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Opinión

Frente al desorden informativo, alfabetización mediática

Alfabetización mediática
Francisco Marcos Martín-Martín | Profesor de Periodismo - Universidad de Málaga

Diversos estudios alertan de que los adolescentes pasan más tiempo conectados a Internet que en los institutos. Durante este tiempo, los jóvenes son susceptibles de coincidir y compartir informaciones malintencionadas que circulan en redes sociales. Sin embargo, plantear la posibilidad de reducir la exposición del estudiantado joven a los contenidos maliciosos resulta un desafío tan utópico como predecir la completa erradicación del desorden informativo. 

Entidades nacionales y supranacionales están apostando por la alfabetización mediática y el desarrollo de actuaciones educomunicativas para luchar contra el fenómeno desinformativo. En materia de formación, existen evidencias acerca del incremento de las habilidades para entender, evaluar y analizar los mensajes de los medios en aquellas personas que realizan cursos de educación mediática e informacional. No obstante, la alfabetización mediática no soluciona un problema ya existente, en todo caso se trata de una línea de actuación en el marco de un enfoque holístico y multinivel. 

Dentro de este enfoque integral e interdisciplinar, la Escuela (con mayúsculas) adquiere un rol principal. Los centros educativos cuentan con equipos directivos y docentes competentes y experimentados en la creación y desarrollo de proyectos formativos. Además, las escuelas son los únicos espacios donde los niños y adolescentes acuden para ser formados durante un periodo de tiempo continuo y prolongado. Por tanto, la Escuela ofrece la estabilidad que requieren los proyectos educomunicativos. Las acciones formativas puntuales, como los cursos, talleres o charlas, se contemplan como iniciativas introductorias, epidérmicas.

La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha generado una corriente de desinformación que ha penetrado en todos los estamentos sociales, incluida la Escuela. Sin embargo, la realidad es que en los centros no se está afrontando la lucha contra el fenómeno desinformativo, al menos bajo una propuesta estructurada. Para empoderar al alumnado frente al desorden informativo, se exige a la Administración que supere la resistencia a incluir en los planes educativos referencias a la alfabetización mediática e informacional. La Orden de 15 de enero de 2021, por la que se desarrolla el currículo correspondiente a la etapa de Educación Secundaria Obligatoria en la Comunidad Autónoma de Andalucía, no contempla de manera explícita la alfabetización mediática, ni mucho menos el fenómeno desinformativo en cualquiera de sus formas y manifestaciones. Así pues, el mapa de las actuaciones educativas para luchar contra las noticias falsas en centros de Educación Secundaria de Andalucía está caracterizado por una amalgama de iniciativas esporádicas desarrolladas por docentes que asumen, voluntariamente, el sobreesfuerzo que supone atender aspectos que no recoge el currículo.

Con el apoyo de la Administración, consideramos que existen fórmulas para introducir la educomunicación en las escuelas para luchar contra el desorden informativo. El grupo de expertos en alfabetización mediática para la lucha contra las campañas de desinformación, en el marco del proyecto Estrategia de Seguridad Nacional 2021 (ESN21), propone crear una asignatura optativa sobre medios de comunicación. La implementación de una asignatura optativa para luchar contra el fenómeno desinformativo garantizaría que la oferta educomunicativa llegue a todos los centros. Además, las optativas permiten al alumnado elegir su propio itinerario formativo. Sin embargo, la creación de una asignatura de este tipo conlleva dificultades de ejecución. Según la normativa legal, aprobar una materia optativa no puede afectar a la carga docente del profesorado. Por tanto, impartir la asignatura sobre medios de comunicación conlleva aumentar el cuerpo docente de los centros, medida que, a priori, no parece viable.

Además, las asignaturas optativas se conciben como una materia que plantea el abordaje de un área del conocimiento muy específico. Hasta el punto de que la autoridad educativa sugiere perfiles docentes especializados para impartir este tipo de asignaturas. En el caso concreto de la educación en medios de comunicación, las optativas no deben atribuirse a un perfil específico. La sugerencia de un perfil concreto invalidaría el carácter transversal de la alfabetización mediática. La transversalidad es la vía directa para luchar contra el desorden informativo debido a que este fenómeno actúa por ósmosis, penetrando en todas las áreas del conocimiento. Sin embargo, insistimos que, para garantizar la transversalidad de la educomunicación, esta disciplina se tiene que incluir en los planes educativos de Primaria, Secundaria y Bachillerato.

Este enfoque transversal encuentra una vía de acceso a través de las actividades integradas en proyectos de centro o incluso en la modalidad intercentros. Al respecto, destacamos el denominado Proyecto Lingüístico de Centro (PLC), iniciativa que se articula a través de las bibliotecas escolares. Un aspecto positivo del PLC es su carácter plurianual, factor que permite consolidar los proyectos educomunicativos. Además, los centros que implementan un Proyecto Lingüístico facilitan al docente de nueva incorporación pautas sobre alfabetización mediática e informacional. Sin embargo, para que el centro educativo implemente un PLC la propuesta debe ser aprobada por el 80% del claustro. Por tanto, la aprobación del proyecto depende de una decisión por consenso. 

Los proyectos e iniciativas de carácter educomunicativo, a través de las instituciones, deben situar en el centro al alumnado. Situar en el centro de atención de las estrategias de formación en medios de comunicación y educación cívica a las personas más jóvenes alimenta la esperanza de que la sociedad del futuro sea mejor que la actual. También reivindicamos la presencia del profesorado en los procesos consultivos para el desarrollo de actuaciones educomunicativas. No se debe obviar que los docentes son las personas que están en contacto directo y mejor conocen la realidad del alumnado, objetivo principal de las campañas desinformativas.

Sin embargo, en materias como alfabetización mediática, que requieren formación específica, al docente no hay que exigirle, sino facilitarle. Aunque los educadores, en términos generales, muestran ciertas competencias mediáticas, se reconocen, en este colectivo, carencias en formación mediática. La falta de formación mediática de los docentes requiere, con carácter de urgencia, desarrollar planes de formación sobre medios de comunicación dirigidos al profesorado. No se debe subestimar la complejidad que supone el desarrollo e implementación de actuaciones educomunicativas.

En 2021, numerosos catedráticos y profesores reivindicaron una mayor formación en materia de comunicación para los futuros docentes. Al respecto, se publicó un manifiesto, titulado “La educomunicación en España: un reto urgente para la sociedad digital” promovido por los profesores universitarios Ignacio Aguaded y Javier Marzal. Todavía están por ver los resultados tangibles de esta acción reivindicativa.

Mientras el sistema educativo español resuelve la inclusión de la alfabetización mediática en sus planes, la formación en medios de comunicación de los docentes se puede canalizar a través de los Centros de Enseñanza para el Profesorado o solicitar, a demanda, formaciones en los centros educativos. Son numerosos los centros educativos que solicitan formación a entidades externas, como las asociaciones de la prensa de Andalucía. 

Comunicadores y educadores encuentran en titulaciones de posgrado como el Máster de Educación y Comunicación Audiovisual (UNIA-Universidad de Huelva) la formación en medios de comunicación que no contemplan los planes de estudio de los grados en Educación Infantil y de Educación Primaria, así como tampoco en los del Máster Universitario de Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas. De la misma manera, a los comunicadores también se les debe exigir conocimientos pedagógicos para ejercer de educador mediático. Sobre este aspecto, entidades como el Colegio de Periodistas de Andalucía y las asociaciones de la prensa están apostando firmemente por la educación mediática de sus colegiados y asociados.

En paralelo a la formación, se debe poner al servicio del profesorado recursos didácticos para implementar actividades educomunicativas en el aula. La creación de un banco de recursos didácticos aliviaría la sobrecarga de trabajo y el escaso tiempo que tienen los docentes para adoptar acciones para mejorar la resiliencia del alumnado a los contenidos mediáticos malintencionados. En este sentido, destacamos el programa ComunicA, que ofrece el recurso “Desenreda”, una propuesta didáctica y metodológica para luchar contra el fenómeno desinformativo.

No obstante, a pesar de la importancia de la Escuela en la lucha contra el fenómeno desinformativo, la responsabilidad educomunicativa no debe recaer, exclusivamente, en las espaldas de esta institución. Para combatir el desorden informativo, se requiere de una actuación holística, sistemática y en armonía entre todos los agentes sociales. 

En conclusión, la alfabetización mediática es más necesaria que viable. Ni la problemática social que ha generado el fenómeno desinformativo, ni la manifiesta vulnerabilidad de niños y adolescentes han servido para que los agentes políticos tomen cartas en el asunto de manera inmediata. También, se han obviado las recomendaciones de las voces expertas sobre la necesaria alfabetización mediática para empoderar a los más vulnerables frente a la manipulación que ejercen los medios y otros agentes a través de los canales de comunicación. En la lucha contra el desorden informativo todos somos corresponsables: los políticos, la escuela, los medios de comunicación, las familias y, también, la ciudadanía.

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