Mercedes Ruiz pide permiso para bailar. O, más bien, les reclama humildemente su atención: quiere que la vean, que la sientan bailar.   Mercedes lleva casi toda su -corta- vida bailando en un escenario. Por sus venas corren hematíes rabiosos de compás y sabias plaquetas que saben cuándo y cómo pararse. Mercedes respira en flamenco, siente a través del flamenco. Tal vez por esta asunción del flamenco como su lenguaje vital, espiritual, inició, hace unos años, un viaje introspectivo que le sirviera para unir la técnica con el discurso emotivo y sentimental. Déjame que te baile es un paso más; se centra en su necesidad de reinterpretar su baile, de volver a concebir estilos a la luz de su poética dancística actual.   Para nutrir todo ello, Mercedes recala en las formas cantaoras del primer tercio del siglo XX y en las décadas del 60 al 80: Pepa Oro, Chacón, Vallejo, Pastora, Sernita o Paco Cepero.