta de la Consejería de Cultura. Esta medida afecta tanto al archivo histórico como a las planchas de grabado y la cerámica, entre otros contenidos.

La inclusión de estos fondos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico obedece a su valor artístico, a la integridad del conjunto y a su representatividad de los diversos estilos del siglo XIX y primera mitad del XX.

Los bienes muebles que integran la colección histórica del Museo Pickman incluyen el archivo, compuesto por un total de 2.449 libros de registro y 157 cajas de embalaje de documentos de tres etapas o procedencias: la prefundación (1821-1841), la fábrica de la Cartuja (1841-1948) y el archivo de la familia Pickman (1875-1956).

Por lo que respecta al conjunto de trabajos de cerámica, la producción destaca por su variedad, con piezas de menaje doméstico de uso cotidiano (vajillas, juegos de café, palanganas y aguamaniles, bacinas, filtros de agua), objetos decorativos (jarrones, tibores, tarjeteros, platos, placas, esculturas) y piezas relacionadas con la construcción y la industria (tejas, ménsulas, piezas eléctricas, piezas sanitarias, lápidas conmemorativas y funerarias, expositores publicitarios, albarelos de farmacia, azulejería).

La declaración de bien de interés cultural aprobada por el Consejo de Gobierno afecta también a piezas no clasificables en las tipologías anteriores. Es el caso de la maquinaria y herramientas de estampación (papel de arroz, arrobas, espátulas, recipientes y mangos), medallas y diplomas obtenidos por la fábrica en certámenes nacionales e internacionales y algún mobiliario.

Datos históricos

La colección histórica de la fábrica de la Cartuja de Sevilla es el exponente y resultado de lo que fue su devenir a partir de su fundación. El proceso de implantación de esta factoría fue posible gracias a una coyuntura favorable (política

proteccionista del Gobierno y desaparición de las reales fábricas) y a la iniciativa de la familia Pickman que, tras la adquisición del monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas en 1840, en sociedad con el comerciante gaditano Juan Echecopar, fundó la sociedad Pickman y Compañía, transformando el monasterio en fábrica de loza.

En 1867 se disolvió la sociedad, asignándosela Carlos Pickman junto con su hijo Ricardo bajo la misma razón fabril. Con el tiempo, los herederos dividieron el capital y formaron una sociedad anónima mercantil. En 1899 se otorgó la escritura de constitución de la firma industrial Pickman Sociedad Anónima, Fábrica de Loza La Cartuja de Sevilla.

En 1939 se hizo una ampliación de capital para reformar y modernizar el sistema de cocción de los hornos e introducir los túneles eléctricos. La escasa demanda de la posguerra hizo que la producción disminuyera y comenzara una época de declive económico.

Con la expropiación del monasterio en 1971 se tuvo que construir una nueva fábrica, lo que empeoró la situación de crisis. Para hacer frente a ésta, en 1982 entró como accionista mayoritario el grupo Rumasa. Ese mismo año la fábrica se trasladó al emplazamiento actual en la carretera de Mérida, dentro del término municipal de Salteras (Sevilla).

Sistema de trabajo

La buena factura de los productos, unida al valor de los diseños, ha hecho que a lo largo de su historia la fábrica compitiera con éxito frente a otras, como demuestran las medallas y los premios obtenidos en exposiciones como las de Londres, París, Viena, Madrid o Barcelona.

El sistema de trabajo en los diferentes talleres siempre ha sido en cadena y por secciones. El proceso se inicia con la creación de una forma o modelo a partir de un diseño. Se utilizaba de manera intensiva el molde con maquinaria de tornos y tornetas, completándose con el trabajo de los adornistas, para lo cual se fabricaban las matrices y moldes.

Una vez obtenida la pieza y totalmente seca, pasa al horno, de donde sale en estado de bizcocho lista para ser decorada mediante estampado, calcografía (proceso fotolitográfico), estampado iluminado (mixto de estampación y pintura) y pintura a mano (con o sin ayuda de estarcidos).

La decoración mediante estampación se hizo al principio copiando modelos ingleses y franceses. Estos tipos fueron evolucionando a lo largo del tiempo, especialmente al empezar a trabajar los técnicos y artistas españoles sobre las planchas inglesas que se retocaban. Desde los inicios, los decorados más característicos fueron motivos florales con influencia de la moda neorrococó isabelina, composiciones orientales y temas naturalistas de inspiración británica.

En azulejería se utilizan las técnicas de cuerda seca, relieve de artista o cloisonné, plano pintado, estampado y calcografía. En la temática se aprecia la influencia de la producción histórica del azulejo sevillano con temas de combinaciones geométricas de lazos, los modelos pintados del siglo XVI llamados pisanos y otros de influencia medieval.

La fábrica ha contado en su historia con grabadores como Gargallo o Viñas; moldistas como Velasco Dorado o Susillo; y pintores como Manuel Arellano, Fortuny, Maeso, Orce, Tortosa, Villarroel, Rodríguez y Pérez de Tudela o García Aristi.