José Bergamín, autor de la Generación del 27

José Bergamín, autor de la Generación del 27

El escritor madrileño ha sido adaptado por artistas como Enrique Morente

16/04/2020

Texto: Aida R. Agraso

Autor de la Generación del 27, José Bergamín (Madrid, 30 de diciembre de 1895-Fuenterrabía, 28 de agosto de 1983) cultivó el drama, el ensayo y la poesía. Sus poemas han sido adaptados por artistas del flamenco ente los que se cuenta a Enrique Morente. Dice Benjamín Prado que "leer a Lorca es estar oyendo flamenco, leer a Alberti en algunos momentos de su obra también es oír flamenco. Lo mismo ocurre con José Bergamín, Salvador Rueda, Fernando Villalón y Félix Grande y otros tantos autores". 

El libro José Bergamín. Poesías casi completas (Alianza Editorial, Madrid, 1984) contiene un prólogo firmado por María Zambrano que está antecedido por una "copla de cante jondo":

¿Qué pájaro será aquel
que canta en la verde oliva?

Concluye la copla dentro de su prólogo, de forma que continuaría:

Anda y dile que se calle, 
que su cante me lastima".

Dice María Zambrano, sobre el autor, que "la presencia y la figura del escritor José Bergamín, uno de los poquísimos ejemplares que quedan de esa especie en vías de extinción, suscita desde siempre esa exclamación que como tantas otras se dan en el lenguaje clásico y popular en forma interrogativa, que así revela el asombro". Y, como el pájaro al que alude la copla, y enlazando la autora con el "diminuto y bien dibujado pájaro canta al lado de la firma de Bergamín en cartas y dedicatorias de libros" y aludiendo a que "El pájaro pinto es uno de sus seudónimos y La cabeza a pájaros el título de uno de sus libros juveniles", afirma, en referencia a la segunda parte de la copla, que "cuánto lastima el hondo sentir y con frecuencia las verdades que canta tan declaradamente" José Bergamín." Y cuán hondo penetran que se hace necesario la pausa, el respiro. Y la burla y la alusión a lo indecible, al misterio postrero que no se dice y que queda en el silencio como enigma también, ese enigma del que el espejo de la verdad testimonia temblorosamente".

"Mira este pájaro desde arriba -continúa posteriormente María Zambrano- y su vista abarca y distingue con creciente acuidad cuánto más sin asidero vive; inasible nada se le escapa, nada se le queda sin percibir, y así, la burla le es inevitable, pues que ve a un mismo tiempo los dos -por lo menos los dos- rostros de la pretendida realidad. Ve la realidad y su pretensión, su falacia. Ve la realidad y la irrealidad que la devora".

Para corroborar estas palabras de María Zambrano, varios de los poemas de Bergamín:

Amigos míos, os pido
que escuchéis mi último ruego:
el día que yo me muera
no vayáis a mi entierro.

Porque yo no iré en la caja
en la que me lleven muerto; 
ni mi alma irá tampoco
siguiendo el triste cortejo.

Me echarán la tierra encima, 
pero sin dejar un hueco
por donde pueda escucharse
cómo se ríen mis huesos.

No pondrán losa, ni nombre, 
ni flores en mi recuerdo.
Sólo una cruz y su sombra
en la desnudez del suelo.

Y nadie busque mi alma
perdida en un cementerio;
porque mi alma estará
en otra parte, muy lejos.

Estará en el Purgatorio,
el Paraíso o el Infierno:
pero no estará en el sitio
donde se le pudre el cuerpo.

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(A Cristo crucificado)
Me da la vida el temor...
CERVANTES

Tú me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero; 
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.

Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarte sin perderte.

Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti cuando me estoy muriendo.

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Será ceniza mas tendrá sentido
QUEVEDO

Ya no esperará más la triste aurora
que me despierte al clarear el día,
despertándome el alma a su agonía
al traspasar de su angustiosa hora.

Ya no verán mis ojos como ahora
esta desensoñada noche mía:
ni con sus manos la melancolía
los velará de sombra cegadora.

Siente mi oscuro corazón, huido
de la noche estelar de tu mirada
y de su pura sombra perseguido, 

como si una invisible llamarada
de tenebrosa luz le hubiese herido
volviéndole ceniza enamorada.

A pesar de la sangre que procura
cubrir de noche oscura
la luz de esta memoria
LOPE

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Como un recuerdo que no implica olvido
pero que explica una presente ausencia,
arde en mi corazón esa presencia
del fuego que en su sangre se ha dormido.

Si mi sentir, por ser tan dolorido,
nubla la claridad de mi conciencia,
es porque vela en él su transparencia
de oscuro pensamiento conmovido.

La noche, enmascarada de ilusoria
realidad para el alma, ha rodeado 
de tinieblas "la luz de esta memoria".

Pesarosa ficción de lo soñado
que al hilo memorable de su historia
suspende esa ilusión de lo olvidado.

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Si todo lo que fue no hubiera sido
y lo que es no lo siguiera siendo,
sería lo que vino sucediendo
igual que si no hubiese sucedido.

Y sería un sentir tan sin sentido
este que ahora estoy consintiendo
como si se estuviera desasiendo
de la mano de nieve del olvido.

Huésped que el silencio se aposenta,
mi corazón, de su velar cansado
se adormece en penumbra soñolienta.

Y de tanto velar, ¡ay!, desvelado
va apagando en su lumbre cenicienta
el sueño de un soñar desensoñado.