Reseña histórica y descripción del edificio
El Teatro Falla es un edificio exento levantado sobre un amplio solar abierto en el denso caserío de Cádiz, hoy plaza Manuel de Falla, y cuya traza responde al tipo que se desarrolla y difunde en el país durante el siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Una correspondencia con el tipo que se deduce de la disposición simétrica de su planta, de la organización axial de los espacios que comprende (organización que se traduce en la secuencia, plaza, fachada principal, vestíbulos y escaleras, sala y escena) y, de la expresión al exterior de la función que desempeñan los diferentes cuerpos de edificación. Cuestiones todas ellas que con independencia de la anécdota del estilo en que se produce su acabado, hablan de la formación académica de los arquitectos que intervinieron en la construcción.
Su construcción fue iniciada en mayo de 1884 en el lugar que ocupara su antecesor el Gran Teatro de Cádiz desaparecido tras el incendio ocurrido en la madrugada del 6 de agosto de 1881. Fueron sus autores D. Adolfo Morales de los Ríos en los comienzos y D. Juan Cabrera Latorre como responsable de su terminación en enero de 1910.
Propuesta de intervención
En el transcurso de los trabajos de rehabilitación fueron numerosas las cuestiones de orden técnico, funcional o conceptual que hubimos de abordar, presentadas en ocasiones de forma aislada y por lo general entremezcladas. Entre las de carácter técnico fue necesario: la consolidación de la estructura, sustituyéndose la totalidad de los forjados, la restitución de las compartimentaciones interiores, la restauración de las fábricas neoárabes de sus fachadas, la reparación de sus cubiertas, la dotación de instalaciones adecuadas y la actualización de su equipamiento escénico, poniendo al tiempo en funcionamiento su antigua maquinaria teatral.
Entre las de naturaleza funcional, no se presentaron mayores dificultades que las derivadas del interés por mejorar la visibilidad de alguna localidad, la fluidez de una vía de evacuación, o la salubridad de un determinado espacio al servicio de la escena.
Hubo tiempo para la duda en aquellas áreas del edificio, a veces pequeños detalles, dónde pareció razonable primar la alteración sobre la conservación. Tiempo para la incertidumbre provocada por cuestiones de relación entre aquello que preservamos y aquello que aportamos. Surgieron fundamentalmente en el cuerpo de vestíbulos, muy alterados por reformas anteriores, también en la embocadura de escena (palcos proscenios, corbata y foso de orquesta) deficientemente trazada, y en los accesos a la planta de "Paraíso".
Existía además una falta de relación entre la planta de "paraíso", ocupada por un amplio y magnífico graderío realizado en madera por carpinteros de la Compañía Transatlántica y con capacidad para cuatrocientas personas, y los vestíbulos. Una carencia que, pese a ser frecuente en este tipo de teatros, hubo de subsanarse.
Aforo: 1.214 localidades