El #Anticuaderno y las emociones en Secundaria

¿QUÉ ES EL #ANTICUADERNO?

A veces las cosas surgen casi sin que nos demos cuenta, tienen éxito y no sabemos por qué, los alumnos se implican y te cuestionas que ahora por qué sí… El #anticuaderno es eso, el fruto de una intuición en la que ya llevo embarcada cuatro cursos y que no para de darme gratas sorpresas.

Mis alumnos tienen dos cuadernos: el de Lengua (el “normal”, como le dicen ellos) y el #anticuaderno.

El #Anticuaderno es un medio para que se conozcan, para que indaguen en ellos mismos, para que se aclaren en este periodo tan convulso como es la adolescencia, para que se encuentren y no se pierdan. Para que aprendan, de una forma muy básica, a gestionar sus emociones y, también, para ayudarlos a compartirlas

Berta Ocaña Martínez @bertaocana
IES Almudeyne, Los Palacios y Villafranca (Sevilla)

El #anticuaderno no se llamaba así en un principio. En su origen lo llamé “Esto no es (sólo) un cuaderno de Lengua”, inspirada en un libro que había descubierto (Esto no es (sólo) un diario, en la línea de Destroza este diario, Acaba este libro…) y de donde surgió la idea. Pretendía que allí hubiera otro tipo de actividades más creativas y sacarlas del cuaderno de Lengua. Hice una larga lista de aquellas tareas que se podían realizar allí y dejé pasar el verano, satisfecha de mi trabajo.

Cuando empezó el primer curso en el que lo puse en marcha e hice la propuesta a mis alumnos de tener un cuaderno diferente, lo llamé #anticuaderno, de forma espontánea. Me gustó mucho más que el otro título y quedó bautizado.

¿CÓMO HA SIDO SU EVOLUCIÓN?

El #anticuaderno, aunque ya lleva cuatro cursos conmigo, es todavía jovencito pero, curiosamente, ha ido evolucionando, madurando, incluso creciendo en todo este tiempo. Tenía pensadas algo más de 100 actividades que iríamos realizando cada uno de los cuatro días que tengo clases en 2º de ESO. Tras un primer trimestre agotador e intenso a petición de algunos alumnos decidimos bajar el ritmo y limitarnos a dos días: el primer y el último día de la semana que tuviéramos clases. Tengo que decir que muchos alumnos protestaron por el cambio y querían continuar con los cuatro días, pero ya ahí se vislumbraba en lo que se estaba convirtiendo el #anticuaderno y era demasiado, una sobrecarga emocional adicional a la que tienen a esa edad que no era necesaria. Actualmente lo seguimos trabajando dos días a la semana.

Al principio las actividades eran de presentación, más superficiales, pensaban sus metas, hacían un acróstico, imaginaban las clases de Lengua ideales… Todo desde una perspectiva visual, con muchos dibujos propuestos por mí y hechos y mejorados siempre por ellos mismos. Después fueron viniendo actividades que empezaban a ahondar un poco en sus vidas: mi vida en 50 palabras; lo imprescindible en mi vida; ¿tienes pegas? aquí las pegas; una lista de reproducción de mis canciones favoritas; le hago la ola; tus miedos… Y en alguna de estas o de otras páginas, ya no lo recuerdo, empezaron a implicarse, a emocionarse, a contar “sus cosas”. De una forma natural y alucinante eran capaces de darle la vuelta a mi propuesta y terminaban hablando de lo que a ellos les importa y les preocupa: amor, amistad… Una ruptura de una alumna con el chico que le gustaba fue motivo de numerosas páginas del #anticuaderno. La vimos llorar por él, hundirse, sentir que sin él no podía vivir, tranquilizarse, superar la situación. Fue algo mágico. Luego vinieron confesiones, sentimientos que no podían controlar, peticiones de perdón, agradecimientos. Incluso llegaron a pedirme actividades más profundas o en las que pudieran decir esto o aquello. El #anticuaderno crecía y, sobre todo, estaba vivo.

Me di cuenta de que lo que los tenía enganchados no era que pudieran conseguir medio punto extra por presentarlo; eso, de verdad, les daba igual. Lo que querían era decir, hablar, expresarse. Habían encontrado algo con lo que emocionarse y donde volcar sus emociones. Así es que, actividades como los cuentos cuadriculados o fíjate en algo pequeño y descríbelo, aunque las hicimos y fueron muy interesantes, se quedaron aparcadas en favor de cartas a nuestro yo del futuro, narraciones sobre cómo conocieron a sus mejores amigos o citas inspiradoras.

Las emociones se colaron en el aula y ya no van a salir de allí.

Las emociones y la creatividad, porque el día en que la tarea era llenar de sueños una almohada dibujada y una alumna se presentó con una minialmohada de algodón y pañuelos en el #anticuaderno, no lo puedo negar, me conquistó completamente.

En realidad, todos los #anticuadernos conquistan y enamoran por lo que contienen, pero hubo uno tan bonito que se lo pedí a la alumna para quedármelo y no me quiso decir que no directamente, pero no le gustó nada la idea, me puso muchas pegas. Me encantó que no pudiera ni quisiera desprenderse de él.

Obviamente se lo quedó. Aunque me lo prestó para mostrarlo después, porque era una obra de arte. Y de emociones.

Y, bueno, en la experiencia de estos cuatro cursos también he visto que, como los alumnos son diferentes, el #anticuaderno varía. Hay años o grupos que son más reacios a dibujar y a compartir. Pero lo hacen. Los veo agarrándolo y mirando hacia abajo para que no los invite a hablar y a participar. A veces les tiro un poco de la lengua, pero el respeto es esencial y si no quieren hablar, no tienen por qué hacerlo. Aunque cuando lo hacen… superan con creces a Pandora y a su caja.

PARA ACABAR, ¿RECOMIENDO EL #ANTICUADERNO?

Por supuesto, sin dudarlo. Para cualquier profe intrépido que quiera algo más de sus alumnos. Para alumnos de Primaria, Secundaria, Bachillerato, Ciclos, Adultos, Educación Especial. Para tutoría. Para que se expresen. Para que tengan un espacio propio. Para que compartan y se den a conocer. Para verlos vibrar. Para que sean creativos. Para que dibujen. Para que busquen dentro de ellos. Para conocerlos. Para que piensen.

Cualquier objetivo que te quieras marcar con el #anticuaderno es válido. Hasta no tener ningún objetivo concreto.

El #anticuaderno porque sí y el #anticuaderno ¿por qué no?

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