Una máquina no es capaz de detenerse, pero yo sí. Contra la estupidez de la mecánica.

El hecho de haber podido impartir numerosos talleres, en gran parte del mundo, me ha brindado la posibilidad de detectar dos de los principales escollos con los que uno suele tropezarse cuando comienza en esto de la escritura dramática: la prisa y la falta de técnica; y es por este motivo que, por primera vez, me he atrevido a diseñar el curso Una máquina no es capaz de detenerse, pero yo sí (Contra la estupidez de la mecánica); un taller que reflexiona acerca de la dramaturgia contemplativa y sus beneficios, una dramaturgia que no busca, sino que encuentra, y, sobre todo, que permite la aparición de lo esencial desterrando lo accidental y secundario. Recuerda: trabajar a la caza del resultado sólo hará que prolongues lo ya existente, mientras que la demora contemplativa te conducirá hasta aquello que codicias. ¿Pero cómo y en qué concentrarse para posibilitar que lo que buscamos, finalmente, acontezca?