La experiencia de dos maestros granadinos en el movimiento maker contra el Covid-19

Juan Pablo Moraga y José Antonio Rodríguez son dos maestros del CEIP Juan Alonso Rivas, de Colomera (Granada), apasionados de la cultura maker que, desde el inicio del confinamiento, no dudaron en poner las impresoras 3D en funcionamiento para colaborar, en la medida de sus posibilidades, en la fabricación de material sanitario para evitar el contagio del virus: “Surgió en todo el país un movimiento de colaboración mutua, gracias a la impresión 3D, entre personas desconocidas, a través de las redes sociales —cuenta Juan Pablo. “Uno de los aspectos más positivos que representa la cultura maker es el nivel de compromiso que genera con uno mismo y con los demás, que estos días se traduce más que nunca en diseño y creación para brindar ayuda a los que más la precisan. La impresión se ha ido adaptando con el paso de los días a las necesidades y sugerencias de los sanitarios. Los productos más demandados son las viseras para crear pantallas de protección. Otros que también se han solicitado son adaptadores para los respiradores o diademas de sujeción para mascarillas desechables”.

Aunque solo cuentan con tres impresoras, ambos maestros se coordinan diariamente e intentan adquirir alguna más para aumentar la producción, pues las máquinas funcionan de manera permanente y necesitan pequeñas reparaciones: “Actualmente, estamos realizado una media de 100 viseras semanales, que se suman a las aportaciones de la provincia de Granada, con unas 2000 unidades, a las que tenemos que sumar adaptadores para respiradores y diademas de sujeción para mascarillas”, cuenta Juan Pablo, que describe también algunos detalles sobre el proceso que siguen: “A través de grupos de Telegram, conocidos, sanitarios y otros responsables, nos hacen llegar las necesidades para hospitales, residencias o personal de seguridad, entre otros. Protección Civil tiene la labor de recoger la producción en los domicilios y llevarla a un centro logístico de un polígono industrial donde se terminan de montar y de esterilizar para su distribución". 

En cuanto a la implicación del alumnado, destacan la motivación que supone esta forma de trabajar: “El alumno ha sido partícipe desde el primer momento, a través de videollamadas que realizábamos durante la primera semana de confinamiento, como una medida espontánea de ambas partes. Nuestra labor era la de apoyarlos y acompañarlos sin saber la extensión en el tiempo de esta situación y sin adivinar que se convertiría en la tónica de nuestras clases online. El interés por esta labor quedaba patente en los mensajes y en la implicación es casi diaria, preguntándonos por la producción, o por los problemas en el laminador, los filamentos o con la impresora”. Asimismo, aclaran que se trata de alumnado perteneciente a un centro de compensatoria, y que llevan ya dos cursos en el mundo de la robótica y la impresión 3D: “Ellos mismos están viendo ahora que lo aprendido no es algo aislado, sino una realidad que posiblemente tenga presencia en alguno de sus trabajos futuros”.

José Antonio Rodríguez coincide con esta visión de su compañero: “Tras dos cursos de andadura en la elaboración de proyectos STEAM, estamos cada vez más convencidos de que este nuevo enfoque metodológico tiene un gran potencial, ya que puede englobar cualquier área y contenido. Además supone un plus de motivación para el alumnado, que ve en las nuevas herramientas una fuente de estímulos mucho más atractivos que los ofrecidos tradicionalmente. Durante estas semanas hemos experimentado en primera persona que el potencial de estas herramientas no queda solo en lo meramente educativo, sino incluso en lo más básico, en lo humano. Por medio de la impresión 3D hemos estado produciendo pantallas de protección que suponen una primera línea de defensa para nuestros sanitarios. Mediante el uso de microcontroladores y algunos componentes mecánicos también podemos observar en las redes cómo muchos de nuestros compañeros fabrican respiradores que pueden llegar a suplir la escasez de este tipo de suministros tras una posible homologación”.

En opinión de Juan Pablo, "la suspensión de la actividad docente presencial ha supuesto toparse de bruces con uno de los grandes retos a los que se enfrentaba el sistema educativo andaluz en la actualidad: la incorporación efectiva de la tecnología a nuestra manera de enseñar y, por ende, a la forma de aprender de nuestro alumnado. La sociedad de la información, de la comunicación y del conocimiento en la que vivimos demandaba urgentemente nuevas formas de comunicarnos, de trabajar, de informarnos, de divertirnos…” Según este maestro granadino, “ahora el conocimiento se halla en red, porque vivimos en una era digital y los docentes somos quienes debemos acompañar al alumnado en su proceso de aprendizaje a modo de guía. Sin embargo, no es esta la situación en la que hubiéramos deseado comenzar a hacerlo, por varios motivos: la escasez de recursos y medios técnicos de gran parte de las familias, la falta de conocimientos de los padres, madres o tutores legales para acompañar a los niños y niñas en este camino y la necesidad imperiosa de ampliar la formación del profesorado en mecanismos digitales de enseñanza”.

Juan Pablo relata también cómo fue su proceso de adaptación: “en mi caso venía empleando desde comienzo del presente curso escolar plataformas de enseñanzas digitales, redes profesionales, pizarras digitales colaborativas online, entre otros recursos, a los cuales he sumado la videollamada grupal e incorporaré prontamente la plataforma Moodle habilitada al concluir la formación desarrollada en la actualidad. En mi centro educativo hemos efectuado un trabajo muy activo con las STEAM en varios niveles educativos, que pretendemos seguir incorporando, tanto mi compañero de proyecto como yo mismo, a las clases a distancia como un aliciente más que motive a nuestro alumnado a continuar su proceso formativo con ilusión, tenacidad y empeño”.

El esfuerzo que está suponiendo esta dedicación sin duda merece mucho la pena. En palabras de Juan Pablo Moraga: “el reconocimiento es amplio y diario a través del personal sanitario con fotos de agradecimiento, el interés del alumnado haciéndose partícipe para que todo siga funcionando, o el abrazo en casa de una hijas que valoran el esfuerzo de sus padres. Además, este movimiento maker entre docentes está sembrando una semilla que seguro se plasmará en múltiples propuestas en muchos centros”.