Discursos

Discurso del Hijo Predilecto, Augusto Méndez de Lugo y López de Ayala, en el acto institucional del Día de Andalucía

Andalucía, 28/02/2010

Ciertamente, es difícil expresar los sentimientos de los demás condecorados, Hija Predilecta y Medallas de Andalucía, con los que tengo el honor de compartir este hermoso día.

Pero es muy fácil para mí, expresar mi profunda admiración por ellos, que forman un grupo muy representativo de las mejores virtudes del pueblo andaluz y por donde camina el futuro de Andalucía.

Andalucía ha enseñado siempre a sus hijos, a combinar ingenio y amor por sus co-sas. Y qué más bello de lo nuestro, que nuestra tierra. El compromiso con una explotación sostenible de los recursos, es fundamental para nuestro porvenir y el de las futuras generaciones de Andaluces. Francisca Díaz Torres, también conocida como doña Paquita, atesora esa sabiduría, y ha sabido utilizar sentido común, compromiso con el medio ambiente y los recursos naturales, así como sentido social de la propiedad para salvaguar-dar uno de los parajes más hermosos y singulares de nuestra tierra, constituyendo antes de que existiese como tal, un auténtico parque natural en su propiedad de El Romeral, cuya gestión sostenible ha sido fundamental para la conservación de los valores ecológicos del Cabo de Gata, en Almería.

De la misma forma, ese amor por las tradiciones y por la autenticidad de elementos esenciales de la cultura andaluza, ha marcado el compromiso de la ganadería Hijos de Celestino Cuadri, desde tantos años dedicada a la crianza de unos toros de encaste propio y características singulares en pos del más veraz arte taurino, que sólo existirá en la medida en que se conserve el auténtico toro de lidia.


Otra muestra de cómo se pueden gestionar de una forma totalmente profesional, pe-ro sin perder de vista esa proximidad personal y trato afable, que caracteriza a los andalu-ces, es la trayectoria de la empresaria de hostelería Isabel María García Bardon, que desde hace décadas está al frente del grupo hotelero Fuertegroup, creado a partir del encantador establecimiento que regenta en Marbella.

Pasión Vega y José Mercé constituyen dos ejemplos magníficos de cómo se puede evolucionar, sin traicionar su esencia, las formas más populares y al tiempo universales de la cultura andaluza: la copla y el flamenco. Ya desde sus primeros trabajos, apuntaron a un estilo que, fiel a la esencia, se alejaba de las convenciones de sus respectivos géneros, incorporando elementos de actualidad.

La riqueza de la cultura andaluza y su capacidad para incorporar nuevos elementos y perspectivas, tiene otro destacado ejemplo, en la escultura de Miguel Fuentes del Olmo cuya apertura al uso de nuevos materiales y técnicas no conoce límite.

Y hablando de cultura andaluza no podemos olvidar las grandes aportaciones de Andalucía a la lengua española, pues es en el Sur donde se enriquece y se abre a otros horizontes. No en vano la regla andaluza e hispanoamericana comparten tantos elementos, y han sabido combinar la pureza del español, con un uso extraordinariamente rico y variado. Por eso los trabajos en el campo de la Filología y dialectología, de Gregorio Salvador Caja y de Pedro Martínez Montávez, ponen en valor un elemento de nuestra forma de ser, el habla andaluza, con sus múltiples influencias y variedades, contribuyendo a superar un cierto complejo impuesto desde el prejuicio de otros, que asociaban nuestra habla a un español de segunda categoría, cuando es todo lo contrario.

Un elemento central de Andalucía, es su apertura a los demás y la solidaridad de sus gentes, cualquiera que sea su origen o condición. Máximo exponente de esta especial sensibilidad, es Jesús Maeztu Gregorio de Tejada, que siempre ha mantenido un fuerte compromiso con la atención a los más desfavorecidos, a pie de calle, como demostró en su etapa de Defensor del Pueblo Andaluz. La atención a los marginados y discapacitados es un pilar de las políticas sociales de Andalucía, pero la inversión en este campo no sería nada sin personas como él, y como Mercedes Sanromá Martínez, que ha destacado, como un referente nacional, en el trabajo de integración cultural y social de personas con necesidades educativas especiales.

El vigor de la cultura andaluza tiene que abrirse, naturalmente, a nuevos campos de investigación, y especialmente al campo de la biología y demás culturas, con un alto grado de transferencia de conocimientos a la calidad de vida de las personas. En este sentido, la investigadora Carmen Galán Soldevilla ha hecho grandes aportaciones al campo de la aerobiología. La excepcional altura científica de personas como ella, tiene que recordarnos algo que hoy es motivo de reflexión permanente; el futuro de nuestro modelo social y económico sólo será sostenible con una población cada día mejor preparada y educada. La educación es la inversión más rentable a largo plazo, y dotar a los docentes de los medios necesarios para ello es una obligación de todos.

La Sociedad Andaluza de Educación Matemática Thales, conocida entre otros trabajos por la organización de la conocida "Olimpiada Matemática Thales", es una muestra palpable de la preocupación de nuestros docentes por mejorar su formación y habilidades didácticas, y por incentivar el aprecio por valores tan importantes como el trabajo en equipo, la solidaridad, el compañerismo, y el rigor intelectual.

Finalmente, si algo caracteriza al pueblo andaluz es su apertura de mente, pero también su gran aprecio por lo local. De ahí que la línea de negocio de diarios locales que, desde hace décadas, ha implantado el Grupo Joly en Andalucía, con un éxito inédito, tenga su origen en una cabecera tan señera y andaluza como el Diario de Cádiz, que ha sido el germen de una larga lista de diarios con implantación a lo largo y ancho de Andalucía, que aúnan, con equilibrio, un marcado contenido local con un enfoque regional.

Mi más cordial felicitación a todos ellos, y muchas gracias, en su nombre.

Permítanme ahora, unas palabras sobre mí mismo. No, naturalmente, para exponer mis méritos. Soy bien consciente, de que este nombramiento habla más de la generosidad de quien lo da, que de los méritos de quien lo recibe. Pero sé también, y así quiero decirlo, que aunque la distinción lleve mi nombre, arrastra detrás al conjunto de los jueces con destino en Andalucía. Quien hoy es tan altamente reconocido, es un juez con casi treinta y ocho años en el ejercicio de la jurisdicción, de ellos treinta y cinco, con destino en Andalucía.

Es en esa condición de Juez, en la que quiero recibir la distinción con la que me ha abrumado el Gobierno de Andalucía.

Mentiría, si dijera que no siento orgullo personal. Pero expresamente quiero saber decir, que si me atrevo a aceptar el nombramiento de Hijo Predilecto de Andalucía, es porque me siento respaldado por los méritos de tantos jueces y de tantas personas al servicio de la justicia en esta tierra. En nombre de ellos lo recibo, y sobre sus méritos me apoyo, para alcanzar la altura de esta distinción.

Soy canario de estirpe y de infancia; madrileño de nacimiento, y andaluz de vocación. De vocación, sí: porque no podría entenderse mi elección vital de ser y ejercer como andaluz, si no fuera porque fui llamado a esta tierra, por las fuerzas de la vida misma.

Pudo ser primero el azar, cuando elegí el Juzgado de Cabra como primer destino profesional. Pero desde entonces, con un leve paréntesis que sólo sirvió para apreciar más aún la suerte de haberme enraizado en esta tierra, mi vida y mi profesión han tenido un único y extraordinario entorno: Andalucía.

Cabra, Priego de Córdoba, Aguilar de la Frontera, Vélez-Málaga, Málaga capital, Córdoba y Granada.

Ese ha sido el itinerario que me ha traído hasta aquí. Un entorno de campiña de olivares, trigo y viñedos, y de sierra cordobesa; de nieves de altas cumbres y cálida costa tropical; de capitales pujantes, y pueblos con hondura; una extensión abrazada por el Atlántico y el Mediterráneo, dos mares, que para los andaluces han sido caminos que unen, y no fronteras que separan. Una tierra abrochada por el Estrecho de Gibraltar, esa bisagra que une el norte con el sur, el oeste con el este.

Aunque si lo que envuelve a Andalucía es el mar, lo que mejor la explica es un río.

No se puede comprender Andalucía si no es siguiendo el río Guadalquivir, en su itinerario geográfico y en su devenir histórico. Y nada mejor, por cierto, para entender el Guadalquivir, déjenme decirlo, que haber vivido en Córdoba. Allí me hice irreversiblemente andaluz, desde que en 1986, y hasta 1995, tuve la suerte de presidir su Audiencia. Casi diez años a orillas del Guadalquivir es una exposición demasiado intensa, como para quedar inmune a su sentido; y bien sé que, para mi fortuna, quedé definitivamente enterado.

El gran río, es el principal elemento vertebrador de Andalucía, y explica, el carácter al mismo tiempo arraigado y abierto, del pueblo andaluz. Es una representación casi completa, de la diversidad de Andalucía. Aconsejaría, a quien quisiera viajar con hondura a través de esta tierra, que lo hiciera siguiendo el curso de las aguas de su río: porque lo que desemboca en Sanlúcar, en esas aguas que se confunden plácidamente con el Atlántico en las costas gaditanas, es un aluvión de Andalucía.

Es como si avanzando por el cauce del río, Andalucía se fuese formando a sí misma, en una acumulación para la que cada cosa es imprescindible. Ese "río de agua salobre", revoltoso en estos días, que se entrega al mar y al mundo, en su desembocadura, trae consigo el remoto "borbollón de agua clara, debajo de un pino verde", como dijo Antonio Machado de su nacimiento.

Trae la marca de los parajes abruptos y generosos de la madre Cazorla, del balcón de la Loma, con las renacentistas Úbeda y Baeza que se asoman a sus miradores para verlo; de la laboriosa Andújar, de la plenitud madura de Córdoba, reina y califa; de las llanuras fecundas sevillanas, donde ya se juntan las aguas del Genil, que caen desde Sierra Nevada y la Penibética y avanzan hacia el puerto de Sevilla, que canalizó históricamente toda la relación con América, en la época más gloriosa de la historia española, dejando una huella indeleble en el carácter andaluz, que al final, es una síntesis afortunada de tantas culturas, que vinieron para conquistar Andalucía y aquí fueron conquistadas.

En esto radica la que considero principal virtud del pueblo andaluz, y que, desde un principio, me cautivó: su capacidad para adaptarse a lo nuevo y a lo distinto, sin perder su identidad. Lo que para algunos puede parecer debilidad, es a la postre un signo de fortaleza. Los andaluces no tienen miedo al mestizaje, porque tienen raíces milenarias. Por eso, es un pueblo que se sabe fuerte en su flexibilidad. Es la marca de la sabiduría, que aúna hondura con universalidad.

Esto es lo que explica, que todos los que tenemos la fortuna de haber recibido una educación abierta al mundo, como la que me dieron mis padres, nos sintamos tan cómodos en Andalucía. La formación del carácter andaluz, es un continuo dar y tomar enriquecedor, como esos cantes de ida y vuelta, entre Andalucía y América, a cuya difusión en los tiempos recientes, tanto contribuyó el granadino Carlos Cano.

Y no siempre hemos sido conscientes de la identidad del pueblo andaluz. Es una identidad hecha de historia, y armada por la feliz combinación de una élite cultural e intelectual que, a fuerza de ser andaluza, se ha hecho universal; y de una cultura popular arraigada que, más allá de los tópicos siempre simplistas, es verdad que ha marcado profundamente lo español, porque, es imposible imaginar a España sin Andalucía, como lo es pensar a Andalucía sin España.