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La frondosa y espléndida masa forestal que hoy día vemos en la vertiente este de la cuenca del Río Guadalmedina, en su proximidad a la ciudad de Málaga, nos hace difícil entender cuál era la verdadera situación en la que se encontraban estos mismos terrenos a principios del pasado siglo XX, sin una cubierta vegetal protectora contra la fuerte erosión de sus empinadas laderas en las que se perdían ingentes cantidades de suelo tras las frecuentes tormentas y lluvias torrenciales, favorecidas por el efecto barrera del relieve montañoso respecto a los frentes nubosos procedentes del tan cercano Mediterráneo.
Las talas y roturaciones masivas derivadas de irresponsables prácticas agrícolas y ganaderas de antaño llevaron prácticamente a la desaparición del primitivo bosque mediterráneo, convirtiendo los montes de Málaga en una zona casi despoblada, sin apenas vegetación natural y destinada en su mayor parte a cultivos, especialmente de almendro, olivo y vid, viéndose acrecentado el problema tras la desastrosa plaga de filoxera de los viñedos que dejó a los montes de Málaga casi como un erial. Aún se encuentran, escondidas en el pinar de repoblación, las ruinas de antiguos lagares junto a numerosos pies arbóreos de viejos olivos y almendros, ya bravíos, que paradójicamente han acabado siendo "devorados" por el nuevo bosque que hoy día observamos desde lugares como los que se contemplan desde este mirador.
Como consecuencia de esa peligrosa desprotección del terreno originada por la mano del hombre el Guadalmedina, con funesta periodicidad, experimentó desde 1544 fuertes avenidas que ocasionaron numerosos daños y problemas en la ciudad de Málaga, viéndose fatalmente inundada con demasiada frecuencia. De hecho, y sólo durante el siglo XIX, se tiene constancia de diecisiete grandes crecidas del río.
Afortunadamente, a partir de 1930, la ejecución de un proyecto de corrección hidrológico-forestal redactado once años antes por el ingeniero de montes D. Miguel Bermejo Durán y que fue dirigido por el también ingeniero de montes y concejal del Ayuntamiento de Málaga D. José Martínez-Falero y Arregui, frenó esta situación gracias a la repoblación con 26 millones de plantones de pinos carrascos junto con 300.000 plantones de otras especies arbóreas tales como chopos, álamos, eucaliptos o castaños. Como reconocimiento a esta valiosa actuación, que tantos beneficios ha traído para la ciudad de Málaga, este mirador recibe el nombre de Martínez-Falero.
Los frutos de las tareas de repoblación forestal han llevado aparejada no sólo la estabilización de los terrenos y una disminución en la escorrentía y la erosión del suelo, sino que en paralelo se ha producido una progresiva mejora y regeneración de la vegetación natural termomediterránea (encinas, alcornoques, quejigos o madroños, por ejemplo) de modo que poco a poco va ocupando el lugar que le corresponde. Dada por tanto la importancia de estas repoblaciones forestales, un comportamiento respetuoso es la mínima aportación con la que podemos contribuir a su mantenimiento y conservación.
Desde Málaga capital tomamos la carretera A-7000 hasta el Km 14'9 (Fuente de la Reina), donde nosdesviamos a la izquierda por la pista forestal pavimentada que accede al Aula de la Naturaleza Las Contadoras. Tras 1,6 km hallamos un cruce en el que cogeremos a la derecha, hasta encontrar una encrucijada de caminos con un monolito indicador. Dejando a nuestra izquierda el monolito, seguimos por la pista forestal terriza que sale hacia el norte y a la derecha, en dirección a Torrijos, llegando al mirador tras recorrer 1,3 km.
Otra forma de llegar conlleva salir desde el área recreativa Torrijos, desde la cual seguiríamos durante 2,4 km por la pista forestal no pavimentada que de allí parte, hasta el cruce del Lagar de Santillana, lugar en el que tomaremos la pista que asciende a la izquierda. Recorriéndola 890 m alcanzaremos el mirador.

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Respeta las instalaciones puestas a tu disposición. Su mantenimiento lo pagamos todos.

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Convive respetuosamente con la gente del lugar y demás usuarios. Respeta los bienes y propiedades privadas.

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