UN PASEO NOCTURNO POR MADINAT AL-ZAHRA
Comparte este plan
El Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra ofrece este verano 2020 la posibilidad de realizar visitas nocturnas y poder descubrir la ciudad califal de otra forma, con otra perspectiva.
En este plan os adelantaremos algunos de los hitos a conocer en las visitas nocturnas al Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra.
La fundación de la ciudad palatina de Madinat al-Zahra es inseparable de la proclamación como califa en el año 929 del hasta entonces octavo emir de la dinastía Omeya de Córdoba, Abderramán III, que se va a plasmar desde el punto de vista material en dos elementos, la reanudación de las acuñaciones en oro y la creación ex novo de una nueva ciudad con rango de sede del nuevo régimen político. En este sentido, Madinat al-Zahra debe entenderse como la plasmación física y arquitectónica, del poder del gobernante que había logrado la reunificación de los territorios de al-Andalus y la sumisión del más importante de los rebeldes del período de la fitna, Umar ben Hafsun. El nombre escogido guarda relación, al parecer, con el de una de las favoritas del califa, llamada Zahrá.
La construcción de Madinat al-Zahra puede considerarse el proyecto urbanístico más importante realizado en la Península Ibérica. Las fuentes árabes afirman que el califa Abderramán III empleó durante los años de su construcción un tercio del presupuesto general del Estado para sufragar los gastos que generaba. Las obras, que se prolongaron por espacio de veinticinco años, comenzaron en 936, trasladándose entonces Abderramán III a la nueva ciudad en 945 e instalándose en ella todos los servicios de la administración central, salvo los talleres (tiraz).
La ciudad fue programada como una nueva sede de gobierno, incluyendo espacios residenciales para el califa y su familia; espacios protocolarios y de representación, como la Secretaría del Estado y la Cancillería; militares, religiosos y económicos, así como una zona propiamente urbana destinada a la población que se instaló en la nueva ciudad. Su esplendor fue bastante efímero, pues en el año 1010, al inicio de la crisis que produjo la desarticulación del califato cordobés, fue saqueada por los bereberes, no volviendo a ser ocupada a partir de entonces y fue cayendo en un profundo olvido hasta su recuperación a comienzos del siglo XX, cuando fue declarada Monumento Nacional. A partir de ese momento se inician las investigaciones arqueológicas, que han permitido poner de manifiesto un elevado grado de adecuación con la información de las fuentes árabes.
La ciudad se erige a escasa distancia de la capital cordobesa, 8 kilómetros en dirección Noroeste, al pie del llamado Monte de la Novia (Yabal al-Arusa), en la Sierra de Córdoba. Una calzada unía a la nueva ciudad con Córdoba, indicando algunas fuentes árabes que las casas formaban una línea continua a lo largo de la misma entre ambas ciudades. El conjunto urbano abarca una extensa superficie amurallada de unas 113 hectáreas, de las que actualmente sólo se ha excavado una ínfima parte. En la concepción de la ciudad se aprecia una preeminencia general de la topografía, adecuándose al terreno mediante una disposición tripartita, ocupando tres terrazas de terreno escalonadas, las dos superiores dedicadas a la zona palatina mientras que la inferior corresponde a la medina propiamente dicha. La terraza superior incluye las residencias privadas y edificios relacionados con el gobierno, constituyendo una zona plenamente áulica en la que la zona más elevada se reserva para las dependencias privadas del califa. La terraza intermedia forma también parte del alcázar, estando constituida por el llamado Salón Rico y los jardines, albercas y pabellón fronteros. La transición entre la segunda terraza y la medina viene dada por la mezquita aljama y el llamado Jardín Bajo.
Las fuentes árabes no dejan de insistir en el lujo y la suntuosidad de los materiales empleados en la construcción de la ciudad y los adornos con que se engalanó, especialmente el llamado Salón del Califato (machlis al-jilafa), cuyos muros y techos eran de oro y mármol y en cuyo centro había un gran estanque lleno de mercurio que, al moverse, se reflejaba en paredes y techos, creando una sensación de movimiento.
Tres espacios distinguidos en Madinat al-Zahra
Salón Rico
La narración del geógrafo al-Himyarí relata que la ciudad palatina de Madinat al-Zahra se organizaba mediante una disposición en tres grandes terrazas escalonadas, en la segunda de las cuales se ubica el llamado Salón Rico, junto a la mezquita el edificio más emblemático de la ciudad. Esta dependencia sintetiza el esplendor y la grandeza del califato cordobés en época de Abderramán III. Su nombre alude a su carácter de estancia más fastuosa de toda la ciudad. De planta rectangular, consta de cinco naves, las tres del centro separadas por arquerías sobre columnas, y las dos laterales separadas por muros; tiene una sola puerta en el centro. El elemento más destacado del salón es su profusa y rica decoración, a base de complejas y estilizadas formas de lacería y ataurique con motivos vegetales.
Las fuentes escritas, sobre todo la gran crónica de Ibn Hayyan (s. XI), permiten conocer algunas de las ceremonias oficiales que tuvieron lugar en esta dependencia: son los casos de las dos principales celebraciones del calendario islámico, la fiesta del sacrificio (id al-adhá) o fiesta mayor y la del fin del mes de ramadán (id al-fitr). Junto al califa se sentaban sus hermanos y a continuación, siguiendo un orden protocolario fijamente establecido, las diferentes categorías de visires, funcionarios, libertos y grupos de significación política dentro de los niveles de mando del califato.
Dicho espacio se encuentra en restauración, pero se espera su apertura en breve.
Casa de las Embajadas
La ciudad palatina de Madinat al-Zahra es fiel reflejo de la época que la vio nacer y desaparecer, el califato. Surgida de la nada, como producto de la voluntad de exaltación de la potencia indiscutida del nuevo Estado creado por Abderramán III, la ciudad alcanzó un esplendor fulgurante, convirtiéndose en centro de referencia obligado para los intelectuales, políticos y diplomáticos de la época. Sin embargo, al igual que sucedió con el régimen creado por el emir Abderramán III, el esplendor de la ciudad fue efímero, de menos de un siglo. Hacia el año 1010, la ciudad palatina se había convertido en refugio de los bereberes, que recelaban de la población cordobesa. Cuando aquellos se marcharon, el pueblo de Córdoba saqueó lo que quedaba de Madinat al-Zahra, entrando en la aljama y llevándose los tapices, lámparas, coranes y todo objeto de valor. El destino de la ciudad fue el mismo que el del régimen político que la alumbró: no volvió jamás a ser habitada ni a desempeñar función política alguna. El Salón Oriental o Casa de las Embajadas es una metáfora de los pasados fulgores de Medina Azahara. En él tuvieron lugar las recepciones oficiales a las delegaciones extranjeras que acudían a la corte califal para entablar relaciones diplomáticas o realizar tratados de paz. Hoy día sólo la imaginación permite concebir las escenas y conversaciones que debieron desarrollarse entre los muros hoy derruidos del que fue uno de los centros toma de decisiones políticas más importantes durante el período de mayor pujanza política del Estado omeya de al-Andalus.
Casa de los Visires
Las fuentes árabes mencionan Madinat al-Zahra como una de las obras más notables, importantes y grandiosas que haya hecho el hombre y una de las más asombrosas y prodigiosas construidas en el Islam. En efecto, con sus 120 hectáreas de superficie, Madinat al-Zahra es el proyecto urbanístico construido ex novo más importante que ha tenido lugar en la península Ibérica a lo largo de su historia. Este hecho es inseparable de una circunstancia que, en el plano institucional, sintetiza la consecución de unos objetivos políticos y de unos procesos sociales de honda trascendencia, la proclamación del califato por Abderramán III en 929. El nuevo poder califal trata de plasmar en el ámbito espacial las nuevas pautas socio-políticas del régimen recién instaurado, dotándose de una nueva sede que lo singularice frente a sus predecesores y rivales y, a la vez, contribuya a dotarlo de una identidad particular. Bajo este ideario programático subyacen motivos más funcionales, ligados a un claro objetivo de centralización, que trata de satisfacer la necesidad de dotar de mayor efectividad a los distintos servicios y dependencias de una administración cada vez más burocratizada y compleja. En este sentido, la construcción de una ciudad palatina, que junto a la presencia del gobernante incluye la dotación de dependencias y servicios para todos los servicios de la administración estatal, supone un punto culminante en el desarrollo de la estrategia omeya de creación de un Estado centralizado.
En el tercio oriental de la terraza alta se ubican los salones conocidos como kiblíes. El situado en la parte más occidental, junto a los palacios del califa, recibe el nombre de dâr al-yund o cuerpo de guardia, cuya disposición interna presenta cinco amplias naves con grandes bóvedas. Construido por Abderramán III, fue profundamente reformado por su hijo y sucesor, al-Hakam II. Estaba destinado a servir de lugar de acuartelamiento de las tropas encargadas de la protección del califa y su corte, y hacía, además, las veces de sala de espera para quienes debían ser recibidos en audiencia por el califa.
Visitas nocturnas verano 2020
Horario: de martes a sábado a las 21:30 h (duración 2 horas aprox.)
Precio: adultos - 14€ (24€ con autobús), niños de 10 a 14 años - 7€ (11,50€ con autobús), niños menores de 10 años -gratis
Inscripciones: reservas@artencordoba.com
Página web: https://www.artencordoba.com/visitas-guiadas-cordoba/visita-guiada-medina-azahara-noche
Descubre de la mano de historiadores y arqueólogos una de las mayores joyas de Córdoba, la ciudad que mandó construir el primer califa omeya Abd al-Rahman III.