En 2009 se concedía el Premio Nacional de Danza, en la modalidad de creación, a Mal Pelo “por su trayectoria tanto en el ámbito de la creación coreográfica, como en la apertura de nuevos caminos en la danza contemporánea española. Por la singularidad y propio sello de su trabajo, la investigación y el proyecto de formación interdisciplinar de L’Animal a l’esquena. Destacando el trabajo coreográfico e interpretativo sobre las Variaciones Golberg de J.S. Bach”. Pocas veces la concesión de un galardón ha sido más justa y mejor razonada.

En efecto, la compañía que recibimos con su último trabajo es la más reconocida a nivel internacional de entre todas aquellas que en nuestra geografía se dedican a la danza contemporánea. La única española que lleva dos temporadas consecutivas presentando sus producciones en el más que exigente Théâtre de la Ville (París), la casa de Pina Bausch o Anne Teresa de Keersmaeker, por dar algún nombre.

Son más de 25 años los que llevan bailando juntos y, para hablar del paso del tiempo y de la relación con el otro, María y Pep han creado un poema coreográfico límpido, tierno y potente a la vez, construido a partir de las palabras del poeta italiano Erri de Luca.

Vestidos de negro riguroso en un marco de un blanco cegador, María Muñoz y Pep Ramis nos dejan adivinar de golpe sus personajes. Él, bromista, bien anclado en sus piernas y dibujando una sonrisa en sus labios. Su abrigo negro y su postura evocan al Neo de Matrix, sus gafas sobredimensionadas lo hacen parecerse a una libélula. Ella está más retraída, más seria… Así comienza este deslumbrante espectáculo.

A lo largo de la pieza y sobre una música de percusiones, Muñoz y Ramis atraviesan el escenario de parte a parte. Giros amplios, brazos que respiran, saltos ligeros, suspensiones, paradas y carreras. Las manos y las miradas logran romper el espacio.

El invierno es a la vez real -su lugar de creación está cerca de Girona- y una metáfora. Metáfora de la dificultad de existir, de envejecer, de vivir en el mundo contemporáneo.