Desde que en 1725 el sueco Wolster vuelve a poner en explotación las viejas minas romanas, comienza a establecerse en sus inmediaciones una pequeña población minera que alcanza el rango de municipio, en 1841, al independizarse de Zalamea la Real. Se levanta entonces el primer edificio consistorial que es demolido en 1916 ante el riesgo de hundimiento que presentaba debido las perforaciones que estaban llevando a cabo en el subsuelo. Desde entonces, la ubicación del edificio cambiaría en varias ocasiones, hasta llegar al emplazamiento actual.
Finalmente, la Riotinto Company LTD, empresa que explotaba el yacimiento, encarga al arquitecto Alan Brace un proyecto de ayuntamiento que se emplazaría en el centro neurálgico de la nueva población situada en El Valle, y que se inauguraría en 1835.
Este edificio, de marcado carácter representativo, combina en su arquitectura la naturaleza anglosajona del promotor y del arquitecto con estilemas característicos de la arquitectura industrial. Asentado sobre un zócalo a modo de basamento, el edificio se configura a partir de dos cuerpos, uno en forma de T con cubiertas de pronunciada pendiente y otro con cubierta plana que lo abraza formando una U. En 1955 la explotación minera recae de nuevo en el Estado. El edificio se reforma entonces asumiendo formas y materiales propios del historicismo regionalista, destacando como intervenciones más significativas el cerramiento del pórtico de acceso, la construcción de dos nuevas escaleras y la transformación de algunos huecos.
Previo a la intervención, el edificio presentaba un estado de abandono, con instalaciones en mal estado y un deterioro generalizado de los revestimientos.
Son objetivos fundamentales del proyecto recuperar la sobriedad del edificio original dando respuesta a un nuevo programa funcional; adaptarlo a un contexto urbano ya transformado respecto a su concepción primitiva; recuperar la contundencia de sus orígenes formales y la organización interna unitaria; renovar y actualizar sus instalaciones, y por último, establecer nuevos vínculos con la memoria del lugar mediante el uso de los materiales de la mina que tanto significado ha tenido en esta población.
Esta actitud en el proyecto podría resumirse como una labor de limpieza de los distintos añadidos y ornamentos eliminando aquellas intervenciones que han segregado y fragmentado sus espacios. La propuesta se completa con la reorganización del entorno urbano inmediato. Si en origen el edificio se situaba en un cruce de caminos en la parte baja del pueblo, actualmente el enclave se ha resuelto con una rotonda. Como respuesta a estas variaciones, el edificio se posiciona sobre una nueva plataforma de piedra de la mina que reorganiza los accesos desde las distintas cotas y resuelve los problemas de accesibilidad.
Interiormente el programa reorganiza la distribución de usos de manera sencilla destacando como principal intervención la eliminación de la arcada y de la escalera existentes como fondo de la crujía de entrada que no se correspondían además con el proyecto del edificio original. Se libera así un espacio central que cumple la doble función de espacio representativo y distributivo de la institución, construyendo una nueva escalera en el fondo de la perspectiva de acceso. Con este mecanismo se clarifica enormemente toda la organización interna del ayuntamiento. Dentro del nuevo esquema, las dependencias representativas, como alcaldía y salón de plenos se ubican en la planta superior, mientras que las de carácter administrativo, aquellas que demandan un mayor contacto con el público, se distribuyen en la baja.
El edificio se dota en esta intervención de todas las instalaciones necesarias para un uso adecuado, localizándose estas en un zócalo registrable en todas las dependencias. Este sistema permite cualquier reparación, modificación o nueva conexión de manera inmediata.
Los materiales empleados responden a las premisas anteriormente explicadas. La piedra de la mina para el zócalo exterior y los antepechos de los balcones principales y el cobre para las cubiertas y puertas de acceso. La nueva escalera de acero y vidrio nos recuerda el carácter industrial de Riotinto y la madera de mongoy aporta la calidez y representatividad necesaria en los espacios de trabajo.