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Entrevista a Francisco Javier Luque Calderón

Fco Javier Luque

Francisco Javier Luque es ingeniero de la rama industrial, Máster en Seguridad y Salud y Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales. Ha sido miembro de un equipo de investigación de la UAL y es autor de distintos trabajos sobre didáctica de la educación a cuenta de la Facultad de Ciencias Experimentales de Almería. Colabora habitualmente como formador de profesorado para el CEP de Almería y Servicios Centrales. 

Durante cinco años codirigió el blog de divulgación de carácter internacional FdeT, al tiempo que escribía divulgación para RBA Colecciones. Desde aquella época han visto la luz tres novelas de ficción con marcado carácter científico.

Su trabajo lo desempeña como tecnólogo en el IES Carlos III de Aguadulce, en Almería, donde coordina el proceso de transformación digital educativa y asume la jefatura del departamento de Formación, Evaluación e Innovación Educativa. Dirige el taller de impresión 3D y en los últimos cursos ha coordinado distintos proyectos de innovación relacionados con la forma de llevar el Espacio, la Robótica y la Automatización a las aulas de su centro. 

José María Gómez Delgado | Equipo de Redacción de Libro Abierto

Una reflexión para comenzar; Isaac Newton afirmó: “Lo que conocemos es una gota, lo que no conocemos es un océano”. ¿Este paralelismo podría ser aplicable al grado de inmersión de la ciencia en el actual sistema educativo?

Esta frase bien podría ser aplicable a casi cualquier parcela de la vida y, por supuesto, también al sistema educativo y su vínculo con la ciencia, pero es cierto que de un tiempo a esta parte se han dado pasos en la dirección de generar experiencias de aprendizaje que fomenten la observación sistemática del mundo que nos rodea, que incorporen la necesidad de llevar a cabo acciones de medición y cuantificación que trasladen al papel (o la pantalla) cifras que representan las magnitudes en estudio, que empleen la experimentación como vía para lograr un producto final, que apuesten por realizar análisis de las evidencias y que, ante resultados imposibles o barreras que impidan el avance, se muestren flexibles a modificar las hipótesis de partida. Esto, grosso modo, sería hablar de método científico dentro del aula.​ Y es que cada vez resulta más evidente que está cambiando la percepción que la sociedad tiene de lo que puede considerarse formación indispensable. 

El que fue Director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, se lamentaba en los primeros años del milenio de que los adolescentes —de entonces— habían empobrecido su lenguaje hasta el punto de no ser capaces de articular una frase donde interviniesen, al menos, el sujeto, el verbo y un complemento directo. Pasar de la écfrasis y la lectura comprensiva a la redacción automática de una Inteligencia Artificial, la comunicación por mensajes de audio o el empleo de emoticonos que simplifican la comunicación hasta su mínima expresión es un problema real que ha de trabajarse intensamente en la Escuela creando como avanzadilla un hábito lector. En las ciencias ocurre algo parecido, algo que ha sido obviado durante largo tiempo. Hoy, contamos con ciudadanos que niegan la evolución humana mientras abrazan las pseudociencias y se dejan aconsejar por la astrología, desconfían de las vacunas y creen que la radiación de sus teléfonos les enferma mientras se exponen a pleno sol en verano sin protección alguna, confunden productos transgénicos con los editados genéticamente y hasta siguen desconfiando de la existencia del COVID por más evidencias que encuentren a su alrededor. La Escuela también debe ocuparse de alfabetizar en materia de cultura científica y tecnológica, no puede privarse a las generaciones futuras de una formación integral que les ayude a ser seres sociales completos y no sería justo que por inacción acaben viendo la ciencia y la técnica que les rodea como algo lejano, oscuro e incomprensible.

Tradicionalmente, se ha establecido un binomio biblioteca – literatura, pero, ¿cómo podemos integrar en el contexto escolar el binomio Biblioteca Escolar – Ciencia?

La respuesta pasa por redefinir lo que entendemos por Biblioteca Escolar variando de la idea clásica de un volumen físico acotado por cuatro paredes donde se apilan libros para ser consultados por los estudiantes a un concepto de espacio distribuido, abierto, universalizable, capaz de alcanzar todos los rincones del centro educativo y que se encuentra a disposición de toda su comunidad. 

La nueva Biblioteca Escolar ha de ser capaz de convertirse en un entorno formativo donde poder desarrollar habilidades y competencias girando en torno al fomento de la lectura y tendiendo a facilitar una complicidad entre autor y lector por medio de la obra, pero siendo conscientes de que la interfaz idónea puede variar de unos a otros. Es por esto que debe contextualizarse con el entorno digital del centro y adaptar su uso al espacio adecuado en cada momento, comportándose como un ambiente creativo capaz de ser hoy un lugar de recogimiento y mañana un laboratorio, un centro de coworking, un teatro, un escape room, una sala de conferencias, un taller de radio/TV o un espacio maker.

Desde la Dirección General de Formación del Profesorado e Innovación Educativa se han comenzado a potenciar algunos programas específicos de ámbito STEAM. ¿Qué recomendaciones nos podría ofrecer para dinamizar actuaciones desde la Biblioteca Escolar en esta línea de trabajo?

Hacer uso de la metodología STEAM implica establecer vínculos entre distintas disciplinas, apostar por un aprendizaje basado en proyectos —principalmente, aunque no en exclusiva— y transferir el protagonismo en el proceso de la figura del docente a la del alumno. Esto no quiere decir en absoluto que los estudiantes realicen un recorrido en soledad, se trata de adentrarse en una modalidad constructivista donde se estimula el pensamiento crítico y se busca analizar datos, responder preguntas y resolver problemas de manera cooperativa sin perder de vista que la tecnología, por sí misma, no es el producto final sino una herramienta que sirve de estructura de soporte y ayuda a mejorar la motivación.

En este contexto la Biblioteca Escolar se convierte en una incubadora de ideas, un lugar de encuentro donde iniciar las tareas de investigación y configurar estrategias de resolución de proyectos de manera flexible, en un ambiente plural donde todas las propuestas tienen cabida y donde se refuerzan las relaciones interpersonales que son la base de la vida social.

El éxito de una empresa como esta parte de conocer el centro de interés del alumnado, su nivel de desempeño en competencia digital, su nivel de motivación y la predisposición de las familias a colaborar e implicarse en las actividades que se propongan. Aquí, el departamento de Orientación y las sesiones de tutoría tienen mucho que decir. Contando con la información adecuada y con la ayuda del departamento de actividades extraescolares se podría definir una hoja de ruta con una batería de actividades científicas y técnicas que alcancen a todos los niveles educativos. Para integrar todo dentro de un marco coherente, con continuidad, es conveniente que estas actividades no estén desligadas de las programaciones curriculares sino integradas en las mismas y que desde el departamento de Formación, Evaluación e Innovación Educativa se realice un seguimiento periódico que permita armonizar el conjunto a través de las distintas áreas creando una retroalimentación y proponiendo un plan de formación docente ajustado a lo que se necesita, que ayude a sumar participantes en el futuro. Por último, tras la recopilación de las evidencias, debería establecerse un plan de comunicación adecuado que permita difundir a través de los medios sociales corporativos los logros alcanzados en cada evento porque es mucho lo que se hace y poco lo que suele mostrarse.

En la hoja de ruta del Sistema Educativo aparece el Plan de Acción de la Educación Digital 2021 – 2027. Esto conlleva desde el Programa TDE importantes mejoras en la dotación digital de los centros educativos, entre ellas, aquellas centradas en la educación audiovisual (radio, TV escolar, etc.) ¿Qué líneas y estrategias de intervención podríamos potenciar desde la Biblioteca Escolar para acercar a nuestro alumnado al mundo científico?

La transformación digital de los centros educativos está suponiendo un cambio de paradigma en el terreno pedagógico impulsando nuevas dinámicas de aprendizaje a partir de la incorporación, no solo de dispositivos digitales sino, también, formando a docentes y estudiantes en el uso de herramientas y recursos que reducen el tiempo dedicado a las tareas repetitivas —tan frecuentes en el proceso burocrático— y dan acceso a un sinfín de paisajes educativos. La Biblioteca Escolar es el lugar idóneo donde aglutinar el proceso creativo de nuestro alumnado, donde buscar inspiración y beber del conocimiento compartido, un rincón donde aprender a curar contenidos y disfrutar creándolos, un espacio para despertar vocaciones por medio del juego, de la investigación, de la recreación de historias, de la evocación de acontecimientos, del debate abierto.

Puedo hablar de lo que sigue como una realidad que he tenido la suerte de experimentar y estoy seguro de que se trata de un formato exportable a otros centros toda vez que se lleven a cabo las adaptaciones oportunas.

Una Biblioteca Escolar como la nuestra ha actuado de motor impulsor en la creación de un taller de podcasting donde los propios estudiantes entrevistan a personalidades invitadas para abordar, en lo que dura un recreo, un debate sobre una noticia de actualidad o una temática relacionada con alguna de las actividades, situaciones de aprendizaje o proyectos de investigación que estamos llevando a cabo en el centro. En ocasiones, son los propios estudiantes los que participan exponiendo sus indagaciones o intercambian roles con los conductores del programa invitando a expertos ajenos al centro.

Alrededor de este centro de recursos y de forma coordinada con los departamentos de Orientación y de Formación, Evaluación e Innovación Educativa se genera una intensa actividad formativa para toda la comunidad educativa que pasa por el asesoramiento a familias y estudiantes sobre el uso ético y seguro de las redes sociales, el respeto a los derechos de autoría, la prevención de adicciones, la detección temprana de prácticas de acoso o el reconocimiento de las fake news que posteriormente puede emplearse para retroalimentar sus exploraciones.

En un plano más técnico, el alumnado aprende en el espacio maker a crear accesorios que puede emplear con sus lecturas, gadgets para sus dispositivos electrónicos, útiles para sus prácticas de laboratorio o piecerío diverso para sus montajes robóticos. 

El mundo científico ha logrado grandes hitos en lo que a integración del alumnado y la eliminación de las barreras de aprendizaje en el entorno del modelo DUA se refiere. La existencia de recursos accesibles y materiales adaptados permite crear experiencias de aprendizaje multimedia basadas en la investigación donde se proporcionan múltiples formas de consumir la actividad, alternativas para la autorregulación, flexibilidad para el desempeño comunicativo y en el caso de nuestro alumnado del aula específica, la posibilidad de participar del proceso de enseñanza como uno más con la ayuda de medios  educativos online y dispositivos de control adaptado que ayudan a mejorar sus capacidades cognitivas básicas.

Desde este marco científico que venimos analizando, destaca la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU. ¿Considera que la Biblioteca Escolar puede constituir un eje clave para potenciar este tipo de actuaciones en el centro?

Conocer que existe un problema es el primer paso para resolverlo. De los diecisiete objetivos que se recogieron en 2015 en el texto consensuado de la Asamblea General de las Naciones Unidas hay uno, el cuarto, que atañe directamente a la Escuela: «Educación de calidad», pero no es el único. Ser conscientes de la importancia de garantizar una igualdad de género en todos los campos, trabajar por reducir las desigualdades, adecuar nuestra comunidad a entornos sostenibles que puedan proyectarse al exterior, fomentar un consumo responsable y racional desmontando la cadena de producir-comprar-usar-tirar por otra en la que tenga cabida el reciclado y la reparación, transformación y reutilización así como fomentar una conciencia medioambiental que manifieste las evidencias del cambio climático y la necesidad de velar por la vida de los ecosistemas terrestres y el mundo submarino, es algo que se ha venido incorporando directa o transversalmente a nuestra práctica en el aula. 

Ahora, se cuenta con numerosas herramientas, recursos tecnológicos, bibliografía, juegos de mesa y digitales, seminarios y cursos para el profesorado… que facilitan la migración de toda esta información a nuestros ambientes de aprendizaje. 

La Biblioteca Escolar puede comportarse como lugar de encuentro de las distintas dinámicas que se desarrollen en las aulas, poniendo voz al alumnado en los canales sociales corporativos, facilitando la confluencia de organizaciones, activistas y  administraciones con nuestra comunidad educativa, estimulando el surgimiento de un sentimiento de cambio y una conciencia social a partir de la literatura y de la investigación, participando en proyectos integradores con otros centros con los que compartir vivencias y aprender de las distintas realidades que nos caracterizan.

Desde su punto de vista, ¿qué puede ofrecer la Biblioteca Escolar al fomento de las vocaciones científicas en el alumnado?

A lo largo de tantos años en la enseñanza tengo muy claro que lo mejor que podemos ofrecer a nuestros estudiantes de cara a su futuro es una adecuada información. No se puede amar lo que no se conoce y es por esto que realizar encuentros y jornadas de mesa redonda con representantes de la Universidad, con docentes de las distintas familias profesionales, con profesionales libres, con emprendedores, con antiguos estudiantes que sean buenos comunicadores y con los que los jóvenes puedan identificarse resulta tan importante. Hay quienes albergan ideales sustentados en lejanas vivencias de terceras personas, otros, cuentan con una visión distorsionada de una meta que ven más asequible o más afín a su condición por contar con una información incompleta o plagada de sesgos. 

La Biblioteca Escolar entendida, una vez más, no como espacio físico sino como entidad viva que aglutina los distintos intereses de la comunidad educativa cuenta con una oportunidad extraordinaria para estimular la curiosidad y responder las dudas que surjan con una atención individualizada, en pequeños grupos o con sesiones colectivas haciendo uso de medios físicos y digitales. 

Bien sea proponiendo retos de búsqueda en Internet sobre personalidades del mundo científico, planteando trabajos en grupo de curación de contenidos relacionados con áreas actuales de investigación, ofreciendo la oportunidad de participar en alguna de las muchas dinámicas de indagación que ofrecen a los centros educativos muchas organizaciones científicas de referencia nacional e internacional, participando en concursos y desafíos que numerosas agencias plantean cada año para difundir sus trabajos y divulgar sus logros o promoviendo la visita en un formato de realidad aumentada a distintos institutos de investigación, se otorga visibilidad a la carrera científica, se acerca a los más jóvenes una realidad laboral que no es exclusiva de expedientes superlativos poniendo cara a personas normales que logran hacer cosas extraordinarias y se ayuda a eliminar los techos de cristal que injustamente han cercenado tantas voluntades a lo largo de tantos años. 

En cuanto al espacio físico de la biblioteca, teniendo en cuenta el carácter ubicuo de la misma, ¿cómo podríamos complementar nuestras Bibliotecas Escolares para promover tareas relacionadas con el método científico?

En muchos centros se cuenta con una dependencia de uso exclusivo para Biblioteca Escolar y en otros este espacio se considera de usos múltiples por contar con problemas de espacio ante el incremento de unidades, desdobles, refuerzos… Es habitual contar con minibibliotecas de aula y estantes bien surtidos de volúmenes acopiados en departamentos, talleres y laboratorios que son desconocidos de puertas hacia fuera y podrían comportarse como una extensión natural del repositorio principal.

Las bibliotecas municipales también pueden formar parte del proceso formativo en la Escuela y pueden generarse sinergias muy interesantes si varios centros próximos acuerdan realizar proyectos intercentros donde todos aporten y reciban retroalimentación positiva. 

Los propios docentes, especialistas en su materia, suelen conocer multitud de títulos y recursos que emplean para urdir sus propios materiales. Generar un catálogo único de títulos que estudiantes y docentes conozcan y puedan usar en régimen de préstamo y consulta es un primer punto a favor de la promoción del método científico si se ofrecen experiencias de investigación en paralelo que puedan extenderse a distintas áreas de conocimiento. 

Dado que una correcta evocación de lo aprendido es una poderosa herramienta de asimilación qué mejor manera de lograr un aprendizaje significativo que aprovechar la información recibida para usarla de forma práctica sobre un problema objetivo —la base de la filosofía STEAM, por cierto.

Para finalizar, desde su dilatada experiencia en este ámbito, ¿qué consejo daría a aquellas Bibliotecas Escolares que quieren dar los primeros pasos en esta línea de intervención?

No existe una hoja de ruta que sea aplicable a todas las casuísticas, pero creo que el primer esfuerzo debe hacerse en la fase organizativa, generando una diagnosis previa que nos diga dónde nos encontramos y valorando de forma realista hasta dónde queremos llegar en un primer avance. 

Lo normal sería encontrarnos con alguno o varios de estos tres problemas: el espacio, los medios y la formación. El espacio es una limitación física que puede reconfigurarse contando con un concepto distribuido de las dependencias del centro y la planificación de las horas que se destinan a este uso. Aunque el fondo de nuestra biblioteca puede ser generoso puede estar plagado de referencias desactualizadas, libros muy especializados provenientes de descartes de algún departamento, catálogos, remesas de publicaciones institucionales y normativa, libros con escaso valor intelectual… Esto resta interés y hace que los visitantes no sintonicen con un lugar que no les aporta nada y en el que no podrán encontrar la ayuda que necesitan. En estos casos se requiere realizar un expurgo y una selección de los títulos a mantener contando con la ayuda del profesorado especialista, procurando incorporar obras acordes a la edad de nuestro público, lecturas niveladas en segunda y tercera lengua que puedan fomentarse desde las materias lingüísticas y desde las que cuentan con perfil bilingüe de las áreas no lingüísticas, textos de divulgación científica adaptados, obras para aprender, álbumes ilustrados, narrativa de aventuras, de intriga, fantástica,… Téngase en cuenta que la lectura es una vía de vital importancia para el proceso de aprendizaje y hay que adiestrar desde los primeros estadios educativos a ser agentes activos cuando estamos frente a un libro. Sin lectura no hay forma de aprovechar ninguna otra disciplina, pero cada cual llega a conseguir el hábito lector, a conectar con la aventura de leer a su ritmo, paseando entre títulos y géneros diversos que llegan a nuestra vida para enriquecernos de alguna manera y acompañarnos en nuestras experiencias.

Los medios y recursos con que se cuentan se pueden ir aumentando con un plan de renovación anual y la asignación de presupuestos específicos a la Biblioteca Escolar, pero se puede iniciar el camino contando con recursos abiertos, aplicaciones libres y aprovechando ese modelo distribuido del que hablaba, con los propios equipos y medios de los departamentos, talleres, laboratorios y aulas conectadas. 

Una opción muy interesante la encontramos en los proyectos de innovación ya que es posible obtener una financiación a medida si se diseña una propuesta coherente que suponga una mejora incontestable para nuestro alumnado.

Por último, encontramos la traba de la formación ya que es posible que nuestro equipo impulsor esté muy motivado, pero no sepa cómo funciona una Biblioteca Escolar. En este caso debemos contar con los centros de profesorado bien sea para acogernos a una formación existente a la que sumarnos o para diseñar una formación que se adapte a nuestras necesidades poniendo en marcha grupos de trabajo o proyectos de formación en centro con asesoramiento externo que nuestra asesoría de referencia gestionará diligentemente.

Desde aquí, las posibilidades son tantas y tan distintas como ideas seamos capaces de elucubrar y la recompensa por el esfuerzo que conlleva será un sentimiento de gratitud al sabernos parte del proceso que ha de llevar a nuestro alumnado a convertirse en mejores personas, en parte de una sociedad mejor formada, más justa, menos desigual, más integradora y, ojalá, más feliz que la nuestra con un libro entre las manos.

José María Gómez Delgado | Equipo de Redacción de Libro Abierto

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