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El desfiladero que compone el Monumento Natural Tajos de Mogarejo se localiza en el cauce del arroyo Salado, afluente del río Guadaira. En sus orillas se forma un fresco bosque ribera con abundancia de tarajes, especies propias de ambientes salobres. El paisaje que se dibuja en las proximidades del arroyo conserva pequeñas manchas de bosque y matorral mediterráneos con especies como el algarrobo, el palmito o el romero.
El curso del Salado transcurre por rocas de areniscas y calcarenitas Estas últimas presentan un remoto pasado marino, al formarse por la compactación de restos de organismos de ese medio. Las sales de estas rocas han originado el apelativo que da nombre al arroyo, ya que aporta a sus aguas una ligera salinidad. El paso del tiempo ha ido desgranando estos materiales ofreciendo curiosas oquedades llamadas taffonis.
Las rocas de estos tajos han sido utilizadas desde antaño como material para la construcción, de ahí la existencia de canteras, hoy abandonadas. Estos materiales se empleaban en las edificaciones de la comarca, existiendo constancia de su utilización en el Cabildo de la Catedral de Sevilla.
Para conocer este monumento matural y su entorno, la cercana Sierra de San Pablo ofrece distintas posibilidades, que pasan por distintas rutas de senderismo, a caballo o cicloturismo. También, éste es lugar de encuentro para quienes practican la escalada o el vuelo libre.
Resulta de interés un antiguo molino harinero que recuerda la vocación cerealista de esta parte de la campiña sevillana. El entorno completa su interés cultural con una visita al municipio de Montellano, con atractivos en su casco urbano como el de la Casa de los Ancianos o La Fuente.
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