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Orígenes documentados o atribuidos
En el origen de las hermandades de la Pastora y la Asunción se mezclan historia, memoria y leyenda; resulta casi imposible señalar el primer origen de los rosarios públicos en Cantillana, germen de las actuales hermandades, pero lo que se tiene por cierto y seguro es que a mediados del siglo XVIII ya existían en Cantillana varios rosarios públicos de mujeres que se hacían en la calle en fechas señaladas siendo presididos por estandartes dedicados a advocaciones marianas. Parece ser que pronto surgió la rivalidad entre dos de estos rosarios, particularmente con respecto a la preeminencia de uno sobre el otro. En pocos años los rosarios de la Asunción y la Pastora de Almas se dotan de normas y reglas, pero manteniendo su carácter esencialmente femenino y para finales del siglo XVIII o principios del XIX ya se puede hablar de una clara división entre ambas hermandades la cual, durante todo el siglo XIX irá impregnando sistemáticamente a todas las capas de la sociedad cantillanera. Ya durante la segunda mitad del siglo XIX y particularmente durante el siglo XX, las celebraciones en honor de una imagen u otra van ganando vistosidad y complejidad y para los años 60 del siglo XX se puede afirmar que el sistema actualmente vigente ya se encontraba totalmente desarrollado
Preparativos
Los preparativos son largos y variados, extendiéndose algunos de ellos a lo largo de todo el año. Por ejemplo, y si consideramos la financiación de las hermandades y las fiestas como parte de los preparativos, todos los meses algunos miembros de una u otra hermandad acuden a casa de los distintos hermanos a pedir donativos, este suelen ser más elevados cuando se acercan las fechas festivas; en el caso de matrimonios mixtos, algunos hermanos piden que no vayan a su casa a recoger el donativo, sino que ellos mismos se acercan a la casa de hermandad a entregar el dinero, evitando así suspicacias por parte de la pareja. Aproximadamente a mediados de julio ya comienzan a decorarse las calles de la población; la decoración de cada calle corresponde exclusivamente a los hermanos que viven en la misma, que se organizan bajo la dirección de un "alcalde de calle", éste recogerá las aportaciones económicas de los devotos de su hermandad y organizará la colgadura de banderitas y luces, así como el levantamiento de postes para banderas. Dado que es una rareza que en una calle solamente vivan hermanos de una de las dos hermandades, deben turnarse para colgar sus respectivos adornos; en ocasiones se pueden llegar a verse luces que alternan las filas encendidas con las apagadas, correspondiendo las primeras a los hermanos de la cofradía que en ese momento celebra sus fiestas, y las apagadas a la otra. Los adornos en las calles, así como la decoración de la iglesia (colgaduras, lámparas de araña, flores, etc.) dependen de cada hermandad (si bien son los hermanos quienes instalan las de la calle) y se suceden conforme un calendario prefijado que evita la coincidencia de decoraciones de ambas hermandades al mismo tiempo. El hecho de que no se comparte infraestructura alguna es muy relevante, sobre todo al tener en cuenta los grandes escenarios que se montan en la plaza del Llano o la abundante decoración que se puede observar en los actos de la iglesia.
Desarrollo
Las celebraciones en honor a ambas imágenes siguen unos calendarios muy estrictos desarrollados a fin de evitar roces entre ambas y que las dos hermandades puedan desarrollar sus actos plenamente. El pistoletazo de salida oficial lo da el pregón de la Asunción que tiene lugar en la tarde-noche del 31 de julio, en la iglesia parroquial. El edificio se encuentra lleno a rebosar, el coro ocupa su posición a los pies del templo y acompaña algunos de los momentos de la celebración con las coplas en honor a la Asunción. La decoración que se despliega en la iglesia para este acto es pasmosa, las columnas se cubren con terciopelos rojos y en el altar se despliegan numerosas velas que, junto con las lámparas de araña que penden del techo, iluminan toda la iglesia. A la medianoche se despliega un gran aparato de fuegos artificiales y cohetes para dar así la bienvenida al mes de agosto, mes dedicado casi por completo a la Asunción de Cantillana. Al finalizar el pregón tiene lugar un besamanos en el altar mayor, junto al que se sitúa una mesa de la hermandad para que los fieles depositen una limosna. Al dar la medianoche que separa el 14 del 15 de agosto sale de la capilla de San Bartolomé un rosario de mujeres. Largas filas de niñas, muchachas y mujeres ataviadas con mantillas blancas y negras desfilan por las calles de Cantillana acompañando el simpecado de la Asunción. En rosarios como este se encuentra el origen de las fiestas asuncionistas y pastoreñas, y siendo esto conocido por los fieles, supone una maravillosa oportunidad para demostrar la fuerza de la hermandad. Dicha demostración encuentra su forma en el número de mujeres asistentes y el lujo de los vestidos y joyas que lucen, las mantillas (negras para las mujeres casadas, blancas para las niñas y mujeres jóvenes o solteras) son también dignos de admiración por su belleza y ricos bordados. El rosario continúa por las calles de la población hasta llegar a la iglesia parroquial, lo cual no ocurre hasta un par de horas después de la salida. El día quince de agosto es sin duda el día grande para cualquier asuncionista; por la mañana tiene lugar una función principal en la iglesia parroquial, a la cual asiste multitud de público, pero el acto central del día tiene lugar sobre las 20.30, con la salida de la talla de la iglesia. El espacio de las calles anejas a la puerta de la iglesia se encuentra completamente ocupado por una multitud que se aprieta y empuja por acercarse a la imagen de su devoción; asimismo los balcones se encuentran repletos de curiosos y fieles y todos ellos prorrumpen en vítores en el momento en el que la Asunción sale del templo. Durante el recorrido la masa de gente se desplaza a la par que el paso, pareciera que entre todos moviesen la imagen al unísono. Resulta curioso ver cómo los fieles que se sitúan inmediatamente delante del paso de la Virgen caminan de espaldas, para así no perder de vista ni un momento a la imagen de la Asunción, a la que continuamente lanzan piropos y vivas. Al enfilar cada nueva calle desde los balcones se lanzan pétalos de flores y algunos vecinos lanzan desde las terrazas de sus casas cohetes, los cuales con su sonido van marcando el recorrido de la procesión. Resulta paradójico que a pesar de que las calles estén abarrotadas de gente, en realidad una gran proporción de vecinos se ausentan o cierran los balcones y ventanas, son en su mayoría fieles a la hermandad rival que ignoran de forma manifiesta las fiestas que no son en honor a su advocación. Este hecho encontrara idéntica respuesta cuando la situación se invierta y sean los pastoreños los que celebren sus fiestas y los asuncionistas los ignoren. Tras un par de horas de procesión el paso enfila finalmente la calle Martín Rey, donde los fieles se agolpan impacientes desde hace algún tiempo. La entrada resulta apoteósica, pero al llegar al centro de la calle se extiende un silencio sobrecogedor hasta que una voz comienza a cantar el himno de la Asunción, a continuación se le unen las voces de todos los asistentes y es la calle entera la que canta al unísono. El canto del himno tiene un significado singular al realizarse en la calle Martín Rey, centro simbólico de Cantillana y donde también la hermandad de la Pastora celebra uno de sus rituales más destacados. Tras el himno una autentica lluvia de pétalos de flores cubre la imagen, a la par que se despliega una gran aparato de cohetería y fuegos artificiales. A continuación la procesión sigue su camino hacia la plaza del Llano y el resto de las calles de Cantillana, hasta volver a la iglesia parroquial a altas horas de la madrugada. En los días siguientes los únicos actos de cierta relevancia son los relativos a la novena, que comenzó el día 14 por la tarde y dura hasta el 23. Destaca durante la novena la decoración del altar de la Asunción, adornado con más de doscientas velas, entre las que se alza la talla. Durante la última semana del mes de agosto el trabajo es frenético, tanto en el interior de la iglesia parroquial, donde se desmonta el altar de la Asunción y se erige "el Risco" de la Pastora, como en la calle, donde los vecinos de las distintas calles desmontan las banderolas blanquiazules asuncionistas para que otros puedan preparar las banderas de España y Andalucía que decoran las calles del pueblo durante la celebración de las fiestas de la Pastora. El primer actor en honor de la Pastora es el traslado de su capilla al Risco el cual tiene lugar el 31 de agosto. Dicho Risco es una construcción efímera que cubre todo el altar mayor de la parroquia y representa un cerro en el cual pacen numerosas ovejas, dichas ovejas, que representan a los fieles, se ven acosadas por lobos y serpientes (en representación del demonio y los pecados) y acuden en busca de protección a la Divina Pastora llevando en sus bocas rosas. El traslado de la imagen de su camarín a la parte superior del Risco es contemplada por una multitud que se agolpa en la iglesia; este acto constituye la inauguración de las celebraciones pastoreñas, del mismo modo que el pregón lo hizo con las asuncionistas. Normalmente el primer sábado de septiembre comienza la novena a la Pastora y durante las noches siguientes la iglesia se llenará de fieles, particularmente mujeres, que participan en los actos. Según los años pueden salir dos rosarios públicos o solamente uno, depende de la coincidencia de fechas; siempre sale un rosario de Vísperas en la noche del 7 de septiembre, pero también sale otro al finalizar la novena, conocido sencillamente como rosario de la última noche de novena. Estos rosarios, que suponen un reflejo especular de los que celebró la Hermandad de la Asunción, presentan algunas sutiles diferencias, como la salida y retorno a la iglesia parroquial. En cuanto al número de feligresas que toman parte, su número es considerablemente elevado y todas se tocan con mantillas blancas (para solteras, niñas y mujeres jóvenes) o negras (para mujeres casadas o de cierta edad) y su orden es estricto, primero abren la procesión las niñas de menor edad, seguidas de las mujeres jóvenes, a continuación y ya con mantilla negra, las mujeres casadas por orden de edad y finalmente el simpecado, que es acompañado por dos mujeres recién casadas. El día de la Natividad de María es el día grande para los pastoreños, comienza con una función solemne en la iglesia parroquial a la que se suele invitar a otras hermandades que comparten la advocación de la Pastora en un deseo de estrechar lazos con ellas. Pero el acto principal del día es la salida procesional de la Pastora, la cual comienza sobre 22.00; las calles del recorrido se encuentran abarrotadas por un gentío que grita alabanzas a la imagen y, como sucediera con la hermandad rival, un gran grupo de jóvenes realizan el recorrido caminando hacia atrás frente a la imagen de la Pastora para no perder de vista la imagen en toda la procesión. Una de las diferencias más notables refiere a la decoración de las calles, ya que en muchas de ellas se levantan arcos blancos adornados con flores y leyendas en honor a la Pastora. Pero sin lugar a dudas el momento más esperado en la ceremonia del sombrero que tiene lugar en la calle Martín Rey sobre la medianoche. La calle se encuentra decorada con varios arcos florales y en su centro se levanta un templete decorado con flores blancas, que es donde se retirará el sombrero a la imagen. El paso hace su entrada en silencio y con todas las luces apagadas, avanza lentamente entre una multitud que ocupa hasta el último centímetro de pavimento, y al llegar bajo el templete un predicador sube al paso para lanzar una arenga a los presentes en la que se alaba a la Pastora de Cantillana, acto seguido retira el sombrero y, al mismo tiempo, se encienden todas la luces de la calles, se sueltan palomas blancas, cae sobre el paso un diluvio de pétalos de flor y desde las terrazas se lanzan cohetes y fuegos artificiales. Durante unos minutos se extiende una aparente histeria colectiva, en la cual los fieles lanza vivas a la Virgen los cuales son coreados todos los presentes; solamente cuando todo se tranquiliza, podrá el paso continuar su camino, el cual no terminará hasta pasadas las cinco de la madrugada. En 2010 el rosario de final de novena tuvo lugar el 14 de septiembre, este rosario repite en general el itinerario y el desarrollo del rosario de vísperas, pero cuenta con la particularidad de que antes de la salida de las mujeres en rosario, los varones protagonizan una pequeña procesión extraclaustral con el Santísimo. Se podría afirmar que este pequeño ritual constituye un modo de equilibrar el protagonismo femenino de las celebraciones y crear un espacio ritual para los hombres. Una vez más se hace necesario cambiar apresuradamente toda la decoración para dar cabida a los nuevos actos en honor de la Asunción. Los actos tienen lugar durante el penúltimo sábado de septiembre y han ido ampliándose, ocupando sistemática más tiempo y espacio, a partir de una breve representación teatral que tiene lugar el penúltimo domingo de septiembre y que es conocida como "La Subida". Actualmente los actos comienzan ya el martes de esa semana con la inauguración de la caseta de la hermandad en la pequeña feria que se organiza en la Alameda de Cantillana, dicha feria permanecerá abierta durante toda la semana y constituirá un lugar de reunión para todos los asuncionistas, pero prácticamente todos los días tienen cierto contenido festivos. Así por ejemplo en la noche del jueves hay una entrega floral al simpecado de la hermandad en San Bartolomé, seguido de carreras de cintas que se realizan con motos; el viernes tiene lugar la fastuosa coronación de la Reina de las Fiestas asuncionistas, seguido de un baile de gala en la plaza del Llano, etc.
La coronación de la Reina de las Fiestas de la Asunción, al igual que más tarde la Romera Mayor de las fiestas pastoreñas, es un acto que ha ido ganando importancia y fastuosidad desde sus comienzos, allá por los años 60 del siglo XX. Actualmente las familias de las reinas, así como en menor medida las de las damas de honor, realizan grandes gastos para celebrar la selección de sus hijas para ocupar dicha posición. Así, de forma paralela a los actos oficiales de las hermandades, las familias suelen realizar grandes convites para amigos y vecinos, hasta el punto de que, en ocasiones, se solicita a las autoridades municipales el cierre de una parte de la calle o de una placeta, para organizar allí una invitación multitudinaria.
Por otro lado, la reina de las fiestas o la pastora mayor lucirán durante las fiestas varias trajes de gala y de flamenca (en ocasiones, hasta un total de seis trajes, entre unos y otros, todos de estreno y realizados por modistos), lo que unido al alquiler de coches de caballos para los paseos, invitaciones a un gran número de personas y realización de reportajes audiovisuales, suponen una cuantiosa inversión. Los cargos, tanto de Reina de las Fiestas asuncionistas, como de Pastora Mayor, suponen para la agraciada su posición central durante las fiestas en las que es escogida y hasta las fiestas del año siguiente, acompañando pues al simpecado en los rosarios, disponiendo de una carreta especial durante la Fiesta de la Subida o la Romería de la Pastora, etc. Es por eso que no es de extrañar que todos los años haya candidatas para ocupar el puesto, por su parte la familias viven como un gran honor que sus hijas sean seleccionadas y desarrollan todos los gastos que esto conlleva como un modo de reafirmar su estatus social o situarse en una situación superior. Pero sin lugar a dudas es el sábado cuando comienza los actos de mayor importancia simbólica; por la mañana, saliendo de la Alameda, tiene lugar un paseo de caballos y enganches hasta la capilla de San Bartolomé, donde tiene lugar el obsequio de ramas de romero al simpecado de la hermandad. La fila de caballistas, ricamente ataviados con trajes cortos y de flamenca, y carruajes evoluciona frente al templo durante un par de horas, llenando el suelo de una autentica alfombra verde. A continuación tiene lugar una carrera de cintas presidida por la recién elegida reina de las fiestas y sus damas de honor; para dicho juego todo el entorno de la avenida de Ntra. Sra. de la Soledad se engalana como si del espacio de una romería o de una feria se tratara. Los grupos de amigos comen en los locales del entorno o se desplazan a la Alameda, donde tienen las casetas, para compartir la tarde, hasta que ya, por la tarde, se retiran para prepararse para la salida del rosario nocturno. Dicho rosario, que sale una vez más de San Bartolomé, será el primero en el que la Reina de las Fiestas tome parte como tal, llevando el estandarte de la hermandad en compañía de sus damas de honor.
El domingo por la mañana comienza lo que podríamos llamar una romería urbana; los fieles acuden sobre las 10.00 a la plaza del Llano, donde reciben la carreta de plata que portará el simpecado de la hermandad y que sale de la capilla de San Bartolomé. Los asistentes visten de traje corto los varones y de flamenca las mujeres, algunos acuden con guitarras y muchos de ellos llevan ramitas de romero en los sombreros o en las varas. Junto a la carreta se dirigen camino de la ermita de Ntra. Sra. de la Soledad, pero en su camino se detienen a la altura de la Avenida de Andalucía, donde se le reza el Angelus y a partir de donde la acompañarán el grueso de los jinetes y los enganches. El resto del camino, pese a su brevedad, ocupa el resto de la mañana, hasta que cerca de las 14.00 llega a la ermita de la patrona de Cantillana.
El resto del día discurre entre amigos y familiares, disfrutando de la comida y la bebida, hasta que al caer la tarde y con una asistencia bastante menor de fieles, retorna la carreta del simpecado a San Bartolomé. Al caer la medianoche de este largo día tiene lugar en la iglesia parroquial la representación de la Subida, acto central del día y que da significado a las fiestas que han ido teniendo lugar a lo largo de la semana. La representación en sí apenas dura una media hora y es de una sencillez asombrosa, pero la asistencia de público hace que sea necesario repartir números pues es imposible alojar a todos aquellos que quieren contemplarla. La representación tiene lugar en el altar mayor, el cual se encuentra completamente cubierto por una grada sobre la que se disponen casi un centenar de niñas vestidas de angelito, el texto es escaso y tiene como protagonistas también a unos niños que representan a los apóstoles. La representación finaliza con la ascensión de la Virgen a los cielos mientras las niñas vestidas de ángel lanzan sobre ella pétalos de rosa. Con el final de la representación de la Subida terminan los actos de la Asunción y comienza la semana final de actos pastoreños, para lo que es necesario cambiar, una vez más, la decoración de las calles.
Los actos comienzan con la organización de distintos toros de fuego en varias calles de la localidad, actividades que sirven para ir creando un ambiente festivo, pero el primer acto de cierta relevancia es el rosario que tiene lugar el jueves y que llegará hasta la propia ermita de la Pastora. Dicho rosario, a diferencia de los anteriores, es cantado y cuenta con acompañamiento de bandas musicales; además, al discurrir de noche, se acompaña de velas y bengalas. Pero se puede decir que la romería comienza con la coronación de la Romera Mayor, acto que tiene lugar en la plaza del Llano en la noche del viernes. Una vez más la céntrica plaza se transforma en un lugar de festejo y de demostración de poder y riqueza, con la erección de un gran escenario donde tendrá lugar la coronación de dicha romera, así como su equivalente infantil y sus correspondientes damas de honor. Al igual que sucedía con la Reina de la Fiestas asuncionista, el cargo tiene vigencia de un año. Aprovechando dicho acto, tiene lugar también la lectura del pregón de romería.
En la mañana del sábado comienza la romería hacia la aldea de los Pajares, o de la Divina Pastora, los fieles que acompañan la carreta de plata en la que se dispone el simpecado o la imagen de la Pastora (lo cual ocurre una vez cada cinco años, en aquellos que terminan en cinco o en cero) se concentran junto a la iglesia parroquial o se van incorporando poco a poco a la marcha; muchos de ellos lo hacen en la calle Martín Rey, donde se reza el Angelus a la imagen.
La comitiva es colorida y muy animada, gracias a la multitud de tamborileros que acompañan la carreta y los trajes de flamenca que lucen las mujeres y niñas. Los jinetes y las carretas suelen esperar fuera del casco histórico de la población o ir haciendo el camino por su cuenta. El recorrido por las calles de la población es corto pero consume la mayor parte de la mañana, mientras tanto los fieles pastoreños van cruzando lentamente el cauce del Viar o reuniéndose en torno a dicha vía fluvial para contemplar el paso de la carreta por el agua, uno de los momentos centrales de la romería por su belleza y su significado simbólico (la Pastora sale de Cantillana para entrar en "su" aldea). La entrada en la aldea y particularmente en su ermita es, como no podría ser de otra manera, multitudinaria y apoteósica, los vivas y alabanzas se suceden hasta que, finalmente, la imagen reposa en su templo, expuesta en besamanos. Dependiendo del año y de si la imagen ha sido trasladada o no a la ermita, los actos pueden variar levemente, pero en general por la tarde tiene lugar un último rosario por las calles de la aldea, con la particularidad de que muchas jóvenes van ataviadas con traje de flamenca, por ser el que habitualmente se asocia a la romería. Al día siguiente, domingo, tras la misa de romeros que tiene lugar al mediodía, se realiza una procesión entorno a la ermita en el caso de que la imagen de la Pastora esté visitando la aldea. Pero en cualquier caso el fin de semana se dedica por entero a compartir tiempo, bebida y alimentos con amigos y familiares; las casas de la aldea permanecen abiertas a cualquier conocido o amigo, ofreciéndose comida y bebida de manera continua. Esta convivencia comienza a declinar con el día, ya que al caer la tarde la carreta de plata comienza de nuevo el camino de vuelta. Esta vez el cruce del Viar es distinto, pues aunque se realiza también de noche, el ambiente festivo del día anterior ha sido sustituido por otro de mayor solemnidad, para así disfrutar más de la imagen del cruce de la carreta de bueyes a la luz de las bengalas. Al volver ya a Cantillana, la carreta se detiene brevemente frente a la capilla de San Bartolomé para que los jinetes realicen una ofrenda floral y continuar después su camino hacia la iglesia parroquial, adonde llega ya de madrugada.
Transformaciones
Habida cuenta de que las celebraciones son un autentico elemento de rivalidad, ya que cada hermandad pretende que las suyas sean más vistosas, lujosas y prolongadas, no es de extrañar que se encuentren en continua transformación. A lo largo de los años algunos actos han desaparecido, como ocurrió con las dos ferias que se celebraban al comienzo del verano, las cuales fueron abandonadas por acuerdo entre el ayuntamiento y las hermandades; pero lo habitual es que un nuevo acto sea copiado por la hermandad rival o bien que esta genere un equivalente, y ambas hermandades implementen paulatinamente el nuevo ritual. Un claro ejemplo de esto es la coronación de la Reina de las Fiestas asuncionista y la Romera Mayor pastoreña.
Septiembre: La festividad comienza el treinta y uno de julio y se prolonga hasta el último fin de semana de septiembre. Ocurre lo mismo con las festividades de la Asunción de Nuestra Señora y la Natividad de María.