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Los vientos dominantes de dirección noroeste y las corrientes litorales aportaron incesantemente materiales arenosos hasta formar un cordón dunar de una veintena de kilómetros de longitud. En la actualidad, este cordón se ha visto reducido, permaneciendo el Monumento Natural de las Dunas de Artola como testigo, de lo que tiempo atrás fue, esta área de la costa malagueña.
Es posible apreciar en este privilegiado enclave tres tipos de dunas. En primera línea de playa, aparecen dunas con cierta movilidad, fáciles de distinguir por presentar rizaduras o ripples. Más al interior, como una barrera paralela a la costa, se encuentran las dunas móviles inactivas, cubiertas ya de vegetación. Y en una posición más alejada, se hallan las dunas fósiles inmóviles, invadidas de un denso pinar.
Las dunas presentan una interesante vegetación adaptada a soportar la fuerte insolación, la escasez de agua y el continuo azote del viento. Entre las especies más comunes se encuentran el barrón o el cardo marítimo y, en la proximidad de la playa, es fácil observar el perfumado narciso de mar. Más alejados de la costa, son habituales arbustos como la sabina caudada. Para conocer esta peculiar riqueza natural, nada mejor que pasear entre las dunas por alguno de los senderos habilitados, ya que el pisoteo podría perjudicar su dinámica natural.
En el entorno se encuentra la Torre de los Ladrones, elemento de arquitectura militar y defensiva declarado Bien de Interés Cultural. Su origen parece remontarse a la época romana, siendo posteriormente reconstruida por árabes y cristianos.
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