ADVERTENCIA:

Sendero señalizado de uso exclusivamente peatonal, no se permite circular en bicicleta.

La explanada que nos encontramos al inicio del sendero servirá de aparcamiento, existiendo en la misma una antigua fuente que ha sido restaurada. La vegetación podemos observar, al igual que sucede en otros puntos de la antigua Nacional IV, no es la que esperaríamos encontrarnos en un paraje como este. Esto es consecuencia de un proyecto de ajardinamiento del que fue objeto el Parque Natural Despeñaperros en los años 50, y que introdujo especies exóticas como cipreses y cedros, que hoy nos aportan un contraste más del que disfrutar.

Los primeros 1.000 metros del sendero son de ascenso pronunciado, hasta llegar a una zona algo más llana. Es aquí donde el sendero continua por un camino existente, el cual debemos continuar durante unos 500 metros hasta que nos vemos obligados a dejarlo en dirección este, para llegar a la confluencia con el sendero Barranco de Valdeazores. Desde aquí, y continuando por este último, podremos llegar hasta el Refugio Collado de la Aviación, y un poco más adelante podremos disfrutar de unas espectaculares vistas del Monumento Natural de Los Órganos, además de poder divisar, en días de buena visibilidad, buena parte de la provincia de Jaén.

Es en este punto en el que se nos ofrecen dos posibilidades. Por un lado, el visitante podrá continuar su vuelta por el Sendero del Barranco de Valdeazores, o bien optar por la vuelta hacia el punto de partida del Sendero Barranco de la Niebla, pero por un camino diferente al de subida, lo que le convierte en un sendero circular.

A lo largo de nuestro camino habremos podido disfrutar de una de las mejores representaciones de lo que es el resto del parque natural en cuanto a diferentes tipos de vegetación. Las repoblaciones forestales con especies del género Pinus se intercalan con zonas de frondosas mediterráneas en las que la encina y el alcornoque son las especies predominantes en las solanas, mientras que en las umbrías se abre paso el quejigo. Todo ello, acompañado de un rico sotobosque se enebros, madroños, olivillas y un largo etcétera que sirven de sustento a las poblaciones de ungulados que tan popular han hecho a este parque natural.