The Annie Leibovitz show. Episodio piloto

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Con motivo del Día Internacional de la Mujer 2021, publicamos la reseña del fotógrafo Guerrero sobre el libro The Early Years, 1970-1983, (Ed. Taschen) de Annie Leibovitz. Con ella el Centro Andaluz de la Fotografía da inicio a la actividad mensual 'Lecturas de Fotolibros'. ¿Te animas a participar? Escríbenos.

 

Reseña del libro 'The Early Years', de Annie Leibovitz por Guerrero

Para entender a Annie Leibovitz, hay que tener muy en cuenta dónde y cómo empieza a ser profesional. Con veinte años la reciben y le dan una oportunidad en la Rolling Stone, ella empieza a trabajar en la revista apenas dos años después de comenzar con la fotografía.

Si hubiera estado en otro lugar, no hubiera accedido a semejante empleo. Tal vez algo similar... tal vez, pero lo más probable es que, de no estar en un lugar como el San Francisco de 1970, las cosas no hubieran ocurrido así, su aprendizaje no hubiera sido trabajando sobre el terreno con los grandes del "nuevo periodismo", ni fotografiando a las figuras más importantes del underground masivo, es decir, de la contracultura pop. Sus jefes serían otros, también sus compañeros, las drogas serían otras, los modelos serían otros. Quién sabe, tal vez sus modelos fueran sus clientes, y el nivel exigido de complaciencia hubiera excedido lo admisible por ella misma. Tal vez se hubiera adaptado, tal vez no. Y mi traviesa imaginación se pregunta: ¿Qué hubiera sido de Annie si hubiera nacido en nuestro país y empezado una carrera en el siglo XXI?

Probablemente hubiera llegado al éxito dada su capacidad de trabajo y adaptación, aunque dudo que hubiera podido pagarse el alquiler haciendo fotos desde tan joven. En prensa poco hubiera hecho porque prensa, poca hay. En la fiesta del arte fotográfico documental, tal vez se hubiera centrado en algún ensayo que desarrollar y finalizar, peregrinado con él en un viacrucis de visionados y con suerte obtenido una subvención para el baile final, la impresión de su fotolibro. Tal vez Martin Parr se hubiera parado frente a él, o tal vez no. Tal vez alguien le hubiera dicho que ese estilo suave suyo está falto de carácter y se nos hubiera venido abajo Annie. Tal vez hubiera puesto un estudio para fotografía de niños, bodas y recuerdos familiares. Quién sabe, en cualquier caso, hemos de agradecer a la buena fortuna que la señorita Leibovitz haya caído en tierra fértil porque su trabajo, y su personalidad fotográfica, podían haberse perdido en otro lugar donde no existiera un medio que la aprovechase y se hubiera desperdiciado la capacidad para contarnos nuestra historia desde un lugar en el que no solo no nos sentimos ajenos sino que, además, nos sentimos bien tratados, amablemente retratados.

En este libro, The Early Years, podemos echar un vistazo a sus comienzos y detenernos en ellos, una época ligada a la revista Rolling Stone y los intensos años setenta, la resaca de los Beatles y la asimilación de Robert Frank. Ambas cosas son típicas de la década, igual que el disco o la popularización de la cocaína como droga de discreta marginalidad y, a su manera, también muy pop.

En su vida se topó con su trabajo y en su trabajo se topó con Richard Pryor, con Arnold Schwartzenegger, Mick Jagger, María Schneider... John Lennon... y estos fueron los encargos con los que poco a poco se fue haciendo fotógrafa. El gesto de Annie Leibovitz como fotógrafa puede verse desde el comienzo, desde los años sesenta, porque el gesto fotográfico es como la voz, la huella dactilar o los andares de cada uno, el gesto te define y te hace reconocible. Pero para que escuchen tu voz no te basta con tenerla, tienes que tener algo que decir y, si además quieres que cómo dices las cosas sea tan importante o más que las cosas que dices, entonces tienes que hacer un espectáculo a tu medida. Como los grandes actores que necesitan una producción a su medida para poder lucirse, los fotógrafos necesitan su propio espectáculo, un escenario que se construye a base de claves que conforman el mundo que se abre en la obra de un fotógrafo. Y este libro nos deja ver la construcción de dicho espectáculo.

La Annie Leibovitz que se muestra en esta colección es una fotógrafa en construcción. Es una fotógrafa de prensa con un trabajo en 35mm blanco y negro cámara en mano mayormente cándido, que podía ser cualquier fotógrafo de prensa de primer nivel. Tiene su voz y sus maneras propias, pero no está en su lugar, está viajando, descubriendo el mundo a base de reportajes canónicos, descriptivos y notariales. A lo largo de este recorrido en blanco y negro, vamos tropezándonos con sus primeros posados en color y ahí, se ve a la Annie futura. Es cuando se enfrenta a la confección forzada de un cuadro a todo color con un personaje determinado, cuando se hace su madriguera, su espacio profesional, donde se despliega en su taller y moldea la imagen editorial de un determinado personaje. En estas fotografías podemos sentirnos como si experimentáramos por primera vez con el color, como si diéramos rienda suelta a una manera diferente de hacer las cosas, porque estos primeros retratos editoriales están cargados de una frescura y de una desenvoltura que va en perfecta armonía con el tiempo de los instantes que se suceden, el tiempo del fotógrafo, la continua corriente de hechos-según-puntos-de-vista que es cómo el fotógrafo ve su tiempo. Es aquí, en el estudio fotográfico, donde se encuentra con ella misma, donde su personaje emerge plenamente y se desarrolla hasta la madurez actual.

Cuando haces un retrato posado, partes de lo más difícil, el momento está despojado de frescura y naturalidad desde el principio, por definición. Verte con tu modelo en el set es como llegar y sentarte en el teatro cuando las luces aún están encendidas y los otros espectadores aún se sitúan, recolocan sus abrigos y carraspean por última vez. El espectáculo comienza cuando el fotógrafo suelta la primera obturación. El momento místico en el que el actor esparce sus líneas sobre el público y este cae en el éxtasis ritual del espectáculo. Como dice Borges, Shakespeare siempre se abre camino. En este caso, es la Leibovitz la que se abre camino en el fango de sus pocos minutos para retratar a tal o cual personalidad. Su gesto es primero insalvable y después, imprescindible, porque deja enganchado a todo el mundo. A sus jefes que pueden contar algo atrevido con la suavidad necesaria para no ser baneados, a sus modelos que ven superado su mayor temor, verse desfavorecidos, y a nosotros, quienes asimilamos unos códigos permitidos en las fotografías que son como unos límites, como un patio de recreo en el que poder llenarnos de churretes sabiendo que solo es un rato, que luego volveremos a nuestras obligaciones tan tranquilamente. Como el que sale de un cine después de ver un filme hollywoodiense de los buenos, con la sensación de haber aprovechado las vacaciones. Confundimos la huella fantasmal del retrato con el alma del modelo, porque estamos tan dentro del espectáculo que la máscara cobra vida en el escenario, el escenario mental donde nos impacta la lectura inmediata de la imagen.

Este libro es divertido como una película de Robert Zemeckis o una serie de HBO que, en definitiva, es lo que es Annie Leibovitz como fotógrafa profesional, un producto de enorme calidad, paradigma de su profesión, con un sentido del riesgo que sabe estar en la fiesta, que todos la miren y que, sin embargo, no haya motivos para no volverla a invitar.

Estoy seguro de que más de uno de sus modelos se gusta a sí mismo en las fotos que Annie le tomó. Tal vez no le hubiera ido mal a con un estudio para comuniones y familias. Al fin y al cabo su obra es sobre una gran familia, el elenco mítico de los personajes norteamericanos de su tiempo.

The Early Years, publicado por The Luma Foundation, es una delicia para cualquiera, no solo fotográficamente sino, además, porque es como una precuela de una saga mítica que todos en mayor o menor medida, conocemos. Leer este libro de fotografía es como ver una gran banda de rock actuar en una sala pequeña. Todo un espectáculo en torno al retrato editorial y la mitificación de las estrellas en la cultura pop.

 

Guerrero. Marzo de 2020
www.guerrerolinares.com
Instagram @guerrero_em_all

 

Este primer texto forma parte de una serie de reseñas y entrevistas que realizarán algunos profesionales de la fotografía y de otras disciplinas que tratarán de narrar su experiencia con los fotolibros que forman parte de los fondos bibliográficos del CAF. Se publicarán una vez al mes durante todo el año. ¿Quieres participar con tu reseña en Lecturas de fotolibros? Mándanos un mensaje a biblioteca.caf.aaiicc@juntadeandalucia.es y te explicaremos los detalles. 

 

Imágenes:

1. Portada del libro 'The Early Years'.

2. Montaje: A la izquierda: Patti Smith, New Orleans, 1978. Debajo: Norman Mailer, Bar Harbor, Maine, 1974. A la derecha: Arnold Swartzenegger. Debajo: Mick Jagger, Shoyhampton, New York, 1975.

3. Muhammad Ali, Chicago, 1978.

4. Richard Pryor

5. Juan Guerrero

 

Cierre: 

BIOGRAFÍA

Juan Guerrero Linares, 1980, Almería. Comienza a fotografiar en 2003. En el año 2007 se traslada a Madrid donde estudia en EFTI y trabaja como fotógrafo. Tras publicar algunas fotografías y trabajar como asistente de Sofía Moro, en el año 2011 se traslada a Almería. En 2019 publicó una asignación de la Universidad de Almería bajo el título de Playing Campus y un fanzine fotográfico sobre el Festival Internacional de Cine de Almería producido por él mismo con la colaboración de la Diputación de Almería.

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