Andalucía cuenta actualmente con una superficie de 4,5 millones de hectáreas forestales, de las cuales el 27% son de titularidad pública, por lo que la Administración autonómica considera el aprovechamiento de la biomasa como una alternativa de gestión forestal sostenible, que debe hacerse teniendo en cuenta la compatibilidad con otros usos económicos, sociales y ambientales de los montes.
Los modelos de gestión forestal sostenible, como recoge la Adaptación del Plan Forestal Andaluz. Horizonte 2015, deben estar basados en los diferentes productos y subproductos generados por los trabajos de la selvicultura y el aprovechamiento de los montes. Por este motivo, la Consejería de Medio Ambiente ha iniciado la redacción de los citados proyectos, que se acometerán para obtener información detallada de las existencias de biomasa y realizar ensayos demostrativos de procedimientos, técnicas y empleo de maquinaria para su extracción.
El Plan de Acción Nacional de Energías Renovables de España 2011-2020 recoge los requerimientos de la Directiva 2009/28/CE relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables, que establece en un 20% el objetivo para la cuota de energía procedente de fuentes renovables en el consumo de la energía final bruta en 2020.
En el contexto regional, la Ley de Fomento de las Energías Renovables y del Ahorro Energético y Eficiencia Energética de Andalucía establece el principio de la primacía en la producción de las energías renovables sobre el resto de las energías primarias y contempla la promoción de su uso mediante el establecimiento de incentivos. Por su parte, el Plan Andaluz de Acción por el Clima 2007-2012 recoge entre sus medidas la de fomentar el aprovechamiento energético de la biomasa para favorecer el cumplimiento de los objetivos del Protocolo de Kyoto.
Para alcanzar los objetivos fijados para el año 2020 se hace necesario el fomento del aprovechamiento de la biomasa, cobrando relevancia su uso, tanto residual, procedente de los tratamientos selvícolas, como de cultivos específicos, con fines energéticos. Por ello, el conocimiento de las capacidades de los montes susceptibles de suministrar biomasa de forma regular a las centrales consumidoras, así como de las cantidades, frecuencias y condicionantes, desde las ambientales hasta las operativas, es uno de los pilares fundamentales a la hora de salvar una de las barreras en el uso de esta energía renovable, que es la falta de estabilidad y de garantías de continuidad en su suministro.
En la actualidad existe una creciente necesidad de biomasa como recurso energético en el contexto de búsqueda de energías renovables que permitan reducir el consumo de combustibles fósiles y, con ello, las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, el aprovechamiento de la biomasa contribuye a diversificar y garantizar el suministro de energía, así como a reducir la dependencia energética; disminuye el material combustible existente en los montes y con ello se rebaja el riesgo potencial de que se produzcan grandes incendios; y constituye una de las fuentes de energía renovable con mayor capacidad para el fortalecimiento de las economías rurales.