TEMPORADA



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Solo hay una cosa peor que la identidad y es no tener ninguna.

Terry Eagleton

 

Todas las clasificaciones, incluso las más refinadas, dejan “fuera” objetos, que se clasifican precisamente como “inclasificables”: mutaciones biológicas, criaturas ambiguas (el ornitorrinco mamífero acuático con pico) o existencias queer. ¿Que hacemos con los “inclasificables”?

Santiago Alba Rico

 

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Solo hay una cosa peor que la identidad y es no tener ninguna.

Terry Eagleton

 

Todas las clasificaciones, incluso las más refinadas, dejan “fuera” objetos, que se clasifican precisamente como “inclasificables”: mutaciones biológicas, criaturas ambiguas (el ornitorrinco mamífero acuático con pico) o existencias queer. ¿Que hacemos con los “inclasificables”?

Santiago Alba Rico

 

Según Ortega las generaciones se suceden cada 15 años, pero nosotros, como otros muchos, pensamos que los grandes cambios ocurren cada 30.

 

Eso parece estar ocurriendo en las artes escénicas. Un cambio de ciclo parece haberse impuesto y nos demanda atención, cuidados, acompañamiento y escucha.

 

Más de una década para romper el techo de cristal impuesto por el canon académico de lo que es y lo que no debe considerarse teatro, danza, partitura, cuerpo encarnado en texto… en definitiva… arte escénico. No es país, no es territorio para la demora, para la reflexión: el escénico. Así parece deducirse a partir de la cantidad de esfuerzo, de convencimiento, de sueños, de fracasos, como los de Beckett, en los que han tenido que invertir artistas, como los que nos ocupan esta temporada, para hacer oír sus discursos, y poderlos contrastar con aquellos que los completan: los espectadores.

 

Pero, la constancia, casi a riesgo de parecer tozudez, ha conseguido instalar las apuestas de todos estos y otros muchos sospechosos habituales en todo el territorio escénico autonómico, nacional e internacional. El Teatro Central, en la oferta artística que ofrece para el periodo octubre 2023/mayo 2024, apuesta por esas nuevas narrativas que están construyendo todas esas mujeres y hombres que, con sus propuestas, se empecinan en recordarnos que la comodidad mata la curiosidad.

 

Podríamos decir que no nos ha interesado realizar un ejercicio de museo. Muy al contrario, lo que deseamos es encarnar nuestra visión de un teatro público anclado en su tiempo y vuelto hacia el futuro.

 

El reto consiste en preguntarnos, junto a artistas y espectadores: ¿qué teatro para estos años del siglo XXI?, ¿qué arte y proyecto social para el futuro?, ¿para qué audiencias?

Con las armas del deseo y la convicción hemos buscado construir, piedra a piedra, una temporada a la altura del período que estamos viviendo y sus desafíos. Esto es lo que nos ha llevado a seleccionar más de 40 piezas que relaten nuestro presente en su realidad, su complejidad y sus contradicciones, piezas en las que mujeres y hombres estén representados por igual, ofreciendo a las nuevas generaciones algo que alimente su imaginación y les ofrezca herramientas para leer el mundo que les rodea, les precede o les espera. UNA TEMPORADA PARA AFIRMAR NUESTRO GUSTO POR LA ALTERIDAD Y LA DIFERENCIA, ASÍ COMO NUESTRA APERTURA AL MUNDO UNA TEMPORADA DIVERSA La oferta artística que hemos elaborado tiene la vocación de convertirse en una reflexión sobre los retos que, sobre la gestión de la diversidad, nos lanza la sociedad actual. Multiplicidad de géneros, gestión de la diferencia, igualdad de trato, cuerpos en guerra contra la exclusión… todo ello conforma el eje temático que atraviesa las producciones programadas. En un mundo complejo se hace más necesario que nunca que el arte escénico revise, con mirada contemporánea, el concepto de identidad. Navegar a través de esta temporada es también hacerlo con el cuerpo como herramienta de cambio, capaz de dar testimonio y mostrar que no es uniforme, sino multiplicidad en potencia, en resistencia y permanente transformación. Algo que, a poco observadores que seamos, se nos impone formando parte de nuestra vida cotidiana. Porque, como algunas y algunos afirman y nosotros compartimos, si el lenguaje puede definir la realidad, no siempre le corresponde. El lenguaje también tiene sus límites y algunas emociones y conceptos no se pueden reducir a palabras. Estos son los retos que encontraremos leyendo, oyendo y compartiendo las propuestas de las actrices, actores, bailarines y bailarinas con diversidad funcional de Chela de Ferrari o la compañía Dançando con a Diferença; el cuerpo lacerado del toro y el torero de Angélica Liddell; las narrativas de Silvia Balvín y Natalia Jiménez recordándonos que el cuerpo es también cabeza y pensamiento; la celebración de los intérpretes de Marco da Silva y Via Katlehong; cuerpos que hablan de ser jinetes y caballos a la vez en las cuatro amazonas de Mucha Muchacha o Yinka Esi Graves negando la invisibilidad de la diferente. Precisamente de borrar los límites entre cuerpo y palabra sabe mucho la coreografa, bailarina, directora y escritora Luz Árcas. Ese es el motivo por el que le dedicamos toda una semana en el mes de diciembre. Una semana en la que atendemos a todas las caras del poliedro artístico que define su hacer escénico, significado por apuntalar el lugar que nuestros cuerpos ocupan en el mundo a través del lenguaje encarnado en cuerpo… humano. LA ADOLESCENCIA PARA EVOCAR EL DOLOR DE LA PÉRDIDA, PERO TAMBIÉN DE LA ESPERANZA EN LO QUE HA DE VENIR: SE ACABA UN MUNDO Y EMPIEZA OTRO Otro vector aflora al hacer el recorrido por todas las propuestas presentadas y que tiene que ver con la adolescencia, esa etapa crucial en la formación de la identidad. Los más significativos son los que nos ofrecen, el chileno Marco Layera y el valenciano Marcos Morau. El primero de ellos coescribiendo la propuesta con un elenco de chicos de edades entre los 14 y los 17 años que se preguntan sobre cómo enfrentarse a la desigualdad y la violencia o si sigue siendo la figura del padre el referente de la construcción de su masculinidad. Y el segundo, junto a su equipo de La Veronal, que nos recordará —en un ejercicio de memoria— las ilusiones que se despliegan en la adolescencia ante lo que ha de venir. UNA Y TODAS LAS GUERRAS La inhumanidad de las guerras también está presente en nuestra oferta. De nuevo la identidad, la memoria, el cuerpo convertido en carne; la animalidad y la pérdida de nuestros propios nombres: aquello que nos hace humanos. Es el caso de propuestas como Hay alguien en el bosque, con dirección de Joan Arqué, que nos recuerda la historia de las mujeres bosnias violadas en la guerra de Los Balcanes; La niñas zombis, escrita y dirigida por Celso Giménez, que hace un ejercicio sobre la perspectiva con la que mira una tercera generación a nuestra historia reciente; y la propuesta de Alberto Conejero y Xavier Albertí, a partir de la Iliada, texto fundamental de la literatura clásica. UN TEATRO ABIERTO AL MUNDO EN SINTONÍA CON LOS PROBLEMAS DE NUESTRO TIEMPO Una programación donde dialogan generaciones de artistas: este es el credo que nos ha impulsado siempre y que se expresa plenamente en esta nueva temporada. Un impulso que responde al deseo de apoyar a los artistas a largo plazo, dar a conocer diferentes aspectos de su trabajo y monitorear su desarrollo, algo que convive con el deseo de ofrecer al público nuevas caras, nuevos gestos. Creación. Los casos de Àlex Rigola, Needcompany, Israel Elejalde, Juan Dolores Caballero, Pablo Messiez e Israel Galván, junto a los de Carlota Berzal, Ana Sánchez Acevedo o María Muñoz son prueba de este diálogo de generaciones así como de su acompañamiento. LA FORMACIÓN ES “CENTRAL” TALLERES Y CLASES MAGISTRALES EN COLABORACIÓN CON EL CENTRO DE FORMACIÓN ESCÉNICA Y COREOGRÁFICA DE ANDALUCÍA Buena parte del trabajo que venimos haciendo en nuestro espacio depende hoy de la proximidad. Por este motivo, durante la temporada 23/24 queremos avanzar y aumentar nuestro compromiso en hacer del Central un lugar de accesibilidad, inclusión y representatividad. Compromisos que se materializarán en proyectos que vinculan descubrimiento, apertura, aprendizaje y creación, durante toda la temporada. El Teatro Central debe consolidarse como un lugar para todos, un lugar hospitalario y de desarrollo de nuestros imaginarios. Esa ambición nos guía. La presente temporada debe servir para seguir introduciéndonos en el mundo de las artes escénicas y para reforzar nuestra educación artística y cultural. Así pues, durante los ocho meses, y en colaboración con los artistas invitados, ofreceremos talleres prácticos diseñados para un gran número de participantes con múltiples perfiles. Una herramienta para profundizar en el enriquecimiento y trasvase de conocimientos entre creadoras y creadores de fuera de nuestra comunidad autónoma y aquellos que producen sus experiencias en Andalucía.

 

Se trata de abrir un espacio para jóvenes profesionales como medio de promover el enriquecimiento de las creadoras y creadores del mañana.

 

En este mundo de vértigo feroz de los “mil amigos” por segundo a golpe de clic, lo verdaderamente maravilloso es que de la suma de relatos únicos que proponemos esta temporada, procedentes de varias fuentes —intérpretes, coreógrafas/os, directoras/directores, músicas/os, artistas plásticos, etc. y sus cocreadores: los espectadores— surjan momentos capaces de perdurar. Quizá por eso sigue teniendo algo de ritual el hecho escénico y por este motivo consiga también perdurar frente al tsunami de soportes y plataformas.

 

Agencia Andaluza de Instituciones Culturales

Manuel Llanes

Director Teatro Central

Consejería de Turismo, Cultura y Deporte

 

Junta de Andalucía

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