Maica Moyano, maestra de maestros

Maica Moyano, maestra de maestros

La profesora de Danza Española ha contribuido a la formación de infinidad de profesionales

17/01/2020

(Entrevista realizada por Lidia Atencia Doña, profesora  del Conservatorio Superior de Danza  Ángel Pericet de Málaga). 

María Angélica Moyano Cuevas nació en Córdoba el 8 de febrero de 1954. Conocida como Maica, es una reconocida profesora de Danza Española que ha desarrollado su dilatada labor didáctica, fundamentalmente, en el Conservatorio de Danza de Córdoba del que fue profesora pionera. Fue también fundadora de la Escuela de Danza Maica. La destacada labor de esta popular profesora de danza ha contribuido a la formación de infinidad de profesionales que desarrollan su actividad artística por diversos ballets por todo el mundo.

Lidia Atencia.- Como dice Matilde Coral, “no toda la semilla germina, unas caen en tierra buena y otras caen en piedra”; entre las que han caído en tierra buena, ¿a qué figuras del baile ha impartido clases?

Maica Moyano.- Carmen Talegona, Currillo, Daniel Navarro, Isabel  Bayón, Mercedes de Córdoba, Olga Pericet, Valeriano Paños… de los “más conocidos”. Incluso Rubén Olmo (anecdóticamente) me recordaba, no hace mucho, haber asistido a un curso que yo impartía de Escuela Bolera, en Sevilla. No puedo olvidarme el destacar a algunos otros que, aun no habiendo llegado a ser internacionalmente reconocidos como “figuras o intérpretes” de la danza o el baile flamenco, son o han venido ejerciendo como excelentes docentes en universidades, conservatorios profesionales y superiores, dirigiendo o participando en compañías de danza o en escuelas privadas o públicas de danza. Entre otros: África Moreno, Alicia Márquez, Alejandro Rodríguez, Ana Morente, Anabel Manjón, Ángeles Cabrera, Antonio González, Antonio Moreno, Antonio Ventura, Araceli Molina, Auxi Moreno, Avelino Cazallo, Beatríz Serrano, Belén Rivera, Carlos Álvarez, Carmen Lorence, Charo Martín, Clara Gutiérrez, Clara López, Conchi Sánchez, Cristina del Castillo Cristina Montero, Damián Donado, David Villanueva, Edu Lozano, Emilio J. Cervelló, Emilio Martí, Encarna López, Esther Casado, Estrella Muñiz, Eva Leiva, Fernando Solano, Felisa Muñoz, Fran Luna, Gloria Pereira, Hermanos Muñoz (Cristóbal, Noelia y Virginia), Hermanos Ortega (José, Juan y Luis), Hugo López, Jesús Córdoba, Jesús Fuentes, José Bravo, Juana Garrido, Laureana Granados, Lidia Reyes, Lola Amores, Lorena Franco, Mar Montávez, Mar Raigón, Maika Ibáñez, Mara Martínez, Marcos Morales, María Oliveros, Marita Martínez-Rey, Mari Carmen Castillo, María Jesús Barrios, María Jesús Torres, María José Moreno, María José Peso, Mari Luz Castillo, Mónica Chía, Mireya Irurzum, Nieves Camacho,  Nieves Casablanca, Nuria Leiva, Paco Montemayor, Pastora Sánchez, Rafaela Moreno, Raquel Martínez, Raúl González, Rocío Coral, Rosa Herrador, Sandra Tena, Silvia Moreno, Tania Ambrosio, Trini Artíguez, Vanessa Navarro, Victoria Betanzos, Virginia Ureña, Yolanda Osuna … interminable listado el que podría enumerar y que dejo, por no alargarme más… Perdón a los omitidos. 

L.A.- ¿Cuáles son las principales herramientas que debe de poseer un docente de danza para ejercer una adecuada enseñanza?

M.M.- Profundo y extenso conocimiento de las materias a impartir. Gran poder de trasmisión y una inmensa capacidad para motivar a los discípulos. Absoluta certeza a la hora de plasmar dichos conocimientos y la seguridad total sobre lo que se enseña, que puede a veces estar en controversia, dentro de un ambiente y aluvión de corrientes que le pueden llegar a través de redes sociales u otros medios.

L.A.- Usted que ha dedicado prácticamente toda una vida a formar a alumnos/as fundamentalmente en conservatorios profesionales de Danza, ¿cómo describiría la evolución en estas enseñanzas?

M.M.- El alumnado de hoy día se ve sobrecargado de carga lectiva (según se escucha decir a bastantes). Antes, con menos carga horaria, incluso estaban más dispuestos y se dedicaban a tope. Iban más motivados a sus clases: existía una total entrega pasional, con absoluto sentimiento, luchando contra la adversidad y la dificultad que les suponía obtener los resultados deseados. Con los diferentes cambios en los planes de estudios (yo experimenté y sufrí cuatro o cinco diferentes mientras estuve en activo) el profesorado, primero, tiene que adaptarse, adecuarse, ponerlo por escrito (con programaciones, actividades, nuevos procedimientos…), luego aplicarlo. En definitiva…¿Cuándo enseñamos? ¿Cuánto tiempo real dedica el alumnado a “machacar” esos conceptos? Cuánto precisa para asimilarlos?... Creo que se “divaga” un tanto.
Con la introducción de la LOGSE, teniendo que calificar homogéneamente como “apto” o “no apto” al evaluar, en diferencia a lo que tradicionalmente había existido hasta el momento (desde el suspenso al sobresaliente) se creó, a mi entender, un pensamiento conformista en el alumnado. Pienso que hoy día, los medios de comunicación, redes sociales, etc, por una parte, han podido aportar cosas positivas pero, el tener acceso a tanta información, visualización,  comparación, etc… puede resultar a veces, hasta negativo y en detrimento a la dedicación práctica necesaria para su propio aprendizaje.

L.A.- También fundó en el 83 y dirigió una Escuela de Danza, que fue el primer Centro Reconocido de Enseñanzas Artísticas por la Junta de Andalucía (adscrito al Conservatorio Profesional de Córdoba), de donde han salido grandes figuras de la danza. ¿En qué consistía el trabajo diario en su Escuela?

M.M.- En primer lugar, en llevar a cabo,  fidedigna y académicamente, las pautas marcadas por los planes de estudios vigentes del momento y como objetivo general, en cuanto a horas, asignaturas, niveles, y objetivos específicos de promoción en cada curso. Lemas y valores que se consideraban: mucha entrega, ilusión, disciplina, respeto mutuo (entre profesores, alumnos, padres, etc), información. Motivación puntual sobre eventos artísticos en nuestra ciudad y fuera de ella, con la recomendación (casi una obligación) de asistencia a los mismos. Existió en la Escuela, durante el tiempo de su reconocimiento, un profesorado altamente cualificado para cada una de las materias y diferentes asignaturas   complementarias (análogo al de la enseñanza pública), con un amplio número de especialistas (hasta 13) que dedicaban mayor o menor horario, según necesidades. Desde un principio, tanto con el propio alumnado (más cualificado) de esta Escuela como con otros bailarines llegados desde el Conservatorio, se crea y configura en 1985 el joven Ballet Español de Maica, con el objetivo –entre otros- de dar cauce o propiciar una iniciación a la salida profesional de sus integrantes y en el que parte del profesorado de la Escuela, como yo misma, participa activamente. Todos nosotros, con una total entrega, dedicábamos extensas horas de ensayo en las mañanas del sábado e incluso de algún que otro domingo, si era necesario ( para que la puesta en escena resultara impecable).

L.A.- El ámbito de la danza española, concretamente el baile flamenco actual, ha cambiado respecto a décadas anteriores ¿En qué situación considera usted que se encuentra el baile flamenco?

M.M.- Está soberanamente extendido, reconocido y ampliamente valorado, más si cabe desde su reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Para mi gusto, en cuanto a la hora de interpretar, se ha perdido un tanto el “sentimiento”, la “profundización” o interiorización en aumento del tecnicismo… Al incesante y desenfrenado deseo de mostrar un virtuosismo excesivo en los pies, que lleva a menudo a “pisar” el cante, zapateando en cualquier momento “inoportunamente”. Pienso también que esta extensión del flamenco ha repercutido negativamente, en cierta manera, en detrimento de la danza española, como ha ocurrido u ocurre en algunos conservatorios, en los que el alumnado prefiere y se inclina mayoritariamente por esa especialidad. El flamenco les puede resultar más fácil a sus cualidades o capacidades (aunque no todo el mundo sirva). En comparación, la danza en toda su extensión requiere una mayor calidad técnica de ejecución y un trabajo extra de preparación académica, una mayor dificultad en alguna de las asignaturas (como la Escuela Bolera). 

L.A.- Ha sido maestra de maestros, de grandes bailaores/as. Para llegar a ser figura del baile, que opina: ¿en la vida es mejor tener suerte o talento?

M.M.- Las dos cosas son necesarias pero, principalmente, si no se tiene talento, la suerte será efímera y solo puntual.

L.A.- ¿Cuáles son los ingredientes necesarios para bailar bien? 

M.M.- Actitud positiva, aptitudes y cualidades natas, infinitas horas de dedicación en el aprendizaje, interminables horas de ensayo, no perder nunca la ilusión, incesante espíritu de superación y posesión de arte innato.

L.A.- ¿Qué consejos le daría a los jóvenes artistas?

M.M.- Además de muchos de los componentes citados en mi respuesta anterior y en un ambiente de tanta competitividad, vivir el día a día con la satisfacción de haber dado lo mejor de sí mismo, de tener confianza absoluta en sus posibilidades y en poder alcanzar la meta fijada. No poner trabas ni actuar deshonestamente con el entorno profesional con que más tarde o temprano ha de vivir. Que no se compare con nadie y tenga su propia personalidad. Que siga su evolución constantemente y se actualice con las nuevas corrientes sin perder ni olvidar las fuentes tradicionales.

L.A.- ¿Quiénes han sido sus principales maestros y referentes en la danza? ¿Qué valores y qué enseñanza le ha dejado cada uno de ellos?

M.M.- Tona Radely, la pasión absoluta a la hora de transmitir e inmenso amor por sus alumnos y conocimientos profundos de la Escuela Bolera; Betty (Victoria Eugenia), el tesón, energía, correcciones y puntualizaciones específicas, matización, así como la ampliación, técnica y coreográfica de la Danza Estilizada; Juanjo Linares, la cercanía, increíble generosidad, inquietud por la investigación, acercamiento a la cultura  de lo popular (costumbres, tradiciones, fiestas, trajes, comidas…), danzas de todo el país y su estilo de raíz; Eloy y Ángel Pericet, la constancia en el trabajo, gran humanidad y magisterio inabarcable, así como el legado de la familia Pericet en cuanto a definición de estilo de la Escuela Bolera (S. XVIII); Matilde Coral, la entrega absoluta hacia la profesión, entrega (aun adversas circunstancias de salud) en cada una de sus clases, sencillez y elegancia en la interpretación coreográfica y la introducción artística y diferenciación entre todos y cada uno de los palos del flamenco; José Granero, la originalidad coreográfica, fuerza interpretativa, acentuada dificultad rítmica, limpieza de ejecución, estilo original y vanguardista en la creación coreográfica, virtuosismo, todo ello dentro de la danza estilizada y técnica clásica; Rafael el Negro, la pulcritud, sobriedad y elegancia en la ejecución del baile por bulerías, acentuamiento del compás, estilo gitano puro, respeto y serenidad a la hora de enseñar; Luis del Río, que fuera inductor y formador en mis estudios profesionales, artífice en la continuidad en la formación artística, introducción a la puesta en escena y al mundo del espectáculo dancísticos, motivador de la afición por el baile, incansable intermediario y buscador de campos para el desarrollo profesional de sus discípulos; Araleo Moyano, amplios conocimientos de base en la aplicación de los diferentes niveles y cursos de los estudios elementales, profesionales y superiores, acentuación y persistencia en cuanto a la necesaria corrección y colocación de cada una de las partes del cuerpo, estrategias y claras pautas de ejecución en cuanto a la técnica académica, de aplicación, tanto para el ballet clásico como para la danza en  toda su amplitud; Maruja Caracuel, los inicios del ballet clásico en mi etapa infantil e introducción artística y desarrollo de amplia puesta en escena, fantasía extrema en las creaciones coreográficas, motivación hacia mantener viva la ilusión, disciplina férrea e inductora del conocimiento de las obras musicales y los autores clásicos; y   Pedro Azorín, la exigencia máxima a la hora de obtener resultados en cuanto a estilos, formas, acentuación rítmica, potencia y definido carácter en sus clases, rozando en ocasiones la severidad pero compatible con una marcada tendencia jocosa, que aplicaba sabiamente para distendir la “incomodidad” del momento (folclore y danza aragonesa, jota y derivados).

L.A.- ¿Qué ha aprendido Maica Moyano en todo este tiempo como docente?

M.M.- Que hay que enseñar… pero dejando volar a nuestros alumnos. Que hay que respetar… Que, además de ser su maestra, hay que ser  amiga, hermana, confidente, madre siempre dispuesta a consolar cuando aparece una dificultad, pero a la vez ser exigente para obtener lo mejor de ellos. He aprendido a reconocer que aun “robándome el corazón” y algo de salud (físicamente hablando), año tras año quedaba satisfecha, consciente de que algo bueno de mí, se llevaban… Aprendí que hay que dejarlos  crecer en su formación y preparación, en sus  sueños y  libertades… porque cada uno llegará o no, a ser lo que sueña. Aprendí también que, no todos ellos nos conservarán en sus corazones o en el recuerdo, a pesar del empeño y cariño depositados en nuestra enseñanza.

L.A.- El 16 de abril de 2011 se le rindió un homenaje que reunió en el escenario del Conservatorio Profesional de Danza Luis del Río, a figuras tan importantes de la danza como Antonio Márquez, Antonio Ruz, África Moreno, Daniel Navarro, Eva y Nuria  Leiva, Pol Vaquero, Rafael Estévez, Valeriano Paños… entre muchos otros nombres. ¿Qué significo para usted?

M.M.- Cualquier homenaje es satisfactorio en sí mismo. Ya había recibido, anteriormente. de la Junta de Andalucía, donde desempeñé casi media vida con la enseñanza de la danza,  el reconocimiento a mi carrera docente, así como el de despedida de mis propios compañeros del Conservatorio, pero este acto de homenaje resultó abrumador por la  cantidad de personas, amigos, familia, profesionales, compañeros y grandes artistas que  intervinieron en él. Siempre me había sentido querida, pero en esos momentos, además,  se  apreciaba la gratitud,  el cariño, la admiración, la amistad…  en un gran equipo donde estaban incluidos  todos, participantes y público, incluida mi gran Maestra, Betty.