Definirte, entenderte, moldearte, delimitar tus fronteras y borrar tus límites. Saber en qué pensamientos acabas tú y en cuál comienzas. Todo ello para abrir la puerta, para propiciar el encuentro.

Un encuentro personal con la danza, el flamenco y la libertad de movimiento donde todo existe y se desdibuja al unísono para abrir la puerta a sabiendas que serás tú mismo el que espera fuera. Un encuentro personal en lo aprendido y deconstruido, en la ortodoxia y la experimentación, en los sonidos y en el silencio. Un encuentro con la compañía que te rodea, de la que te nutres y despojas por igual.

El Encuentro evoca una reunión, una conversación donde se sueltan historias al aire, entrelazadas entre sí, relevantes para el "grupo" aunque efímeras en el tiempo. Pero es ahí, en la simplicidad de la cotidianidad donde están esos laberintos profundos y humanos en los que reconocerse y hermanarse.