La basílica de Nuestra Señora de las Mercedes de Oria (Almería) ha alcanzado hoy la categoría oficial de monumento, en virtud de la declaración de bien de interés cultural (BIC) acordada en Consejo de Gobierno a propuesta de la Consejería de Cultura. La decisión de dotar al templo del máximo grado de protección establecido por la ley afecta también al entorno inmediato del edificio, con el fin de evitar posibles alteraciones que pudieran perjudicar los valores propios del mismo.
Esta basílica fue construida en la segunda mitad del siglo XVIII por iniciativa del décimo marqués de los Vélez, Antonio Álvarez de Toledo, quien contribuyó además a la erección de varios templos en Vélez-Rubio. Su protagonismo en esta edificación se justifica en la percepción de parte de los impuestos que sus súbditos habían de pagar a la Iglesia a cambio de la obligación de levantar o reparar los templos de su señorío.
El edificio, de estilo barroco tardío, indica una cierta recuperación económica de la provincia de Almería y el interés mostrado por uno de sus obispos más célebres, Claudio Sanz y Torres, durante cuyo mandato se impulsó la construcción de los templos barrocos más importantes del patrimonio arquitectónico almeriense.
Las claves propias del barroco en Almería se sintetizan en la basílica de las Mercedes de Oria, con planta rectangular de cajón que permite una mayor posibilidad constructiva, ornamental y simbólica. El coro se sitúa a los pies sobre arco carpanel, rasgo medieval de larga pervivencia en la arquitectura de la provincia, mientras que se observan cubiertas abovedadas con lunetos y cúpula de media naranja sobre el crucero.
Al igual que el resto de las de su estilo, esta iglesia se presenta desornamentada en su interior. Aparece levemente moldurada y con toques decorativos a base de relieves que dejan entrever la irrupción del rococó. La portada, por su parte, es el elemento más sobresaliente del conjunto y en ella se recoge la influencia del gran templo barroco almeriense: La iglesia de la Encarnación de Vélez-Rubio, aunque con menores pretensiones.
Los materiales empleados, el lenguaje constructivo, el diseño de la fachada, el juego de volúmenes creado por las diferentes alturas de sus naves, la composición espacial y la grandiosidad de su portada, entre otras peculiaridades, colocan la basílica, con el templo de Vélez-Rubio y la iglesia de la Encarnación de Cuevas de Almanzora, como una de las tres obras fundamentales del barroco dieciochesco almeriense.