En 2007 Israel Galván puso en escena por primera vez en París un Solo como ‘obra de ubicación específica’ (site specific). Es uno de sus espectáculos más longevos, ya que no sólo es el espectáculo que presenta la esencia de Galván, sino que es su obra en constante cambio, siempre en evolución y libre, para llegar al fondo de sí mismo y a la esencia del flamenco, con su compleja historia y sus galaxias. Se puede escenificar en casi todas partes: en interiores, al aire libre, tanto en un museo como en un patio o en una iglesia.

Si normalmente un bailaor dialoga con cantaores y músicos, aquí el cuerpo de Galván se convierte en su propia orquesta. Dice “cuando bailo en un lugar, éste me transforma y al mismo tiempo lo convierto en instrumento”. A la vez bailarín y músico, con su cuerpo como su propia música, esta obra es la esencia de cómo lo definió el filósofo francés Georges Didi-Hubermann en su libro Le Danseur des solitudes (El bailarín de las soledades).

“Israel Galván, cuando baila, nos ofrece sus propias soledades, como otras tantas paradojas, de tal forma que su soledad sonora llegue a cada una de las nuestras. [...] Galván baila como respira, aunque a veces nos preguntemos si no se le para el corazón en el fondo de un remate”. (GDH) Es imposible describir la actuación, pero el público experimentará al verdadero Israel Galván, ‘bailaor’ en la cima de su arte. Un bailaor capaz de mostrar “su maestría con sólo quedarse quieto” (The New York Times), un innovador, una super estrella del flamenco. Dice: “Los momentos más bonitos son cuando me convierto en músico mientras bailo, consciente de que mi cuerpo tiene un sonido. Es muy gratificante cruzar esta frontera. Soy bailaor, pero puedo decidir dejar de serlo sin dejar de bailar de la forma más libre. Creo que estoy más cerca de las tradiciones del cantaor que canta solo y del guitarrista solista. Soy tan solitario como ellos y mi cuerpo es mi instrumento, porque al fin y al cabo el flamenco es un arte de intimidad”