Más de un siglo después de la conquista de Granada y tras la llegada a la ciudad
de numerosos repobladores venidos de los reinos de Castilla, el protagonismo
del agua sigue presente no solo en su configuración física sino en la mente y el
sentir de sus habitantes. La importancia que tiene el agua en el día a día de sus
vecinos no es ajena a esta realidad porque la presencia de agua es la manifestación
material de que Dios-Alá-Yavé nos quiere y protege. Por ello, ese bien
insustituible debe ser gestionado de forma que llegue a todos para que todos, sea
cual sea su credo, puedan gozar de tan beneficioso don divino.
Bajo estos presupuestos, el modelo de gestión del agua incluye una compleja red
institucional de jurisprudencia que dicta leyes y normas, con un cuerpo ejecutivo
de alguaciles y acequieros que vigila su cumplimiento, un aparato fiscal que
recauda rentas en función de la calidad e intensidad de los usos del agua y una
sociedad cohesionada que asume las limitaciones impuestas por la naturaleza
del bien. Los reyes cristianos perpetuaron sin cambios sustanciales el complejo y
depurado modelo de gestión hídrica heredado de épocas precedentes, que tanto
contribuía al desarrollo y bienestar de la sociedad.
Agua
& Economía
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