El PLAN DE ORDENACIÓN DE LOS RECURSOS NATURLES , de carácter indefinido, distribuye y asigna los usos del territorio de acuerdo con los requerimientos de conservación de los distintos ecosistemas, estableciendo un nuevo reparto entre las zonas de máxima protección, las de regulación especial y las de regulación común.
Es en las áreas de reserva o máxima protección (Zonas A) donde se incorpora la novedad más destacada respecto a la anterior planificación, al ampliarse de 6.954 a 9.144 hectáreas con la inclusión, entre otros parajes, de la planicie litoral Marinas-Amoladeras, la Isleta del Moro y Los Escullos.
Estas zonas se dividen a su vez en dos tipos: reservas terrestres (Zonas A1) y reservas marinas (A2). Las primeras ocupan 6.749 hectáreas y representan un 13,6 por ciento de la superficie total del parque. Además de los tres parajes citados, se incluyen, entre otras áreas, los núcleos volcánicos situados entre Cabo de Gata y Pozo de los Frailes; Majada Redonda y Cerro del Fraile; las altiplanicies calizas de la Rellana de San Pedro; los afloramientos de la Loma de los Yesares y Molata Blanca; los enclaves costeros del Morrón de los Genoveses; el Cerro de los Lobos; la formación arrecifal de Mesa Roldán; y la zona de evaporación de las salinas de Cabo de Gata.
Por su parte, las reservas marinas (A2) abarcan los espacios marinos mejor conservados, tanto en la estructura de los fondos como en sus condiciones ecológicas: Cabo de Gata, Morrón de los Genoveses, Punta de Loma Pelada, Punta de la Polacra, Punta Javana-Islote de San Pedro y Punta de la Media Naranja. Su extensión es de 2.395 hectáreas (un 4,8 por ciento la superficie total del parque).
Las denominadas zonas de regulación especial (Zonas B), con un grado de protección ambiental notable aunque no tan restrictivo como el de las anteriores, también aumentan su extensión hasta sumar 36.365 hectáreas (el 73,5 por ciento de la superficie total). Estas áreas incluyen suelo forestal, cultivos cerealistas con aves esteparias, áreas agrícolas abandonadas, playas urbanas y no urbanas y zonas marítimas no de reserva. En este nivel se distinguen las categorías de Áreas Naturales de Interés General (B1), con 19.438 hectáreas; Áreas Seminaturales con Usos Tradicionales (B2), con 7.129; Áreas Litorales de Esparcimiento (B3), con 154; Playas Urbanas (B4), con 27, y Áreas Marinas con Aprovechamientos Primarios y de Esparcimiento (B5), con 9.617 hectáreas.
Finalmente, el bloque de regulación común (zonas C), caracterizado por su alto grado de intervención humana, pasa a tener 3.651 hectáreas (7,4 por ciento de la superficie del parque). Dentro de ellas, destacan las zonas de cultivos agrícolas (C1), con 2.831 hectáreas; las de agricultura intensiva bajo plástico (C2), con 551.
Completan la división del parque natural los núcleos habitados, las áreas mineras degradadas y otras zonas transformadas (C3) y las áreas excluidas de la zonificación ambiental (Zonas D). Estas últimas se corresponden con los suelos urbanos y urbanizables, cuyo desarrollo se considera posible siempre que no afecte a los hábitats naturales y a las especies que motivaron la inclusión del parque en la Red Natura 2000.
Para la delimitación de estas zonas, el plan ha tenido en cuenta, entre otros criterios y prioridades, el mantenimiento de los procesos ecológicos y de la diversidad genética de los recursos biológicos; la conservación de los recursos geológicos y de los paisajes áridos y costeros-marítimos; la garantía de calidad de los recursos hídricos; y el adecuado desarrollo de las edificaciones e infraestructuras, corrigiendo o minimizando su impacto sobre el medio y favoreciendo la recuperación de las zonas afectadas. Asimismo, se señalan objetivos orientados a facilitar las condiciones socioeconómicas que eviten el desarraigo de las comunidades rurales y favorezcan su progreso.
De esta forma, los terrenos donde se ubica el hotel El Algarrobico pasan de ser zona urbanizable a convertirse en "una zona pública y dispuesta para su regeneración". Otro cambio en la planificación del espacio es el de la catalogación de las zonas conocidas como La Fabriquilla y Marina de Agua Amarga, que incrementan su nivel de protección para que ningún proyecto urbanístico se pueda a llevar a cabo en esos suelos.
El PLAN RECTOR DE USO Y GESTIÓN , recoge un amplio conjunto de medidas para mejorar durante los próximos ocho años la ordenación de los aprovechamientos y las iniciativas de protección.
Los principales objetivos se centran en evitar la pérdida de suelo; frenar la desertificación; potenciar el valor de los recursos geoculturales; promover la educación ambiental y la investigación; fomentar prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles; recuperar la fauna esteparia y acuática; y preservar los fondos de la franja marítima, con especial atención a las praderas submarinas de posidonia.
Para alcanzar estos objetivos, se llevarán a cabo, entre otras iniciativas, planes de regeneración de suelos afectados por procesos no naturales de erosión hídrica; un programa de emergencia para la actuación contra mareas contaminantes; la regulación del tráfico en tramos del litoral de especial valor ecológico-paisajístico, como San José y Faro de Vela Blanca; la evaluación de la potencialidad de los aprovechamientos de moluscos terrestres; la creación de incentivos a la plantación de especies pascícolas autóctonas; la actualización del censo de las embarcaciones con derecho a ejercer la pesca en el ámbito del parque natural; y el diseño y promoción de rutas cicloturísticas.